La falta de inversión en el sector del arte ha socavado la industria.
No es secreto el hecho de que en los últimos tiempos se siente una baja muy considerable en el gusto popular.
Ya no se ven relevos en ninguno de los géneros propios de República Dominicana.
Los nuevos artistas no apuestan por nuevos managers y terminan cayendo en las viejas y amañadas costumbres que siguen enterrando los géneros y el arte en general.
El surgimiento de empresas que puedan brindar un servicio serio y profesional de representación esta extinto.
La calidad ha bajado. Se tiene la grave percepción de que estamos retrocediendo a la costumbre del rap de los años 70’s donde se daba vueltas en los mismos círculos viciosos de lo chabacano, el hedonismo y el egocentrismo. Donde ser delincuente es la moda, estar mantenido por la esposa o el esposo infiel de alguien es bueno, donde no estudiar para ser alguien está mal y ser holgazán es sinónimo de estatus.
No hay nada que pueda valer la pena, solo lo que viene de lo anglo y eso es peligroso. Entendemos que la globalización, así como los medios digitales han suplantado el disco.
No es nuevo, pero como resultado ha alejado en nuestro país a cualquier empresario extranjero dispuesto a invertir este tipo.
Con todo esto ya ni los artistas internacionales que eran los más entusiastas, quieren trabajar sus producciones por lo cara que sale la pauta en emisoras, discotecas y programas de televisión.
El factor “dame lo mío” ha terminado de enterrar el arte. Pobre de aquel nuevo talento que vaya a presentar su proyecto por 10 minutos a televisión. Si no tiene 15 mil pesos que ni siquiera se aparezca.
Para muchos productores el nuevo talento solo representa ingresos extras, no un artista, que muchas veces ni ayuda tiene. Esto da mucha tristeza.
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