martes, 4 de febrero de 2020

Piconfesiones! La historia de Val Kilmer. El actor cuyo carácter indomable arruinó una carrera destinada a la gloria.

Picoteando el Espectáculo
El adolescente rubio e indudablemente apuesto se prepara para filmar un comercial de hamburguesas. Debe sonreír a cámara y poner cara de saborear el plato más exquisito del planeta. Primera toma y ¡corten! Segunda toma y ¡corten!, así varias veces. No hay caso, no logra su cometido, así que se acerca al director y le aclara: “No soy capaz de fingir que me gustan las hamburguesas que anuncio”.

El hombre lo mira con más asombro que enojo. El muchacho realiza una mueca similar a un saludo y se va del estudio sin pena ni culpa. Acaba de cumplir 12 años y no será la primera ni la última vez que muestre su carácter. Ese mismo temperamento lo llevará a pelearse con directores, asistentes y hasta con Marlon Brando. Ese muchachito se llama Val Kilmer y cuenta con todo lo necesario para transitar por la autopista del éxito pero terminará andando por el sendero de la amargura.

Val Kilmer nació el último día del año 1959 en la ciudad meca del cine: Los Ángeles. En la escuela los profesores de literatura lo amaban ya que escribía obras de teatro que además eran muy buenas. Fue representando una de sus creaciones que logró lo que parecía imposible: entrar en Juilliard en la ciudad de Nueva York. “Para mi audición no encontré nada contemporáneo que no hubieran visto cientos de veces antes. No sabía lo que estaba haciendo, pero funcionó”. Lo que lo evaluaron ignoraban que, el día anterior, Wesley Kilmer, su hermano menor, sufrió un ataque epiléptico y se ahogó en la pileta familiar.

Pero Val no mostró su dolor. Había cumplido 17 y se convirtió en el estudiante más joven en ser aceptado en el famoso conservatorio de arte. Instalado en la Gran Manzana, mitad en chiste y mitad en serio contó sus motivaciones para dedicarse a la actuación. "Descubrí que para tener dinero había que trabajar y sabía que no podía realizar un trabajo normal. Así que pensé que actuar sería bueno, porque básicamente hacés tu propio horario, te pagan fortunas y conseguís chicas“.

En Juilliard compartió clases con Kevin Spacey. Su debut no fue en el cine sino en una obra musical en Broadway, Slab boys is here, junto a Kevin Bacon y Sean Penn. Imaginen lo que serían los tres en el escenario y sí, dan ganas de retroceder en el tiempo para comprar entradas en primera fila. Val parecía que contaba con la combinación perfecta: talento y suerte.

En el cine despegó directo con un protagónico en la comedia Top Secret (1984). Interpretaba a un cantante de rock y se metió tanto en su rol que grabó un disco con las canciones del personaje. Para algunos lo hizo por perfeccionista y para otros, por insoportable. Después de eso, su representante recibió varias propuestas, pero el actor decidió que era un buen momento para ¿volver al teatro? ¿Grabar una serie? ¿Dedicarse a la música? Ninguna respuesta es correcta. Decidió irse de mochilero por Europa a escribir poesía.

Dos años después, le ofrecieron ser la contrafigura de Tom Cruise en Top Gun. Ni él quería aceptar ni los productores querían que estuviera pero Tony Scott, el director, los convenció a todos. La película fue un exitazo que pronto tendrá su secuela, pero sin dudas no hubiera sido lo mismo si al bonito Maverick no se lo contraponía con Iceman. La rivalidad figuraba en el guión y en la vida real. Jamás salían juntos ni coincidían en el mismo sitio.
Val cambió de registro al participar en Willow, una historia de fantasía. Luego llegó su protagónico en The Doors donde encarnó a Jim Morrison. Su interpretación del poeta y cantante fue tan visceral que en algunos momentos del rodaje, los miembros de la banda originales no distinguían entre la voz de Kilmer y la de Morrison. Para prepararse para el papel perdió varios kilos y pasó seis meses ensayando canciones. Memorizó 50 y 15 las interpretó en la película.

Mientras su prestigio crecía, su lista de romances también. Era difícil no enamorarse de ese hombre de belleza magnética aunque inquietante, que siempre parecía sonreír con sus labios pero jamás con su mirada. Su primer affaire fue con Cher, cuando él arañaba los 22 y ella pasaba los 36. Después vendrían Daryl Hannah, Drew Barrymore, Elisabeth Shue y Cindy Crawford. Con la modelo se peleó cuando ella apareció en una cita con una gorra de Planet Hollywood. Val odiaba Schwarzenegger, Stallone y Willis, sus propietarios.

Luego de interpretar a Morrison se convirtió en el actor del momento, pocos podían mostrar su versatilidad. Hizo comedia (Top Secret) , fantasía (Willow) , biopic (The Doors) , western (Tombstone) , acción (To Gun) , superhéroes (Batman Forever) , ciencia-ficción (Planeta rojo), drama con discapacidad (A primera vista) y thriller (El santo) .
En la década del 90 lideraba las listas de “actor más talentoso de su generación” y peleaba cabeza a cabeza con Tom Cruise y Brad Pitt por el puesto del “más lindo”, el “más exitoso”. Si hubiera existido, se habría impuesto en el ranking de “lo más de lo más”. Pero entonces, ¿qué pasó con él? Se sabe que a Hollywood le gustan los chicos rebeldes en la pantalla y obedientes fuera del set. Kilmer en lo primero era ideal y para lo segundo, una pesadilla.

