María E. Pérez-El caribe
Picoteando el Espectáculo
Julie Carlo es considerada como una de las mejores presentadoras de televisión de todos los tiempos en la República Dominicana.
Su vocación era estudiar Ingeniería Química, pero se dio cuenta que no “daba para eso”, cuando cursó la asignatura “Termodinámica” y no soportaba el olor del azufre que había en el laboratorio. Julie Margarita Carlo Raymond, su nombre de pila, saltó a la fama en los años 80 en el programa El Show del Mediodía”, donde compartió la animación con Cheo Zorrilla, Anthony Ríos, Daniel Díaz Alejo, Freddy Beras Goico y Yaqui Núñez del Risco. Su excelente trabajo en la maestría de ceremonias abrieron las puertas a la comunicadora para participar en eventos internacionales de belleza, congresos, ferias comerciales y premiaciones importantes.
Julie Carlo es considerada como una de las mejores presentadoras de televisión de todos los tiempos en la República Dominicana.
Su vocación era estudiar Ingeniería Química, pero se dio cuenta que no “daba para eso”, cuando cursó la asignatura “Termodinámica” y no soportaba el olor del azufre que había en el laboratorio. Julie Margarita Carlo Raymond, su nombre de pila, saltó a la fama en los años 80 en el programa El Show del Mediodía”, donde compartió la animación con Cheo Zorrilla, Anthony Ríos, Daniel Díaz Alejo, Freddy Beras Goico y Yaqui Núñez del Risco. Su excelente trabajo en la maestría de ceremonias abrieron las puertas a la comunicadora para participar en eventos internacionales de belleza, congresos, ferias comerciales y premiaciones importantes.
Serie palito
Soy serie palito desgraciadamente. Digo así, porque de niña no tuve ese refugio que es el campo, pues no tenía a nadie a quien visitar, toda mi familia vivía en la capital, tal vez uno que otro en Santiago, pero ellos siempre venían. Cuando mis amiguitas llegaban de sus vacaciones y contaban que fueron a visitar algún familiar fuera de la ciudad, que fueron al río, a montar caballo, y que a mí me tocaba la ciudad solita y triste las miraba con tanta envidia. Pasé mi niñez y adolescencia en el Evaristo Morales, por suerte en ese tiempo estaban de moda las fiestecitas en las casas, nos reuníamos a la cuatro de la tarde con un solazo para ir a la casa de alguna amiguita a oír música en el tocadiscos, era una maravilla. Soy la segunda de tres hermanos, José Manuel es el mayor y Rafael Arturo el más pequeño. Recuerdo que mi hermano mayor me obligó a amar las artes marciales, tuve que ver con él todas las películas de Bruce Lee, Kung-Fu para que me pudiera acompañar a las fiestas, aunque él solo me lleva tres años”.
Soy serie palito desgraciadamente. Digo así, porque de niña no tuve ese refugio que es el campo, pues no tenía a nadie a quien visitar, toda mi familia vivía en la capital, tal vez uno que otro en Santiago, pero ellos siempre venían. Cuando mis amiguitas llegaban de sus vacaciones y contaban que fueron a visitar algún familiar fuera de la ciudad, que fueron al río, a montar caballo, y que a mí me tocaba la ciudad solita y triste las miraba con tanta envidia. Pasé mi niñez y adolescencia en el Evaristo Morales, por suerte en ese tiempo estaban de moda las fiestecitas en las casas, nos reuníamos a la cuatro de la tarde con un solazo para ir a la casa de alguna amiguita a oír música en el tocadiscos, era una maravilla. Soy la segunda de tres hermanos, José Manuel es el mayor y Rafael Arturo el más pequeño. Recuerdo que mi hermano mayor me obligó a amar las artes marciales, tuve que ver con él todas las películas de Bruce Lee, Kung-Fu para que me pudiera acompañar a las fiestas, aunque él solo me lleva tres años”.
