Primero se escucharon dos detonaciones, una breve pausa, y otros dos disparos y, de un momento a otro, se vio a un hombre acostado sobre una cuneta y a la leyenda del boxeo, Héctor “Macho” Camacho, sentado en el asiento pasajero delantero de un Ford Mustang, con el cinturón abrochado, sujetando un celular y balbuceando, como si estuviese ahogándose e intentando articular algunas palabras.
El cuadro de la escena criminal que recorrió los medios internacionales se ha podido establecer con más claridad y precisión por clientes, empleados y comerciantes que presenciaron el atentado desde el cafetín Azuquita (La Casa del Tambor), a donde aparentemente el ex púgil se dirigía con su amigo Alberto Yamil Mojica Moreno, un sujeto que había sido fichado por un caso de sustancias controladas, cuando fueron sorprendidos por sicarios. La guagua en que estos viajaban fue posteriormente recuperada por las autoridades.
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