domingo, 10 de marzo de 2019

Piconfesiones!. Ricardo Montaner dice "Para la seducción y el acoso hay que estar disponible y yo no leo mensajes privados de Instagram".

Picoteando el Espectáculo
Luego de once minutos de conduciendo por la Lincoln Road y la avenida Collins, corazón de Miami Beach, se llega a la casa de Ricardo Montaner. Uno imagina encontrar una mansión pero, en medio de una gran tranquilidad, su paraíso vive puerta adentro.

"Tienen solo quince minutos para la nota", avisa su asistente, Josue. Puntual, Ricardo aparece en el comedor de su casa con una taza de té en la mano.

Empieza una larga charla íntima con Infobae. Preocupado por el drama de sus hermanos venezolanos, afirma que "lo que más me afecta es no saber si lo que hago a favor de ellos es suficiente".

Después de treinta años de matrimonio, en agosto viajará con toda su familia a la bellísima isla griega Santorini para renovar los votos matrimoniales con la mujer de su vida,Marlene Rodriguez Miranda, quien además oficia de sostén, organizadora, luz y sombra personal.

—¿En qué momento de tu carrera y de tu vida estás?

—Trabajando mucho. Se me juntaron varias cosas a la vez. Estoy a punto de viajara México. Voy a estar allá una temporada larga participando como jurado en el programa "La Voz" y a fin de mes tengo conciertos en Chile. En junio regreso a Buenos Aires, al Luna Park y visitaré también Uruguay y Paraguay.

Nunca intentaron seducirme porque uno tiene que estar disponible para que sucedan esas cosas. Pero como yo no estoy disponible, no me pasa

—¿Qué es lo más importante este año?

—A nivel trabajo, el lanzamiento de mi nuevo material. Ya salió el primer single "Qué vas hacer", que esta sonando muy fuerte en varios países del continente. Y el 12 de abril sale el nuevo álbum con mi nueva canción: "No me hagas daño".

—¿Qué cosas te hacen daño?

—Creo que las mismas cosas que le pueden hacer daño a cualquiera. Pero lo que más me afecta es no saber si lo que hago es suficiente. Por ejemplo, si queremos hablar de la problemática de Venezuela, siento que no hago lo suficiente, porque quiero que las cosas pasen más rápido, y a veces eso no sucede.

—¿Cómo manejas eso?

—Pienso que desde mi lugar hago lo que me corresponde: ver todo y amplificarlo hacia la gente que esta interesada. La vorágine del día a día permite preocuparnos sólo por nosotros mismos sin mirar lo que sucede alrededor.

—¿Somos muy egoístas?

—Sí, vamos por el mundo preocupados exclusivamente por lo nuestro, y por otro lado vivimos tan apresurados que ni siquiera tenemos tiempo de ver nuestras propias cosas. Todo va muy rápido. Cómo la lectura del teléfono: te acostaste y se te acaba el día, disperso en cosas que no aportaron nada.

—¿Qué es lo primero que pensás al despertarte?

—Cuando abro los ojos agarro la Biblia y busco un versículo o un salmo que pueda motivarle el día a la gente, que pueda darle un poco de esperanzas, y lo comparto en mis redes.

—Tu granito de arena…

—Sí, después transito el día lo mejor que puedo. Hay horas en que debemos detenernos para estar con la gente y no para estar detrás de la pantalla del teléfono. No aislarse en una burbuja.

—¿En algún momento perdiste el control, dijiste "acá la pifié"?

—Sí, muy probablemente.

—¿Te acordás el caso?

—Evité compartir una fecha de cumpleaños o una fecha importante para la familia por atender otras cosas. Nosotros hemos sido siempre muy cuidadosos, hablo de Marlene, de mí, de mis hijos, porque se lo hemos tratado de inculcar siempre: lo primero es la familia.

— ¿Tus prioridades?

—Mucha gente no entiende cuando suspendo un concierto porque coincide con el cumpleaños de Evaluna. En agosto me caso de nuevo con Marlene y todos nos vamos a Santorini. Entre el 20 y 28 tengo esas fechas libres para viajar. ¡Una semana bloqueada para la familia!

—Ya que mencionaste a Marlene aprovecho para preguntarte, ¿alguna mujer trato de seducirte o te sentiste acosado?

