martes, 9 de noviembre de 2010

En las últimas horas se ha producido una gestión mediadora en procura de solucionar el impasse que se produjo entre Jari Ramírez y Joseph Caceres.



En las últimas horas se ha producido una gestión mediadora en procura de solucionar el impasse que se produjo entre quien escribe y el comentarista de arte Jari Ramírez, luego de las declaraciones que di en torno al lavado de dinero proveniente del narcotráfico que hay en el arte.
Inexplicablemente el asunto fue desviado hacia una confrontación personalizada que en gran medida provocó que el tema derivara a una especie de chisme de farándula, cuando en ningún momento, de mi parte, esa fue la intención.
La “boca de la farándula” se encargó de que el tema central se evadiera y se creyera que se trataba de una confrontación personal.
No tengo inconveniente en que las cosas en ese sentido se aclaren, porque desde un principio he dejado claro que no he tenido a Jari Ramírez como objetivo, independientemente de que lo hayan azuzado para que se tomara el pleito para él, lo cual consideré un error.
No puedo en modo alguno cerrarme a banda y darle la espalda a la gente que ha estado mediando en torno a la situación que se produjo con Jari porque entonces si se pensaría que el tema se reduce a una rivalidad farandulera, y no es así.
Eso quisieran algunos que están parapetados, agachados, agitando, provocando ruidos y tratando de contaminar la situación para que se crea que el asunto se reduce a un pleito con Jari.
Y repito que el problema no es con Jari, y por ello no puedo oponerme a que las cosas se aclaren, independientemente del lodo que se haya vertido, lo cual según dice el padre Cabrera “me resbala” porque, según él, cuando se tiene una trayectoria como la nuestra se adquiere una especie de blindaje
Ahora bien bien, hay algo que debe quedar claro, independiente de todo lo que se diga, se publique y se especule, como he visto en algunos medios que se han adelantado a los acontecimientos.
Mantenemos nuestra posición invariable en contra de quienes en el medio incursionan en el arte contaminando el ambiente con dinero sucio.
El mal es real, no una invención, pues ya se ha visto la distorsión que ha provocado en la música, en el espectáculo, en la radio, la televisión, la publicidad, en el mundo de la moda, la diversión.
Es una posición de principios y no negocio con ellos.

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