viernes, 29 de mayo de 2015

Pedro Antonio Valdez un vegano con excelente cultura, escritor natural. Es un autor joven que ya tiene una trayectoria construida.

Por Nestor Medrano/Listin Diario

Es un autor joven que ya tiene una trayectoria construida, con una obra escrita no solo reconocida por los lectores dominicanos, lo que de antemano es por sí mismo un mérito, sino porque novelas de largo aliento como Carnaval de Sodoma desenroscan la eventualidad de acontecimientos tan propios de la mejor tradición narrativa latinoamericana, con un mundo minúsculo pero enorme que nos desdibuja parte esencial del devenir de un pueblo, La Vega, como escenario y esa experiencia humana, sensitiva y hasta onírica que nos relata y determina en un microcosmos universal de denuncia velada, de hipocresías y dobleces en las conductas de pobladores y moradores, incluso religiosos, de esa sociedad tan nuestra, a veces tan saturada y tan de doble rostro.

Pedro Antonio Valdez está claro y no tiene impedimentos para hablar, testimoniar criterios, en los que critica por ejemplo que existe un culto práctico, arrodillado al Complejo de Guacanagarix, en el ámbito de las letras, nos dice:

“Para el dominicano es común que todo lo que venga de fuera sea superior. Siempre, en la visión general de nuestros criollos, estaremos en la posición débil. Antes pensaba que el asunto solo se daba cuando se nos equiparaba con naciones como Estados Unidos o España. Ahora veo que, según ese espíritu, nos “autoasqueroseamos”, incluso ante naciones formalmente menos desarrolladas que la nuestra, como Haití.

No va lejos para añadir, por supuesto, es un autor dominicano progresista, con una obra reconocida, que trabaja la literatura como un ejercicio de vida, para no referir el concepto de la consagración que deja a otros grandes de nuestra historia literaria como Aída Cartagena Portalatín. Expone:

“Aquí se llega a la ridiculez, sobre todo en algunos escritores bisoños, de jactarse de no leer literatura dominicana porque la consideran inferior... ¡sin haberla leído! Por suerte, las visiones estrechas, sobre todo de los no lectores, nunca ha sido determinante para marcar la calidad de ninguna literatura en ninguna parte del mundo”.

En esta entrevista está Pedro Antonio Valdez, también critica a los intelectuales que hacen de su pensamiento una forma de “búscársela” pensando, al entender que en este país hay gente que se la busca pensando.

Expresa juicios críticos al sector educativo dominicano al no indagar lo suficiente en las luchas patrióticas que reseña nuestra historia. Exhorta a los autores jóvenes a cuidarse de lo que llama el piropo virtual, que lean y tengan conciencia “porque quieran o no hay algo de lo que sus libros formarán parte de forma irrevocable: de la literatura dominicana”.

A continuación la entrevista:

Pedro, en ti se reconoce a uno de los escritores dominicanos con mayor garra en el campo de la narrativa, sobre todo la novelística, y la novela de tu autoría Carnaval de Sodoma ha sido un punto de referencia, incluso fue adaptada al cine, ¿eres un escritor consagrado?

PAV: Ya no se consagra, como antes, que escritores de la talla de Manuel Rueda o Aída Cartagena Portalatín se encargaban de eso. En ciertos ambientes se criticaba eso, pero no dejaba de tener su valor que autores de ese nivel resaltaran valores. Hay una especie de consagracioncita “picacácara” que hacen los amigos, sobre todo a través de Facebook, pero eso no tiene ningún valor, ya que es como echarle comida chatarra al ego. En suma, puedo afirmar que soy autor que está sin consagrar.

¿Hay alguna evolución fundamental en el Pedro Antonio Valdez de Bachata del ángel caído, Palomos y Carnaval de Sodoma?

Por supuesto. Empezando por la edad. En cuanto a la propuesta literaria, una mayor localización de la zona de los sentidos literarios. Y un punto de vista más claro de los roles humanos.

¿Por qué la novela, por Faulkner, Hemingway, García Márquez o Pedro Antonio Valdez?

La novela es el género mayor (si cabe el dato) de la literatura desde hace cosa de un siglo. Por supuesto, ese de "mayor" tiene que ver con una estrategia del mercado editorial. Pero los principales libros de las últimas décadas, en número, pertenecen a la novelística. Por diversas razones, la humanidad desde hace un tiempo prefiere ser reflejada literariamente a través de la novela.

Si se acercara alguien, un niño de diez años, un adolescente de catorce, un joven de veinte o un adulto joven de 40, qué libro de Pedro Antonio Valdez le recomendarías?