Refugio en la lectura
De niña era muy retraída, lo mío era refugiarme en la lectura. Cuando llegaba a una casa lo primero que miraba era si había libros, pues para mí el libro era el gran tesoro. Me leí todas esas grandes novelas, cuentos, a Alejandro Dumas, la literatura clásica era mi pasión. Leer era la manera de entretenerme, porque mis hermanos se iban, uno a jugar basquetbol, y el otro a montar bicicleta. Mi mamá no me dejaba montar bicicleta, ni patinetas, ni patines, me decía que me podía caer y quedarme cicatrices en las piernas. Hubiera dado mi vida por montar patines, veía con mucha envidia a otros montarlos”.
De copiloto
Mi papá Manolo Carlo era un gran explorador, le encantaba coger el mapa y recorrer los pueblos, yo era su copiloto. Nos íbamos por carreteras secundarias para conocer, teníamos un vehículo viejísimo que lo consiguió a muy buen precio en la embajada americana. A mi papá le gustaba ir a las pensiones del pueblo, había personas que rentaban habitaciones y daban el desayuno y la cena. Él me enseñó tantas cosas lindas. Mi mamá Andrea Raymond era una persona de espíritu crítico, le gustaba conversar y había que oírla. Conversaba sobre sus años de juventud, me sé todas sus historias. Mami era haitiana, fue secretaria en la embajada haitiana en la República Dominicana, vino aquí camino de Venezuela, la hija del embajador se había casado y ella vino a sustituirla. Mi papá trabajaba en la cancillería, como eran los dos solteros desayunaban y comían juntos y ahí comenzaron a tratarse hasta que se enamoraron y se casaron”.
Primer trabajo
Durante la revolución mi papá trabajaba en el Instituto Cultural Dominico Americano como contador, que era su profesión. Cuando llegaba del colegio salesiano me iba con él al instituto, ahí empecé a estudiar inglés, tenía siete años. Recuerdo que ya a los doce había hecho todos los cursos para niños, todos los de adultos y los de conversaciones. Mi primer trabajo fue como recepcionista en una inscripción del Dominico, tenía que hablar en inglés y en castellano para orientar a las personas sobre los cursos. Todo el mundo me conocía, ayudaba en la biblioteca a clasificar los libros, a recortar los periódicos y ponerlos en sus sitios. Me leía todas esas revistas que llegaban al país, la Vogue, la National Geographic…. En el Domínico conocí a Guillo Pérez, entre muchos otros artistas que hacían sus exposiciones allá, participaba en el montaje, los ayudaba, el ambiente cultural del Dominico fue muy lindo, ahí pasé 6 años de mi vida estudiando inglés”.
Sala de tareas
Cuando terminé de estudiar inglés, comencé una sala de tareas en mi casa, tenía 12 años. Le daba clases de inglés, matemáticas y literatura a los hijitos de las amigas de mami, mi papá me había comprado una mesa y una pizarra, me sentía feliz. Cuando llegaba de la escuela me bañaba, me cambiaba, almorzaba y a las dos y media de la tarde empezaban las clases hasta las 5:30 de la tarde. Me tocó darle clases a mi hermano más chiquito, era mal estudiante, de hecho los dos, al grande le daba trabajo las matemáticas y el chiquito no quería estudiar, yo era excelencia en todo. Para verano siempre tenían que contratar un profesor para ellos, entonces me colaba en las clases de álgebra, de física, siempre me gustó estudiar, el aprender para mí es fascinante. Cuando terminaba de dar mis clases veía un poco de televisión, cenaba y me acostaba”.
Maestra por invitación
Entré a hacer el bachillerato en el Colegio Aurora Tavares Belliard, en la Evaristo Morales, estaba recién abierto. Ese fue el sitio donde por primera vez di clase formal. Antes no todos los estudiantes liberaron las materias, tenían que hacer sus exámenes generales, entonces entré como profesora, tenía 16 años. Impartía clases de inglés y naturales en sexto grado, pensaba que era grande, me ponía tacones, me hacía un moño alto para que pensaran que era mayor. Siempre era la maestra taponera, la sustituta cuando faltaba una.
Jugaba a la profesora, ponía a todos a trabajar, les decía a los estudiantes abran los cuadernos, eso me encantaba. También le daba clases a mi hermanito. Luego pasé al Centro de Educación Integral (CEDI) donde está la UTE, que estaba recién abierta, aún no había cumplido 18 años. Recuerdo que cuando llegaban los inspectores de la Secretaría de Educación, Mercedes Carmen, encargada de bachillerato, me mandaba a esconder porque todavía no tenía la edad para trabajar como maestra. Impartí clases de séptimo, octavo, primero, segundo y tercero de bachillerato, tenía un horario variado.