Uno de sus primeros “escándalos” fue cuando encarnó a Batman y decidió abandonar la franquicia porque "nadie se preocupa del personaje de Bruce Wayne, solo quieren que los villanos se luzcan y poner mi cara en la caja del Happy Meal”. Las crónicas aseguran que el director Joel Schumacher, le partió la cara de una piña, cansado de ver cómo humillaba a sus compañeros. Schumacher lo describió como “infantil e imposible” y contó que “después de nuestra pelea se pasó dos semanas sin hablarme. Fueron dos semanas de felicidad total. No era un actor difícil, era un actor psicótico”.

Pero hay más “perlitas” del único Batman rubio de la saga. Durante el rodaje de Tombstone, un extra interrumpió una conversación entre él y el director para enseñarles una langosta que había encontrado en el desierto. Val la tomó y se la comió. “Como saben, tengo reputación de complicado pero solo con la gente estúpida”, explicó después de tragársela. Durante el rodaje de Extremadamente peligrosa, discutió con el director y se desahogó disparando balas de fogueo contra su auto. Pero fue al rodar La isla del doctor Moreau con Marlon Brando que su fama estalló.

“Todo lo que podía salir mal, salió mal. El rodaje se puso fuera de control” relató Richard Stanley, su director. “Los productores tomaron la decisión de consentirle todos los caprichos, por extraños que fueran. Exigió, por ejemplo, que le construyeran una casa en un árbol y, cuando empezamos con la primera escena del rodaje, se empeñó en que despidiéramos a un actor que, caracterizado leía en voz alta las páginas de un libro. Su megalomanía tuvo un efecto de contagio y todo el mundo se puso a exigir cosas”.

A las pocas semanas Stanley fue despedido y convocaron de urgencia a John Frankenheimer. Dicen que después de filmar la última escena, el director gritó: “¡Corten! ¡Ahora saquen a ese desgraciado de mi set!”. Desde entonces no deja de repetir que hay dos cosas que jamás hará en su vida: escalar el Everest y volver a trabajar con Kilmer.

Los problemas no eran solo con directores también con sus compañeros. En una ocasión, Brando revoleó el celular de Kilmer y le aconsejó “no confundas el tamaño de tu cheque con el tamaño de tu ego”. Muchos años después Val reconocería que tuvo actitudes que aprendió de “la escuela de Marlon Brando”. No lo imitó en el aspecto interpretativo sino en el estilo de vida, “en la actitud de que el director no sabe lo que está haciendo y de despreciar a casi todo el mundo en el rodaje. Básicamente, malcriado. Brando era extremadamente talentoso, un genio, pero también un malcriado”, describió Val.

A sus problemas laborales se le sumaron los de su vida personal. Al terminar otro día de grabación llegó a su hotel y para relajarse prendió el televisor. Sintonizó CNN y ahí se enteró que su esposa Joanne Walley le pedía el divorcio al parecer harta de sus infidelidades. Llevaban siete años casados y eran padres de Mercedes, de tres años y de Jack, de apenas cinco semanas. Como frutilla del postre, ese año por primera vez no apareció en la lista de los más lindos ni los más talentosos sino en la de “las personas más aterradoras de Hollywood”.

Su carrera entró en declive. Una serie de malas decisiones artísticas como protagonizar la adaptación de El Santo y Planeta rojo fueron acompañadas de fracasos rotundos en taquilla. Y se sabe en Hollywood –como en muchos ámbitos- un fracaso amoroso se olvida, un escándalo privado se tapa, pero un fiasco económico se castiga.

Kilmer culpa de su caída a su ex mujer que asegura organizó una campaña en su contra, a los malos directores, a la prensa y a que nunca aceptó bailar al ritmo que Hollywood le marcaba. Dice que trabajó poco porque después del divorcio se dio cuenta de que cada vez que volvía de un rodaje, sus hijos eran personas distintas y no quería perderse su crecimiento.

Se compró un rancho en Nuevo México de 2500 hectáreas y se hizo devoto de la cienciología que entre otros preceptos no cree en la medicina. Hace un par de años Michael Douglas contó que –como él- padecía cáncer de garganta aunque a diferencia suya se negaba a recibir tratamiento.
Kilmer parece una sombra de lo que fue. Para algunos fue autodestrucción, para otros solo es una víctima más de esa picadora de carne llamada Hollywood. La gran estrella de los 90 ensaya una explicación: “Mis representantes eran estupendos, pero no los escuché. Ojalá lo hubiera hecho. Me aconsejaban cosas inteligentes como 'si estás en una película de éxito, te conviene hacer otra de éxito inmediatamente‘ porque cuando una película fracasaba, los ejecutivos necesitaban encontrara quien culpar y contaban historias sobre mí en las fiestas”.

Dicen que Jim Morrison aseguró que la única gente que le interesaba “es la que está loca, loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse; con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas”. El Val Kilmer de hoy está lejos de ser el actor exitoso de ayer, pero a Morrison y a unos cuantos de nosotros su vida nos resulta por demás interesante. Fuente Infobae

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