Según la edad. Escribo para todos los públicos, desde la tierna infancia hasta la más perversa adultez. Hay personas que a veces no entienden esa característica mía: no trabajo un tema único, que no sea el ser humano en cualquiera de sus etapas y escenarios. Eso me impide escribir desde una sola experiencia o punto de vista, pues el ser humano es ambivalente, enmascarado, lleno de vacilaciones. En suma, a un niño o niña le recomendaría “Dromedáriux, la batalla del armario"; a un adolescente que quiera ver el mundo a partir de una propuesta que podría provenir de su mente, "Palomos"; a quien quiera meterse en el rollo del corazón del hombre, de cómo se pierde de la misma manera a lo Pascal sin importar la tiempo, "Carnaval de Sodoma"; y para cualquier "crítico o crítica de literatura" a quien la academia no le sirvió para entender lo más mínimo las explosiones del sentido de un texto literario, le recomendaría "La Salamandra".

¿Sigue siendo República Dominicana un país de poetas y cuentistas, o la novela rompió esos esquemas?

Siempre lo he dicho: podemos echar de menos cierta continuidad cualitativa en la novelística, en el ensayo, en la dramaturgia, pero no en la poesía. El broche de oro de nuestro cuerpo literario es la poesía. Los dominicanos gozamos de una gran poesía. Los estudiosos y lectores extranjeros tienen en nuestros poetas la posibilidad de jugar a la búsqueda de tesoros escondidos. En toda su historia, el país ha contado con excelentes propuestas poéticas. Y esa historia sigue hoy en día, en los poetas más jóvenes. A mí, como escritor y lector, me basta y sobra con nuestra gran poesía. Podría decirse que el cuento es ese segundo género nuestro. Pero con la genialidad de tan diversos momentos poéticos en nuestra nación, honestamente pienso que no hay que buscar mucho más para afirmar que este es un país de buena literatura.

¿Hace falta una crítica literaria seria y objetiva o estamos bien a la libre, sin que nadie enfile los cañones hacia la novelística nacional?

Andamos a la libre, y eso es una limitación para el corpus literario. El crítico funciona como un tutor, que siempre crea la sensación de estar limitando, pero que al final de cuentas, si sabe “tutoriar”, es importante. Aquí no hay buena crítica literaria porque la academia es muy débil. Los críticos, y esta verdad es absoluta, vienen de la academia, se forman allí. Se puede decir que hay críticos que no pasaron por ninguna universidad; pero no podemos olvidar que, si lo hacen bien, se formaron con los mismos textos de los académicos. O sea que son académicos autodidactos. Otra cosa es el comentarista de libros, algo que puede hacer casi cualquiera que posea la capacidad de expresarse sobre lo que ha leído. Pero el trabajo científico de comparar, de hacer rastreos históricos de un texto, de evaluar una lectura como parte de un posible conjunto o de definir sus posibles aristas de originalidad, es una labor metódica, de carácter académico.

Las academias dominicanas no promueven la investigación, mucho menos la literaria. Falta visión y voluntad de inversión. Para ellas los maestros son simples gestores de aulas; no les interesa que produzcan conocimientos nuevos a partir de sus instrumentos cognoscitivos. Un profesor que se pasa 10 ó 12 horas del día repitiendo clases no tendrá ni tiempo ni ánimos para concentrarse en una investigación.

Existen casos de académicos que mantienen o han mantenido una actitud de producir conocimiento literario (y me llegan a la memoria, como de paso, Bruno Rosario Candelier, Diógenes Céspedes, León David, Plinio Chahín, Manuel García Cartagena, Bergson Rosario, Ibeth Guzmán...), pero ha sido al margen del interés de las universidades en que imparten docencia. Porque se les contrata para eso: para impartir docencia y nada más. Si esa apatía por el profesional como productor de conocimiento fuera universal y se mantuviera en todas las áreas, por ejemplo estuviésemos todavía muriendo de rabia o escorbuto, porque los médicos solo se limitaran a curar con lo que tienen y nunca hubiesen trabajado en el descubrimiento de nuevos tratamientos o remedios.

Las universidades locales no patrocinan intercambios importantes en que puedan participar sus académicos. No suelen invertir ni un centavo en la investigación literaria. Por eso, en parte, nuestro corpus literario se conduce a tientas, solo guiado por el olfato creativo de los escritores, básicamente limitado al punto de vista de quien produce el texto.

¿Qué crees que falta en República Dominicana para que el escritor real, quien trabaja en un ejercicio sincero, cuente con las herramientas que faciliten su ejercicio, tomando en cuenta un mercado editorial prácticamente complejo cuando no inexistente?