Después comencé a trabajar en Radio Pueblo, una emisora de música americana donde duré dos años”.
Radio HIN
De Radio Pueblo pasé a HIN que era la competencia, pero también estaba en Solano en Domingo. El director de cámara, Ernesto Quiñones también lo era del Show del Mediodía. Un día me preguntó si me gustaría trabajar como presentadora, me preguntó dónde me podía contactar, le di mi teléfono y lo cité en APEC donde cursaba una Licenciatura en Lenguas Modernas. Allá fue Yaqui Núñez, me dijo que me había visto trabajar, que tenía muy buenas referencias de parte de Quiñones. Eso fue como en el 81. Él me dijo que cuando regresara de Cuba hablábamos, pero nunca me llamó. Estando en clases junto al maestro Solano, que también cursaba una licenciatura en APEC, me dijo el lunes tú vas a trabajar en el Show del Mediodía, él era la orquesta de planta. Ese día llegué temprano, ya estaba el maestro y Jojó Pérez. Cuando pregunté por Yaqui, me dijeron que llegaba más tarde, pero era mentira, se habían separado, ya no había Show del Mediodía en Radio Televisión Dominicana y me quedé en el aire. Cuando pregunté qué había pasado no me dijeron nada, ellos se quedaron con el show, duraron un tiempo y se fueron para el canal nueve, entonces comencé a trabajar en teatro”.
Radio HIN
De Radio Pueblo pasé a HIN que era la competencia, pero también estaba en Solano en Domingo. El director de cámara, Ernesto Quiñones también lo era del Show del Mediodía. Un día me preguntó si me gustaría trabajar como presentadora, me preguntó dónde me podía contactar, le di mi teléfono y lo cité en APEC donde cursaba una Licenciatura en Lenguas Modernas. Allá fue Yaqui Núñez, me dijo que me había visto trabajar, que tenía muy buenas referencias de parte de Quiñones. Eso fue como en el 81. Él me dijo que cuando regresara de Cuba hablábamos, pero nunca me llamó. Estando en clases junto al maestro Solano, que también cursaba una licenciatura en APEC, me dijo el lunes tú vas a trabajar en el Show del Mediodía, él era la orquesta de planta. Ese día llegué temprano, ya estaba el maestro y Jojó Pérez. Cuando pregunté por Yaqui, me dijeron que llegaba más tarde, pero era mentira, se habían separado, ya no había Show del Mediodía en Radio Televisión Dominicana y me quedé en el aire. Cuando pregunté qué había pasado no me dijeron nada, ellos se quedaron con el show, duraron un tiempo y se fueron para el canal nueve, entonces comencé a trabajar en teatro”.
Momento espectacular
Un momento espectacular fue la primera vez que animé un show en Bellas Artes. Niní Cáffaro montaba obras y me propuso trabajar con él, pero seguía en el Show del Cuatro. Recuerdo que hicimos Caperucita Roja, Vamos a Contar Mentira, entre otras obras. Después, trabajé con Nancy Álvarez y con Enrique Chao. Luego de dos años, me volvieron a contactar del Show del Mediodía. Para entonces se dio una dinámica maravillosa, Freddy deja el Gordo de la Semana en una etapa de receso y entra al Show del Mediodía, Cecilia García se divorcia de Hatuey y también se integra al programa, y así fueron llegando los comediantes. Roberto Salcedo llegó en una segunda etapa. Fue la mejor época de la televisión diaria, esos años 80 jamás volverán. En el show conocí a todos los artistas, sus luchas, sus cambios, logros hasta que llegó la guerra de las papeletas”.
