jueves, 23 de febrero de 2012

Luis Miguel estuvo increible en Viñas del Mar,luego de 18 años, además del inédito premio también se quedó con las gaviotas de plata y oro .


La trastienda dirá que sus exigencias fueron casi de un divo, y que sus resguardos llevaron el recelo al límite de la paranoia, para que lo sufrieran desde sus fans en el hotel hasta la prensa en la Quinta Vergara.

Si bien Luis Miguel ya puede estar completamente absorbido por su particular e inigualable personaje, lo cierto es que sobre el escenario tampoco ha encontrado hasta ahora otro que se le compare. Y así lo demostró el miércoles por la noche en su regreso al Festival de Viña del Mar, tras 18 temporadas sin estar en él.

Con la garganta madura y poderosa de los últimos años, y una orquesta impecable para cubrir sus recorridos entre el funk y el bolero, el mexicano se paseó por todos sus éxitos para el deleite de las mujeres de todas las edades, que llenaron la Quinta Vergara.

Puede que Luismi no haya editado discos relevantes en los últimos años, que los kilómetros de distancia que le lleva al resto de las figuras del continente lo hayan hecho bajar el ritmo, y que su propio despliegue ya no parezca tan atractivo. Pero tanto en su ejecución como en la de sus músicos, su nivel continúa siendo sencillamente superlativo.

Desde su ingreso con "Te propongo esta noche", y rodeado por diversos monitores de sonido adicionales, "Micky" demostró que en su interpretación no puede haber espacio para los ripios. Y quien más lo sufrió fue su sonidista, receptor de la infinidad de señales que el cantante trataba de hacer pasar como un gesto más entre sus movimientos, aunque siempre con una sonrisa para ocultar su evidente molestia.

Pero superado ese largo momento, fueron los éxitos los que dominaron el show del mexicano. El repertorio abarcó desde "Suave" a un medley con las juveniles "No me puedes dejar así", "Palabra de honor", "Entrégate" y "La incondicional", pasando por un segmento de boleros como "Tres palabras" y "Somos novios".

De la mano de ellosm Luis Miguel construyó una distante comunión con el público, dejando rara vez el área demarcada por sus parlantes de retorno, y acercándose sólo en un par de ocasiones a la pasarela, siempre bien resguardado por sus guardaespaldas, uno de los cuales lo sostuvo de su trasero durante esos momentos. Algo que causó tanta gracia como el mismo artista alejándolo violentamente.

Semejante entrega encontró un correlato inédito en el habitual paquete de trofeos de Viña del Mar. Sin necesidad de pasar por las antorchas, el set de Luis Miguel se fue derecho a las gaviotas de plata y oro, a las que se le agregó una de Platino y las llaves de la ciudad entregadas por la propia alcaldesa Virginia Reginato.

fuente Infobae
Crédito foto: Reuters

1 comentario:

El Flauta dijo...

No le echen la culpa al sonidista: Luis Miguel no quiso aparecerse a la prueba de sonido, así que no tiene derecho a quejarse por un mal monitoreo...