—No, nunca.

—¿¡Nunca!?

— No.

—¿Nunca te mandaron un mensaje privado por WhatsApp, Instagram o Twitter?

—Uno tiene que estar disponible para que sucedan esas cosas. Pero como yo no estoy disponible no me pasa. ¿Entiendes lo que digo? Por ejemplo: no leo mensajes directos por Instagram.

—¿A qué cosa le tenes miedo?

—A morirme o, a que alguien cercano a mi se muera. Te lo digo desde lo más profundo de mi corazón. El otro día la mamá de un amigo de mis hijos vino de visita y no la conocía. Divina la señora, cariñosa, bonita, joven. Nos sacamos fotos y se fue. Hace una semana nos llegó la noticia de que había muerto. Así, de la nada…

Creo que es tiempo de empezar a comprender que el venezolano no se va de turismo.

—¿Cómo vivís el drama de los venezolanos?

—Triste. Lamentablemente hay reiterados problemas de xenofobia contra ellos. El venezolano que empezó a irse de su país como una diáspora discreta, hoy ya se duplicó por más de tres millones y medio de personas.

—¿Cómo fue tu paso por Venezuela?

—Fui migrante, no producto de una diáspora como la que hay allá, pero sí salí de la Argentina con mi papá, mi mamá y mi hermanita. Buscando posibilidades y oportunidades nos fuimos para vivir a Venezuela. Llegamos con un contrato de dos años, pero no sabíamos si teníamos que regresar o no. Pero en Venezuela nos recibieron con los brazos abiertos.

—¿¡Qué paradoja! ¿Cómo sentís que los recibe el mundo?

—Hoy los venezolanos se van caminando, duermen tirados en la calle, en medio de las carreteras, pasan hambre, frío, inclemencias. Pero al mismo tiempo, cuando entran ya se los mira como si fueran plagas. Creo que es tiempo de empezar a comprender que el venezolano no se va de turismo.

— Si tuvieras la posibilidad de tomar un café o hablar con las personas que te voy a nombrar ¿Qué le dirías?

—Muy bien, empieza…

—¿A Marlene?

—No sé que no le haya dicho yo a ella. Creo que no me queda nada por decirle…

—¿A tus padres?

—Si volviera a tenerlos enfrente, si Dios me diera ese regalo, les diría cuánto los ame, y les pediría perdón por no estar con ellos todo el tiempo que hubiese querido.

— ¿A Nicolás Maduro?

—Jamás tomaría un café con él.

—Ok, un café no, pero si pudieras hablarle uno minutos…

—Ni tomaría un café, ni conversaría con él. Lo único que le diría es que como cristiano tengo la obligación de hablarle de Jesús, y lo que Jesús puede significar en su vida: lo invitaría al arrepentimiento, a recibir a Cristo y a que deje libre al pueblo venezolano.

—¿A Macri?

— Tuve la posibilidad de verlo dos veces en un concierto mío. Me hizo muy feliz que fuera cuando todavía no era presidente. Como a todo presidente que conocí, lo primero que haría es hablarle de Cristo y de la gran diferencia al actuar cuando tienes a Cristo en tu corazón.

—¿Qué es lo último que pensás cuando te vas dormir?

— Lo que pasa es que me duermo en el pensamiento. No sé qué pienso y lo que sea que este pensando me duermo con eso…

—¿No pensás en lo que tenés que hacer al otro día?

— No. Hago un repaso de lo que hice. El otro día cuando llegue de Cúcuta, después de cantar en el concierto estaba agotado, porque ese día madrugamos mucho para irnos, cantar y volver. Fueron muchas horas de intensidad, nervios, tensión. Mi familia me decía: "No sabemos si eso es un lugar seguro". A las tres de la mañana seguía despierto….

—¿Cómo domaste tanta adrenalina?

— Pensando, asimilando lo que sucedió. Mientras estás en el lugar no te das cuenta de lo que verdaderamente significaba ese hecho. Treinta y cinco artistas ahí abogando y gritando por la libertad de un país. Mucha gente dice "Ah, bueno es música y ya"

—¿Pero?

— No es música y ya. Hubo un simbolismo muy fuerte. Ese concierto significó mucho de cara al mundo, más de un planeta no sabía qué era la palabra Venezuela. Fuente Infobae

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