Guerra de las papeletas
La guerra de las papeletas marcó un cambio en la televisión dominicana, es un juego que lo permite el sistema. En ese entonces Leonel Almonte le preguntaba a uno cuánto quería ganar, uno se quedaba asombrado, cambió la televisión porque había dinero. Se destruyó el estudio Antena Latina y se hizo uno nuevo, los equipos eran modernos, quien reúne el grupo y se lo ofrece a Leonel Almonte es Milton Peláez. Él nos ofreció un programa personal, el mío se llamaba Julie Carlo y Estudio Siete, el de Cecilia se llamaba Cecilia en Facetas, Tania y Carlos Alfredo tenían el suyo, Cuquín también. Luego, el Canal 13 empezó a tener un poco más de acogida hasta que entramos en la parte del Internet. En el 91 Pedrito Núñez del Risco compró Caribe Show, Radio Televisión Dominicana acababa de recibir una inversión del gobierno japonés, en el segundo piso hicieron un estudio maravilloso y nosotros lo estrenamos, Carlos Alfredo y yo éramos los animadores de esa nueva etapa. Después de ahí me fui a los Estados Unidos”.
Etapa importante
Por motivos personales decidí abandonarlo todo e irme a los Estados Unidos. Con esa decisión mucha gente se sentía traicionada, me decían de todo, pero nadie me preguntaba si tenía comida en mi casa. Acababa de comprar una vivienda en la zona universitaria, tenía tres hijos y estaba embarazada de la cuarta que nació allá. Las dos hijas pequeñas son fruto de mi segundo matrimonio. Cuando nació la más pequeña, desde que le llegó el acta de nacimiento volvía al país, vendí mi casa, compré un apartamento y se lo dejé a mi mamá. En Estados Unidos me encontré con mucha gente que me preguntaba por qué no me iba para Miami, me hablaban de proyectos, querían un rostro conocido. Nos fuimos a Miami en el 96. Allí trabajé en el consulado dominicano cuando nombraron a Javier González como cónsul. Yo tenía un programa que se llamaba Santo Domingo al Día con Rafael Rosario, en el me tocó presentar a Leonel Fernández, hicimos una presentación en el Hayat en Florida, él vino con su consejo de gobierno compuesto por don Popi Bermúdez, Mario Lama, Bernardo Vega y Felucho Jiménez. Se lo presentamos a la comunidad dominicana, hicimos un acto en el que fui la intermediaria entre la comunidad y el nuevo consejo”.
En Miami me involucré en el tema de las mudanzas, era una pesadilla traer algo al país desde los Estados Unidos, querían cobrar un ojo de la cara. Cuando salió Balaguer del poder, la gente tenía ese deseo de volver a su patria, entonces empezamos a preparar las mudanzas, le indicábamos a la gente el piso y la persona que tenían que buscar en el Huacalito cuando llegaran al país, les entregábamos todos sus papeles y les garantizábamos que nadie tocaría sus mudanzas. Ese fue mi trabajo durante dos años. Además, durante mi trabajo en el consulado hicimos eventos, premiaciones e invitamos a gestores culturales para hablar de la cultura dominicana.
Cuando salí del consulado empecé un programa, estuve ahí hasta que entrevisté a una dominicana que es terapeuta de apellido Duarte, ella tenía una escuela. Nos hicimos amigas, fue también mi terapeuta, tanto así que me hice profesional en el área con ella y otro maestro y me quedé trabajando con ella como terapeuta en su Instituto de Hipnosis. Ahí descubrí la manera de poder ayudar a una persona”.
Escolta
Mi papá Manolo Carlo era un gran explorador, le encantaba coger el mapa y recorrer los pueblos, yo era su copiloto, tenía como 8 años. Nos íbamos por carreteras secundarias para conocer”.
Gran tesoro
De niña me refugiaba en la lectura, cuando llegaba a una casa lo primero que miraba era si habían libros. Para mí el libro era el gran tesoro”.
Deseo
Mi mamá no me dejaba montar ni patinetas, ni patines, me decía que me podía caer y entonces me quedaban cicatrices en las piernas”.
Recuerdos
Mi mamá era una persona de espíritu muy crítico, a ella le gustaba conversar sobre los años de su juventud. Me sé todas sus historias”.
Escolta
Mi hermano mayor me obligó amar las artes marciales, tuve que ver con él las películas de Bruce Lee para que me acompañara a las fiestas”.
Como pasamos de tener estos grandes profesionales a la vagabunderia que tenemos hoy? Cueros que no saben modular la voz ni hablar y pajaros que solo saben hablar de sexo. De Julie Carlo a Amelia Alcantara. Esto se jodio.
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