Con la primavera ya instalada en el hemisferio norte y el verano a la vuelta de la esquina, ya se ha inaugurado oficialmente la temporada de selfies en ropa de baño en las cuentas de Instagram de las celebridades.
Las estrellas más veteranas en la esfera virtual conocen de sobra los riesgos de compartir ese tipo de fotografías con sus seguidores y lo difícil -por no decir imposible- que resulta complacer a todo el mundo: ante el menor indicio de un aumento o pérdida de peso, no tardan en lloverles un sinfín de críticas al respecto que pueden variar de tono en un abrir y cerrar de ojo dependiendo de la publicación.
La antigua tenista Anna Kournikova ha sido la última en enfrentarse a ese escrutinio por su físico tras compartir esta semana dos vídeos en los que aparece posando, primero, con una bata que deja al descubierto gran parte de su escote, y más tarde bailando en bikini sobre una mesa en lo que parece ser la azotea de un rascacielos.
Las dos grabaciones parecen haber sido tomadas en el set de un nuevo proyecto relacionado de alguna manera con la carrera como modelo que la pareja de Enrique Iglesias ha desarrollado de manera paralela al deporte, aunque por ahora ella no ha querido ofrecer ningún detalle al respecto.
La sección de comentarios de su perfil de Instagram no ha tardado en llenarse de mensajes de alarma por su supuesta delgadez extrema que hacían hincapié en la manera en que se pueden apreciar sus costillas superiores y sus clavículas bajo la piel. Por supuesto, en esa misma plataforma no ha tardado en iniciarse un encendido debate entre quienes comparten esa opinión y quienes, tratando de ser más cautos, han señalado que ocuparse de dos niños de un año resulta agotador y podría explicar la silueta menos curvilínea de Anna, que se convirtió en madre por partido doble en diciembre de 2017 con el nacimiento de los mellizos Nicholas y Lucy. Ella, por su parte, ha preferido mantenerse ajena a esa polémica y no intervenir.
Pero las comparaciones no se han hecho esperar. El cuerpo de la tenista en el pasado era más robusto y no se le veían tanto los huesos como en la actualidad. Fuente el diario ny
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