domingo, 22 de marzo de 2009

La Vega, sin teatro

POR DÉCADAS, EL AMOR AL TEATRO ES PARTE DE LA CULTURA DEL PUEBLO VEGANO
En 1910 se inaugura el teatro La Progresista, con el diseño del teatro de la Opera de París-Francia, traído por Zoilo Hemogenes García, el 5 de agosto de ese año.

La Vega.- La ciudad culta, olímpica y carnavalesca de La Vega, lugar de encuentros multidisciplinarios, de grandes intelectuales y tradiciones ancestrales hoy no tiene un teatro, ni fecha de terminación de una instalación a medio hacer enclavada en el Centro Salesiano DOSA y prometida a la ciudad por la Oficina Supervisora de Obras del Estado.

La Vega, ciudad sede del primer teatro en la región del Cibao, el llamado “La Progresista”, es la gestora para realizar las actividades por el centenario del natalicio de su gran hijo, Juan Bosch Gaviño, pero actualmente no un lugar a donde reunir a más de cien personas para un acto de gran envergadura.

Es lamentable descubrir que hoy La Vega se encuentra sin teatro, pero a finales del siglo XIX, la provincia era el foco de encuentros intelectuales y culturales iniciados por Federico García Godoy, uno de los críticos literarios más sagaces de su época.

Denominada en su fundación como Sociedad Cultural y Filantrópica, La Progresista, Inc, se concibió la idea de construir un cine-teatro como lugar de encuentro para las tertulias llevadas a cabo por los artistas, literatos e intelectuales que asistían a esos encuentros.

El primer teatro
La responsabilidad de su construcción estuvo a manos del ingeniero Zoilo Hermógenes García Peña, quien se inspiró en la Ópera Chica de París, Francia. La edificación sería el escenario para la presentación de obras teatrales por las condiciones, sobre todo acústicas, que poseía. Abre sus puertas en 1910, con la prestigiosa compañía española “Reyes Soler”, famosa por sus zarzuelas, comedias y dramas.

“Conversaban debajo de un árbol de limoncillo en el parque. Las personas decían que un cochero de La Vega era más culto que un intelectual de la capital” afirma el ingeniero Cesar Arturo Abréu, presidente del Instituto Duartiano de La Vega, quien adjudica que una vez destruido el teatro, la urbe empieza a decaer en su aspecto “cultural”.

“La decadencia del teatro responde a una cultura no solamente de La Vega, sino del país. El teatro fue una parte de la cultura de uso selectivo, fue para cierta clase de personas. Al La Vega crecer y volverse más cosmopolita, obviamente el número de personas se fue dividiendo” asegura Abréu, quien solía asistir a diversas obras de teatro.

Otros locales
El “Rivolí”, un teatro dedicado más tarde al cine, fue el segundo en abrir sus puertas. “Era un cine popular donde transmitían películas de acción, pero que de igual forma servía de escenario para pequeñas obras”, asevera el escritor Pedro Antonio Valdez.

“El teatro tuvo mucha presencia. Se daba un teatro muy de calle, en las iglesias, para Jueves Corpus, básicamente de carácter religioso” manifiesta Valdez quien adjudica por su parte que La Vega por sí misma, nunca ha tenido salas de teatro exclusivas para estos fines, pero sí salones con ciertas facilidades para la presentación de obras.

Otro ejemplo de ello es el teatro Vega Real el cual era relativamente cómodo para la presentación de la comedia y la dramática a pesar de haber sido creado para la proyección de películas.

Contaba con camerinos, entradas, telón y luces propicias para las representaciones.

“Llegó un momento en que los tres teatros funcionaron al mismo tiempo”, manifiesta el escritor. No sólo existían estos escenarios, la ciudad también contaba con el Tony, un cine ubicado en Villa Rosa, sin mucha notoriedad, pero que podía albergar a cierto grupo de personas para la proyección de películas y una que otra velada.

A mediados de los 90 estos fueron cerrando por el auge de la televisión por cable, el Video Home System (VHS) y más tarde por la tecnología del Disco Versátil Digital (DVD).

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¿Y LOS GRUPOS TEATRALES?

Actualmente en la ciudad de La Vega existen alrededor de 22 grupos teatrales, que no cuentan con un escenario para demostrar sus talentos. Está el caso del grupo de teatro universitario de UCATECI, quienes día a día laboran arduamente porque esta tradición no muera.

“Teníamos el teatro del DOSA (Domingo Savio), que aunque era una institución religiosa, nos permitían realizar actividades teatrales” afirma Roberto Abréu, actor, productor y director teatral del grupo Experimental Vegano y del Teatro de la Universidad Católica Tecnológica del Cibao (UCATECI).

Sin embargo, luego de varios inconvenientes el DOSA ha dejado de funcionar, y un proyecto pospuesto por más de seis meses para su reconstrucción, ha quedado estancado.

Según Abréu, “no fue de la noche a la mañana que caímos en un abismo cultural, fue un proceso gradual en el cual fuimos perdiendo la batalla y nos quedamos con el cínico e inapropiado lema de la ciudad Culta”.

En La Vega se vivía un movimiento cultural fuera de lo común, y el centro era el teatro.

A ese respecto, el artista dice: “Los veganos lo llevan en la sangre” y la influencia teatral ha sido tal que los mismos cines terminaron siendo teatros. “El amor al teatro es parte de la cultura del vegano”.

Hay una necesidad imperiosa de que en el centenario de Juan Bosch, se concluyan obras como el Centro Cultural Juan Bosch (que contará con un teatro en su interior, pero lleva dos años varado) y el teatro del DOSA.

“En pocas palabras, no tenemos teatro, y esto ha incrementado la dejadez y la falta de estímulos de los jóvenes y la sociedad hacia el quehacer Teatral Vegano. Sí existen algunos grupos que todavía peleamos la batalla, y muchos tenemos que hacer teatro en áreas alquiladas o áreas abiertas como parques y patios escolares” admite el director teatral con pesar, “si no hay dónde, cómo nos haremos”.

Dahiana J. Vásquez

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