Tras la noticia de su última ruptura -o descanso temporal- con Justin Bieber, Selena Gomez decidió refugiarse en las costas australianas para disfrutar de unos días de tranquilidad a bordo de un yate. Allí la joven cantante fue fotografiada tomando el sol en bikini en la cubierta de la embarcación, siendo las primeras imágenes en las que se pueden apreciar las marcas que le dejó su trasplante de riñón del pasado verano.
Aunque la estrella ya había compartido en su cuenta de Instagram una foto en la que se podía ver su cicatriz debajo del estómago, en estas imágenes se distingue también la que tiene en el interior del muslo, consecuencia de las complicaciones que sufrió tras su primera intervención, que la obligó a entrar una segunda vez al quirófano para que le extrajeran una vena de la pierna y la utilizaran para reconstruir una arteria y sustituir la que se había roto debido a la intensa actividad de su nuevo riñón.
Tristemente, lo que más atención ha recibido en las mencionadas fotografías -dando pie a un debate paralelo en la red- no ha sido su recuperación, sino su figura. Selena está consciente de que cualquier imagen suya en bikini es analizada de manera cruel, de hecho en abril de 2016 fue objeto de críticas por haber ganado peso -casi inapreciable- durante unas vacaciones, y en esta ocasión ha decidido no mantenerse en silencio al respecto.
Recurriendo a sus redes sociales, la también actriz ha publicado un mensaje en el que afirma haberse liberado de toda presión por tratar de encajar en los cánones de belleza tradicional.
"El mito de la belleza, la obsesión por la perfección física que atrapa a la mujer moderna en un círculo sin fin de inseguridad, desesperación y odio hacia ella misma mientras trata de adaptarse a la irrealista definición que está sociedad tiene de la belleza sin defectos. Yo elijo cuidar de mí misma porque quiero, no para demostrarle nada a nadie. Dales alas para volar", es el escrito con el que Selena ha respondido a las críticas. Fuente Quien
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