Gilberto Santa Rosa es un tipo atrevido para los negocios, pero no así para su música. Y aunque ha coqueteado con otros ritmos ajenos a la salsa romántica y el bolero, no hay quien lo saque de esa combinación.
“Yo no voy a cambiar de género porque a la gente no le guste lo que yo hago o porque no venda los mismos discos que antes, porque no hay autenticidad”, afirma sentado tras un escritorio, como todo un empresario.
Es por ello que, por más éxito que goce hoy día, su reto es todavía más difícil, porque tiene que mantenerse arriba sin aburrir al público que lo sigue desde sus inicios en las orquestas del fenecido Tommy Olivencia y de Willie Rosario.
“Yo no me arrepiento de nada de lo que yo he hecho, yo me lo he gozado completo el baile”, sostiene. “Lo que tienes que hacer es reinventarte donde tú estás”.
Terminado su concierto Gilberto al 100%, que presenta este fin de semana en el Centro de Bellas Artes de San Juan, el artista se propone ultimar los detalles de su anunciado disco de dúos con la esperanza de entrar al estudio de grabación en enero de 2010. De ese proyecto, aún es poco lo que adelanta. Además de grabar con el cantautor panameño Rubén Blades, se unirá al grupo Guaco de Venezuela en otro de los temas. Los demás dúos los hará con otras tres figuras de la música latinoamericana, cuyas identidades se reserva.
Después de este trabajo, le restaría una producción para concluir el contrato con Sony Discos, no obstante, su intención es continuar bajo ese sello discográfico u otro que se interese, ya que no está listo para ser un producto de su sello Camínalo Records.
“Me gustaría continuar con la disquera; yo no tengo la sangre para meterme en eso de lleno”, admite quien lleva dos décadas con la misma compañía de discos.
Su timidez para ser su propio productor está ligada al desánimo que experimenta como hacedor de discos, tras no obtener los resultados esperados con los talentos Héctor Giovanni y Choco Orta.
“Estamos en una época donde es muy duro, y para la música tropical es todavía más difícil, entonces colocar esos discos, promoverlos, la distribución, cómo hacer un éxito económico de una empresa así, es bien cuesta arriba”, apunta con cierta frustración.
“A veces me da mucha pena que yo no haya podido aportar un poco más a que ese talento se desarrolle o que llegue, porque en realidad ha sido muy duro”, agrega el ganador de un Grammy Latino por su disco Una Navidad con Gilberto.
Sus tropiezos en el mercado discográfico los atribuye a dos factores: la piratería y la poca apertura de los medios de comunicación hacia los nuevos talentos.
“El Caballero de la Salsa”, no obstante, está convencido de la necesidad urgente de darles espacio a las generaciones jóvenes de músicos. Es por eso que otro de sus planes es realizar un álbum junto con varias orquestas representativas de la nueva ola salsera, como lo hizo el rockero Tom Jones en su disco Reloaded.
“Yo creo que eso hace falta, que haya ese enlace, ese pase de batón, eso es un proyecto que a mí me gustaría hacer”, dice el compañero de la actriz y presentadora Alexandra Malagón.
Gilbertito sonríe al hablar de su Alquimia Bistro Club, porque, según cuenta, se ha convertido en su adorado tormento.
“Yo me río, porque me metí en un lío, pero cuando lo vi encontré un negocio bien interesante, además te abre una opción distinta”, comenta quien no planifica abrir otro negocio de este tipo.
“Es un negocio bien complicado, bien interesante, pero bien complicado y requiere muchos detalles”, acota al tiempo que celebra el taller que ha representado para sus colegas artistas que se han presentado allí.
Aparte de su restaurante, hay otro negocio que le encanta: los bienes raíces. En Puerto Rico tiene más de dos propiedades, incluida la casa que perteneció a Tito Rodríguez, donde se realizó esta entrevista, y una en la ciudad de Miami.
“Yo tengo que aprender a despegarme, porque no tengo la capacidad que tiene la gente de comprar las cosas y las vende al año, yo como que les cojo cariño”, confiesa sobre las inversiones que le permitirán una vejez feliz.
“Me ha ido superbién, yo no me puedo quejar, yo te mentiría si te dijera que no estoy preparándome, no para retirarme, porque yo me voy a retirar el día que no pueda cantar, pero sí estoy preparándome para tratar de vivir un poquito más, porque el trabajo te agobia y te quita tiempo, y es chévere, pero siempre no va a ser así”, concluye.
