sábado, 19 de noviembre de 2011

Vicente Fernández ratificó con un emotivo concierto porque es considerado el 'Rey de la Música Ranchera' hasta un par de inesperados eructos le salio


Los Ángeles, California- Vicente Fernández ratificó con un emotivo concierto porque es considerado el 'Rey de la Música Ranchera' en su cuarto concierto en esta ciudad, en donde lloró, bailó, entregó becas y hasta un par de inesperados eructos que le celebraron sus fans.

Antes del concierto en el anfiteatro Gibson de los estudios Universal de Hollywood, Fernández hizo entrega de becas por segundo año consecutivo en una campaña de la Fundación Anheuser Busch para donar en total 50 millones de dolares para unos dos mil estudiantes hispanos en el país.

A sus 71 años, Fernández, quien se presentó vestido de traje de charro verde pistache y sombrero blanco con vivos verdes, cantó una interminable lista de unos 50 de sus éxitos y también ingirió, por lo menos a 'cuentacopas' 30 escopetazos de licor que le servia un apurado asistente.

Cuando ya tenía varias estocadas en su haber y en una pausa cuando interpretaba 'A mi manera', Fernández dejó escapar un sonoro y prolongado eructo que dejó a muchos extrañados, pero el ruido fue tan fuerte que el mismo atajo con un “perdón!”, mientras se ponía la mano en la frente, sonreía nervioso y giraba su cabeza en forma negativa.

Pero sus fans que también se pusieron a tono, que ingirieron cerveza en cantidades industriales y que brindaban con él a la distancia, no sólo le festejaron el imprevisto, sino que lo abrumaron con una cascada de aplausos y también de gritos.

En otro momento, cuando se le corrían las lágrimas, uno de los del mariachi Azteca le gritó: “Ya no llores Vicente!”, a lo que éste replicó “Si no lloro baboso, son las niñas de mis ojos que están orinando!”.

Otro de los momentos emotivos, los dio cuando estalló en llanto tras cantar el tema 'El hombre que más te amo' y cuya letra aborda el canto de un padre a su hijo, mientras en las enormes pantallas aparecían fotos de sus hijos en especial el rostro de su potrillo Alejandro Fernández.

En algunas de las canciones, Fernández hasta se ponía a bailar y a zapatear, se le veía feliz, al tiempo que compartía que muchas veces ha tenido caídas fuertes: “Me han lastimado a veces pero ese dolor y mis tristezas los he tenido que dejar en el camerino para estar con ustedes”.

“Que me sirvan otro aguardiente porque no soy de manta corriente que cuando se moja encoje”, gritó el charro de México cuando empezó a cantar uno de sus primeros éxitos y que fue compuesta por él mismo, lo que pocos saben, 'Las llaves de mi alma'.

Ahí un admirador desde las filas de enfrente le entregó una bandera de México que la besó, la abrazó y se la colocó a manera de gabán, mientras entonó el que es casi es un himno de la música mexicana, para después ser despedido de pie y con aplausos de engolosinados sin llenadera que querían que siguiera cantando.

fuente TV notas

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