Lo primero es que debe existir, de apoyo, un ejercicio crítico de calidad. Lo demás es persistencia. La ausencia de un mercado editorial importante es una característica histórica de la literatura dominicana; sin embargo no ha impedido que se produzca aquí una buena poesía y que hayan surgido importantes narradores, ensayistas o dramaturgos.

¿Puede República Dominicana presentar sin muchas dificultades a la comunidad internacional a un escritor con base sólida que califique para apostar por el Premio Cervantes, o el Nobel de Literatura? ¿En quién piensas?

No lo creo, porque eso no depende estrictamente de las calidades, sino de ciertas estrategias extraliterarias, que incluye una fina y sólida capacidad de “lobbismo”. Calidades, por supuesto que las ha habido, sobre todo cuando uno revisa la historias de premios como el Nobel y descubre escritores que dan ganas de decir "¿de dónde carajo...?". ¿O me puede alguien afirmar que Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch, Aída Cartagena Portalatín, Iván García o Marcio Veloz Magiolo no han producido una obra al nivel de la que poseen muchos de los que han sido galardonados en esos premios?

¿Qué opinas del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores, es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?

Ser dominicano significa también despreciar la dominicanidad. Siempre, en la visión general de nuestros criollos, estaremos en la posición débil. Antes pensaba que el asunto solo se daba cuando se nos equiparaba con naciones como Estados Unidos o España. Ahora veo que, según ese espíritu, nos “autoasqueroseamos”, incluso ante naciones formalmente menos desarrolladas que la nuestra, como Haití. Para el dominicano es común que todo lo que venga de fuera sea superior. La única excepción, creo, es en la calidad de nuestros peloteros... y no los tiran abajo en relación los de otras nacionales porque precisamente esas nacionalidades alaban la calidad de esos atletas nuestros. Se podría decir que la pelota es la única que desarma el viejo complejo de Guacanagarix... aunque hubo asomos, pues algunos guacanagarixtas, tímidamente, apostaban a que seríamos inferiores a Cuba, y le partimos la madre al béisbol cubano.

Si se nos echa abajo en todo, ¿por qué los autores serían la diferencia? Aquí se llega a la ridiculez, sobre todo en algunos escritores bisoños, de jactarse de no leer literatura dominicana porque la consideran inferior... ¡sin haberla leído! Por suerte, las visiones estrechas, sobre todo de los no lectores, nunca ha sido determinante para marcar la calidad de ninguna literatura en ninguna parte del mundo.

¿Podemos competir desde nuestra realidad actual en un mundo editorial cada vez más competitivo y signado por poderosas casas editoriales, que en nuestros mundos literarios locales se rigen por el grupismo y la exclusión?

¿Por qué o para qué competir? En todo caso, quienes deberían hacer eso son los inversionistas, financiando una industria editorial sólida. El grupismo existe en todas partes, en todas las épocas. Eso no determina calidad. Se trata de actitudes pasajeras como la pluma de las garzas, y termina por diluirse en el aire. Domingo Moreno Jimenes, Franklin Mieses Burgos, Federico García Godoy, Hilma Contreras, Virgilio Díaz Grullón, Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Antonio Fernández Spencer o Carlos Rodríguez, para mencionar algunos autores importantes ya idos, desarrollaron sus propuestas sin que el grupismo o la exclusión les limitara. Al final de cuentas, el creador se hace solo en un alto por ciento.

¿Qué escritor o escritora dominicana te representa?

Muchísimos. Juan Bosch, por su maestría en la economía de recursos estilísticos. Virgilio Díaz Grullón. Federico García Godoy, por la humanidad y claridad de su análisis sociopolítico. Franklin Mieses Burgos, Manuel Rueda, Melva Marrero, José Mármol, Manuel García Cartagena, Alexis Gómez Rosa, Angela Hernández, Marcio Veloz Maggiolo, José Alcántara Almánzar, Aurora Arias, Máximo Vega, Rafael García Romero, Nan Chevalier, Eulogio Javier, Carlos Rodríguez, Reynaldo Disla, Luis Martín Gómez, Noé Zayas, Néstor Rodríguez, José Fernández Pequeño. Se me queda una pila de esta lista, así como nombres de buenos creadores y creadoras jóvenes que empiezan a cimentar una creatividad interesante.

Dentro de este grupo, es justo destacar la significación para mí como escritor tiene Joaquín Balaguer, por la riqueza de textos como "Los Carpinteros", el preciso armazón narrativo de su poesía y, especialmente, por su ejemplo de cómo se puede tener poder social y no contaminar con él la dignidad creativa del escritor; de hecho, pienso que en este país se debe aprender mucho de Balaguer, sobre todo en eso último que menciono, pues aquí se está dando mucho el cabildeador que pretende hacer mérito literario a costilla de las influencias sociales.

