jueves, 20 de abril de 2017

La cruz de Omega en su calvario!. Los adulones de seguro que ni lo visitan en la cárcel, pues así este mundo de farsantes.

Por Joseph Caceres/Arte Nacional

Hay gente que se compadece de la situación por la que atraviesa el exponente urbano Omega a quien La Tercera Sala de la Cámara Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional le declaró inadmisible dos recursos de apelación que interpuso en contra de la resolución que le revocó la suspensión condicional de su condena a prisión.
Sin embargo, el culpable de la situación y de lo que le ocurre es el propio Omega, porque ¿qué le costaba cumplir con el acuerdo de someterse a charlas de terapias, ir a firmar el libro de control de seguimiento, aparte de la exigencia de no molestar a su ex pareja y abstenerse de ingerir alcohol y el porte de armas de fuego?

Exigencias que cualquiera gustosamente satisface evitando así purgar la pena de los años en prisión a que fue condenado.

Situaciones como la suya se constituyen en el mejor de ejemplo de que no todo el mundo está en capacidad de asimilar la popularidad, la fama y la fortuna, sobre todo cuando se procede de un ambiente de pobreza y marginalidad, carenciado de la adecuada educación y formación familiar.

Muchos de los que han rodeado a Omega, haciéndole creer que realmente es “El Fuerte”, son los culpables de que este haya asumido un estilo de vida tan temerario, pensando que puede transgredir las leyes sin enfrentar consecuencias.

Probablemente los adulones de seguro que ni lo visitan en la cárcel, pues así este mundo de farsantes.

Y al reflexionar sobre el caso de Omega, aunque en polos distintos y diferentes, pero unidos ambos por la fama, pienso en Sammy Sosa, y su comportamiento urbano y callejero cuando emergió como un gran big leaguer.

Se hizo necesario adiestrarlo, moldearlo y refinarlo, para llevarlo al sitial de poder reunirse con el jet set, la alta sociedad y los presidentes.

¿Dejará Omega que alguien le ayude con la cruz en su calvario?

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