lunes, 7 de diciembre de 2015

Análisis del Lambón!. Quien incurre en adulación resulta un enemigo encubierto, hablan que esta practica es muy antigua. Leer..

Por Leo Hernandez

El lambón, definitivamente, es un ser repugnante, dañino, perverso, despreciable, que medra en el entorno de muchas de nuestras figuras públicas, al amparo, casi siempre, de la bonhomía de estos, pero “en búsqueda”, para lo cual se torna chismoso, irrespetuoso, arrogante, acosador, mitómano de “su” supuesta eficiencia, presumido, intrigante, entrometido y con ínfulas de superioridad. 

Todo esto, sin desmedro de su proclividad irrefutable a la traición, innata de los mediocres, hipócritas, rastreros, sin personalidad. Mi colega, viejo y mejor amigo Rafael Peralta Romero escribió hace unos días un artículo sobre la adulonería del que me permito reproducir los primeros párrafos. Lean ahí: “Desde los tiempos más remotos, el adulador ha proporcionado motivos de reflexión a los pensadores sociales. Como se insiste en su falsedad, se destaca que quien incurre en adulación resulta un enemigo encubierto. 

“Los aduladores se parecen a los amigos como los lobos a los perros”, ha sentenciado George Chapman, escritor inglés. Hay que destacar la capacidad de hacer daño que arrastra el adulador, figura que en el español dominicano se conoce como “lambón” y a su práctica se denomina “lambonismo”. Pero que no se confunda la acción del que mendiga tragos o comida en una actividad a la que no ha sido invitado con la del adulón político, que es el dañino.

 La adulación es muy antigua. La historia universal está llena de ejemplos de sujetos que encontraron corifeos tan amables que los llevaron a proclamar, por ejemplo: “El Estado soy yo”, como ocurrió con Luis XIV, rey de Francia durante 77 años. El desarrollo de esa egolatría se atribuye a las adulaciones de cortesanos e intelectuales” (Fin de la cita). A quien(es) le(s) sirva el traje, que se lo ponga(n)...

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