lunes, 30 de noviembre de 2015

El maestro Ramón Orlando, un artista que detrás del escenario nos muestra la verdadera libertad. Leer.

Por Miguel de Jesús/Un Momentito con Miguel

Corría la década del 80, lo veía tocando el piano con la orquesta de su padre Cuco Valoy, hasta que llegada la mitad del periodo mencionado presenta una propuesta con el nombre de Orquesta Internacional.

Este día pinta el Cielo con el color de una nostalgia que nos regresa a ese tiempo de nuestras vidas donde buscábamos la calidad musical y en él, la encontrábamos para luego abrazarnos a madrugadas propias de bohemios inspirados por su talento.

Sus inicios fueron tocando bongó con el bachatero Luis Segura, desde ese momento brotaba su deseo de crecer y reclamar un espacio para lo cual se preparó y trabajo, fue así como los corazones de todos comenzaron a concebir citas con su arte. En 1979 rompió el silencio para poner su voz junto a la de Henry Garcia y así interpretar a “Moisés el cano y Sebastián el vago”, luego vino “un” te Extraño” para después decir “si tú piensas que no te amo”.

Se montó con Juan Luis Guerra en un camión de “mudanza y acarreo” produccion en la que aportó su capacidad. Con él dijimos a la enamorada del momento, ven “pronto amor”, al llegar a la desesperación exclamábamos, es que estoy “loco de amor” y aprovechábamos para declarar a “Diciembre Party”. Para que no se nos alejara la mujer prohibida el nos cantaba “Bailando”, en el tiempo de los 90s,puso en nuestros sentidos “Las Mil Maneras”, hizo “Balada de Amor” para entre “Nupcias” “Amándote como te amo” “Voy” para evitar pedirte “Que Venga”. 

Nos facilitó el camino para decir a la dulcinea que dejáramos de actuar como “Dos Extraños” porque estas “Lagrimas” sin hablar te dicen “Quiéreme ahora” porque te soy “Fiel “y para mi tu “Eres” una “Balada de Amor” que siempre quiero bailar. Después de envolvernos en la belleza de sus canciones, buscaba la llave del Cielo para llevar a nuestros oídos la palabra del Señor, su voz en medio del Samoa Bar de Mao estremecía todo el salón porque en sus labios florecía el jardín de la paz. 

Hoy, aparte de seguir brindado su arte, es un Pastor que cura heridas del Alma, cuando nos saluda sus manos se convierten en alas que nos elevan con seguridad, sus ojos llenos de bondad nos resguardan y sus sabias palabras iluminan nuestros días. 

Para mi más que un artista, es un sentimiento que será eterno, porque cuando se marchitan las flores del jardín de la esperanza, él encuentra la manera en el nombre de Dios de librarnos del temporal. Por el rejuego de palabras sustentadas en títulos de sus canciones tengo la seguridad de que todos saben que hablo y escribo de Ramón Orlando, un artista que detrás del escenario nos muestra la verdadera Libertad

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