miércoles, 3 de abril de 2019

Piconfesiones!. Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler cuentan la historia desconocida de su romance.

Picoteando el Espectáculo
Han tardado cuatro años pero finalmente, Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler han contado en una entrevista su versión sobre el idilio que sacudió el mundo de la cultura, la política y el corazón hace cuatro años. La puesta en escena ha sido cuidadosamente medida: no han escogido un medio español sino peruano, la revista Cosas. El autor de la entrevista es Santiago Roncagliolo, escritor peruano, cercano a Vargas Llosa y biógrafo de James Costos, el exembajador estadounidense en España que es amigo de Preysler. En la charla, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, la pareja desvela detalles hasta ahora desconocidos de su romance.

Antes de hacerse pública su relación, en la primavera de 2015, el editor de una revista llamó a Isabel Preysler porque tenía fotos de Mario Vargas Llosa y de ella en la casa de Enrique Iglesias en Miami y pensaba publicarlas. Era el primer documento que confirmaba la relación de la pareja y por tanto tenían gran valor. "Le dije al editor que ya estaba cansada de esto. La gente acababa de estar liándome con el presidente del Real Madrid Florentino Pérez y yo no quería empezar de nuevo con otro rumor", recuerda Isabel Presyler sobre aquel momento. "Lamentablemente, no tenía manera de detener la publicación de las fotos. Al final, lo que nos salvó fue que la terraza de Enrique está techada. Puede parecer una tontería, pero ese detalle es una diferencia importante: si un juez llegaba a considerar ese lugar como un interior de la casa, podría acusar a la revista de atentado contra la intimidad y condenarla a pagar una indemnización millonaria. Quizá el editor hizo sus consultas legales y por eso prefirió no arriesgarse a publicar las fotos".

Pero saberse descubiertos cambió la actitud de la pareja con los medios de comunicación. Una portada de la revista ¡Hola! que mostraba a la pareja una noche por las calles de Madrid oficializó su relación en junio de 2015. Horas después Patricia Llosa de Vargas, entonces esposa del premio Nobel de Literatura, pedía respeto para la privacidad y negaba que estuviera separada del escritor. “Mis hijos y yo estamos sorprendidos y muy apenados por las fotos que han aparecido en una revista del corazón. Hace apenas una semana estuvimos con toda la familia en Nueva York celebrando nuestros 50 años de casados y la entrega del doctorado de la Universidad de Princeton. Les rogamos respetar nuestra privacidad”, decía en un comunicado.

Esa noche la pareja tenía planeado salir a cenar a un restaurante. Para no echar leña al fuego, Isabel Preysler propuso quedarse en casa y evitar a los periodistas. Pero en algún momento iban a tener que admitir lo que ocurría. Y Vargas Llosa había decidido dejar de esconderse por lo que argumentó a su pareja: "Ahora sí que salimos a cenar. Con más razón. Porque ese comunicado no dice la verdad. Y no puedes dejar que decida tu vida un grupo de paparazis".

Muchas personas, incluso del entorno del novelista, desaprobaron las formas de la ruptura entre él y su esposa. Y se formó una corriente de opinión muy fuerte contra Preysler. Con el fin de contrarrestarla, la entrevista está llena de mensajes: la pareja intenta dejar claro, por ejemplo, que no cobraron por esas fotos, ni por ninguna de su vida privada. Que no se lucraron con esa portada: "Hay gente que cree que vendo las fotos yo misma ¡Yo no cobro un céntimo!". Preysler precisa que Vargas Llosa ya se había separado de su esposa cuando apareció esa portada, y que aún así, ella intentó que no se publicara ninguna imagen de ellos. Pero el acoso de los paparazis es difícil de contener.

Las complicadas relaciones de Vargas Llosa con sus tres hijos después de ese momento también se explican y también el momento en el que se encuentran en la actualidad. "Algunos temas aún son tabú entre nosotros", dice el escritor." Pero poco a poco, he ido restableciendo una relación amistosa y cordial con buena parte de mi familia. No con todo el mundo pero sí con buena parte. Eso es muy importante. Sobre todo porque tengo cinco nietas y un nieto. No me los quiero perder".

La pareja muestra una gran complicidad. Hablan de sus viajes juntos. Y se dejan ver bromeando a lo largo del reportaje. Ella tiende a reírse de cómo el escritor añade literatura a sus anécdotas y se define como "más de izquierdas" que Vargas Llosa, mientras él cuenta sus dificultades para soportar el acoso de la prensa rosa.
Fuente El Pais

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