El padre de David habla con elCaribe sobre las duras y largas horas vividas tras lo sucedido a su hijo el pasado domingo
Corría la parte final de la década de los 90 y Leo Ortiz tuvo un presentimiento: sal hacia Florida que David necesita un consejo.
Corría la parte final de la década de los 90 y Leo Ortiz tuvo un presentimiento: sal hacia Florida que David necesita un consejo.
De hecho estaba en lo correcto. Su hijo, entonces bajo firma con los Mellizos de Minnesota, estaba cerca de abandonar el béisbol profesional y con ello se derrumbarían los sueños que luego se conquistaron.
Una conversación, entre amigos, en un lugar de comida, calmó la furia de quien años después confeccionaría una carrera de Salón de la Fama.
Mucho tiempo después, un domingo nueve de junio que marchaba con alegría se tornó plomizo y luego pasó de oscuro a incierto.
Y ahí Leo, el progenitor y mano derecha del Big Papi, tuvo que lidiar con algo que jamás pensó le tocaría.
“Uno lo que hace es encomendarse a Dios. Yo me encomendé a Dios”, dice el señor Ortiz a elCaribe, tras muchas horas sin poder conciliar el sueño por los predios del centro médico Abel González. “Cuando uno sabe el tipo de persona que es el hijo de uno, una persona que no es de problemas, pues eso te deja sin palabras”, comentó.
El padre del otrora estelar jugador de los Medias Rojas admite que “perdí la noción del tiempo, de todo cuando me enteré del hecho. Estas han sido largas horas desde que supimos la noticia hasta que terminó la cirugía”. El proceso quirúrgico de David terminó entre las 3:20 y las 3:30 de la madrugada de este lunes después de que fuese impactado por una bala, que le entró por la espalda y salió por el abdomen, el domingo en la noche en un centro de diversión de la zona oriental.
Cuenta el señor Ortiz que al momento de observar el vídeo de la agresión a su vástago, lo peor es poco para lo que pasó por su mente. “Me le tiraron a matarlo fue”, dijo. “Vuelvo y te digo que perdí la noción de todo”.
Uno para el otro
Leo ha sido testigo de la mayoría de logros de su hijo, a quien en varios años le espera una invitación para Cooperstown.
Muchas veces ha tenido que hablar con los medios sobre los logros de uno de los mejores bateadores designados que se han visto en los registros del béisbol, autor de 541 cuadrangulares, 632 dobles y 1,768 impulsadas y protagonista de tres coronas, pero del domingo hasta ayer sus palabras se movían en un ambiente que jamás se desea, como es el de saber que un ser querido lucha por su vida.
“Es angustiante y más cuando pasan las horas y no has podido hablar con él. Muchas veces me pregunto y aún me sigo preguntando, ¿por qué a él si no es de problemas?”.
David pudo hablar ayer antes de irse hacia Boston. “¿Qué fue lo que pasó?”, fue su primera reacción, según informó su relacionista público, Leo López.
Para Leo Ortiz, eso fue un alivio. De todas formas, el reto mayor continúa en un largo proceso de recuperación, donde le tocará ser parte de la misión como hace más de 20 años bajo el duro sol del Estado de Florida.
Fuente el caribe
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