¿Han sido responsables los intelectuales dominicanos con su realidad, sus valores o traidores como denuncia Manuel Núñez en su libro El Ocaso de la Nación Dominicana, al minimizar las luchas patrióticas de la Independencia contra las tropas haitianas?

Eso me retrotrae un poco a la pregunta aquélla sobre el desdén al mérito dominicano. Creo que ha habido intelectuales tanto para magnificar como minimizar el valor de la independencia, lo cual fuera saludable si se tratara de un desinteresado ejercicio de las ideas. Pero se sabe que en muchos casos lo que hay es una búsqueda, "pensar" para buscársela. Porque en este país hay gente que se la busca pensando. En todas partes eso se da, pero a mí me duele más que suceda en nuestro país. A mí me parece que el peor servicio lo hace el sector educativo, al no indagar lo suficiente en los valores positivos de las luchas patrióticas y suministrarnos apenas una sarta de cifras y nombres sin gran significado. Lo peor lo ha hecho la escuela.

¿Cómo repensar una República Dominicana en la coyuntura actual y desde la perspectiva de la cultura?

No sé.

¿Qué opinas de la situación actual de los escritores dominicanos? ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?

Escritor es todo aquel que escribe textos propios o apropiados en cierto sentido. Sabemos que el autor es quien declara la potestad de eso que escribe. Las calidades no se pueden circunscribir al criterio personal o grupal, porque es incluso un criterio peligroso.

¿Existe una novela dominicana? ¿Quién la escribió? ¿La escribió Pedro Antonio Valdez?

Claro que existe, no una, sino muchas novelas dominicanas. En los ochenta, como un acto de profunda mezquindad, se intentaba menospreciar la labor de los novelistas indicando que, más allá de cualquier calidad, no se había escrito la "novela dominicana". Total, que el día que alguien la "escribiera" de inmediato la iban a “asquerosear”, como se suele hacer con todo lo que huele a dominicano.

¿Qué opinas de los autores jóvenes dominicanos?

Que se cuiden del piropo virtual. Que lean (y, a partir de ahí, escojan o excluyan) a los dominicanos, porque, quieran o no, hay algo de lo que sus libros formarán parte de forma irrevocable: la literatura dominicana. Y que sepan que escribir, cuando se es joven, no es obligatoriamente algo que se va a hacer toda la vida. Lo que importa es vivir y sumarse gente. La gente es lo que queda.

¿Qué te parecen las intervenciones de los intelectuales dominicanos en las redes, se abusa de Facebook, los temas que tratan son frívolos, inducen al debate o deberían alejarse un poco?

Facebook es un arma de triple filo. Sobre todo porque llama a expresarse demasiado rápido. Twitter más aún. Entiendo que ahora más que nunca debería conservarse la mesura al momento de escribir sobre algo criticable... a menos que no se trate de cierto asunto deleznable que quienes me están leyendo saben cuál es. El Facebook invita, coquetear con el valor de guardar silencio.

Finalmente, ¿Quién es Pedro Antonio Valdez?, que los niños, los adolescentes y los jóvenes puedan entender las razones de su pensamiento y de sus actitudes intelectuales de escritor comprometido con la causa de su país, que mira su entorno y reflexiona como narrador.

Jijijiji... Me gustaría ponerle una musiquita de fondo a esas palabras. Suenan muy bonitas.



Biografía activa

Pedro Antonio Valdez nació en La Vega, República Dominicana, en 1968. Ha publicado varios libros, entre ellos: Papeles de Astarot (1992), con el que obtuvo el Premio Nacional de Cuento; Bachata del ángel caído (1999), merecedor del Premio Nacional de Novela; el ensayo de investigación Historia del carnaval vegano (1995); Naturaleza Muerta (2000), galardonado con el Premio de Literatura UCE; La rosa y el Sudario (microrrelatos, 2001); Narraciones Apócrifas (cuento, 2005) y Reciclaje (teatro, 2006). Fue coautor de Los nuevos caníbales: antología de la más reciente cuentística del Caribe hispano (2000), con la que obtuvo el Premio Pen Club a la Mejor Antología de Cuento.

Su novela Carnaval de Sodoma (2002), que recibió el Premio Nacional de Novela, está siendo llevada al cine por el director Arturo Ripstein. En 2010 publicó la novela Palomos y en 2012 la novela La Salamandra, que obtuvo el Premio Nacional de Novela, y el libro de micro relatos Mitología de Bolsillo. En 2013 obtuvo el Premio El Barco de Vapor, de Ediciones SM, por su novela infantil Dromedáriux: La Batalla del Armario.

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