“Yo no voy a cambiar de género porque a la gente no le guste lo que yo hago o porque no venda los mismos discos que antes, porque no hay autenticidad”, afirma sentado tras un escritorio, como todo un empresario.
Es por ello que, por más éxito que goce hoy día, su reto es todavía más difícil, porque tiene que mantenerse arriba sin aburrir al público que lo sigue desde sus inicios en las orquestas del fenecido Tommy Olivencia y de Willie Rosario.
“Yo no me arrepiento de nada de lo que yo he hecho, yo me lo he gozado completo el baile”, sostiene. “Lo que tienes que hacer es reinventarte donde tú estás”.
Terminado su concierto Gilberto al 100%, que presenta este fin de semana en el Centro de Bellas Artes de San Juan, el artista se propone ultimar los detalles de su anunciado disco de dúos con la esperanza de entrar al estudio de grabación en enero de 2010. De ese proyecto, aún es poco lo que adelanta. Además de grabar con el cantautor panameño Rubén Blades, se unirá al grupo Guaco de Venezuela en otro de los temas. Los demás dúos los hará con otras tres figuras de la música latinoamericana, cuyas identidades se reserva.
Después de este trabajo, le restaría una producción para concluir el contrato con Sony Discos, no obstante, su intención es continuar bajo ese sello discográfico u otro que se interese, ya que no está listo para ser un producto de su sello Camínalo Records.
“Me gustaría continuar con la disquera; yo no tengo la sangre para meterme en eso de lleno”, admite quien lleva dos décadas con la misma compañía de discos.
Su timidez para ser su propio productor está ligada al desánimo que experimenta como hacedor de discos, tras no obtener los resultados esperados con los talentos Héctor Giovanni y Choco Orta.
“Estamos en una época donde es muy duro, y para la música tropical es todavía más difícil, entonces colocar esos discos, promoverlos, la distribución, cómo hacer un éxito económico de una empresa así, es bien cuesta arriba”, apunta con cierta frustración.
“A veces me da mucha pena que yo no haya podido aportar un poco más a que ese talento se desarrolle o que llegue, porque en realidad ha sido muy duro”, agrega el ganador de un Grammy Latino por su disco Una Navidad con Gilberto.
Sus tropiezos en el mercado discográfico los atribuye a dos factores: la piratería y la poca apertura de los medios de comunicación hacia los nuevos talentos.
“El Caballero de la Salsa”, no obstante, está convencido de la necesidad urgente de darles espacio a las generaciones jóvenes de músicos. Es por eso que otro de sus planes es realizar un álbum junto con varias orquestas representativas de la nueva ola salsera, como lo hizo el rockero Tom Jones en su disco Reloaded.
“Yo creo que eso hace falta, que haya ese enlace, ese pase de batón, eso es un proyecto que a mí me gustaría hacer”, dice el compañero de la actriz y presentadora Alexandra Malagón.
Gilbertito sonríe al hablar de su Alquimia Bistro Club, porque, según cuenta, se ha convertido en su adorado tormento.
“Yo me río, porque me metí en un lío, pero cuando lo vi encontré un negocio bien interesante, además te abre una opción distinta”, comenta quien no planifica abrir otro negocio de este tipo.
“Es un negocio bien complicado, bien interesante, pero bien complicado y requiere muchos detalles”, acota al tiempo que celebra el taller que ha representado para sus colegas artistas que se han presentado allí.
Aparte de su restaurante, hay otro negocio que le encanta: los bienes raíces. En Puerto Rico tiene más de dos propiedades, incluida la casa que perteneció a Tito Rodríguez, donde se realizó esta entrevista, y una en la ciudad de Miami.
“Yo tengo que aprender a despegarme, porque no tengo la capacidad que tiene la gente de comprar las cosas y las vende al año, yo como que les cojo cariño”, confiesa sobre las inversiones que le permitirán una vejez feliz.
“Me ha ido superbién, yo no me puedo quejar, yo te mentiría si te dijera que no estoy preparándome, no para retirarme, porque yo me voy a retirar el día que no pueda cantar, pero sí estoy preparándome para tratar de vivir un poquito más, porque el trabajo te agobia y te quita tiempo, y es chévere, pero siempre no va a ser así”, concluye.
(Rosalina Marrero/Primera Hora)
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