martes, 17 de marzo de 2009

SE ''CALENTÓ'' SHEILA ACEVEDO


Apreciado maestro de la comunicación:
Me permito remitirle una nueva colaboración, esta vez para deplorar el anuncio hecho por la
presentadora Sheila Acevedo de que acudirá a la gala de la alfombra roja del premio Casandra con un vestido que costará la friolera de RD$850 mil pesos. Aparte de lo ridículo del anuncio, hecho por una animadora de la TV que no es rica, es ofensivo por cuanto en un país pobre, que se cae a pedazos y en medio de una crisis económica mundial, lo menos que se esperaba es que una muchacha joven y que se entiende inteligente, no iba a destaparse con un emprendimiento tan fútil como carente de sesera.
Hija de un reverendo respetado como el profesor Rafael Gómez Acevedo, de quien seguramente no heredó ni aprendió virtudes tan bien estimadas como la prudencia, humildad, carácter y comedimiento que ha predicado a través precisamente de la tele. la señorita Acevedo llamó la atención hace poco con un libro de poemas que si bien no es digno de leerse ante un auditorio, al menos le servía para proyectar una imagen de chica seudopreocupada por las letras, como en su tiempo lo hiciera la codiciosa de María Martínez, esposa del dictador Rafael Trujillo. Pero salir ahora con esta segunda edición de deslumbramiento mediático al estilo de Georgina Duluc es, más que para reírse, llorar ante los devaneos insípidos de una presentadora con cierto talento, pero a quien le falta superar escollos para labrarse una carrera que la lleve a un sitial de reconocimiento.
Valga observar, como apunte al margen, que se percibe en gente que no puede generar aprecio público compitiendo en buena lid por galardones, despertar atención escandalosa sobre su alfombra roja, impacto que lamentablemente sólo dura el mismo período que los chismes de la premiación.
Estamos viviendo una total inversión de valores, como bien ha apuntado Usted, Maestro, en innúmeras oportunidades, y en el caso de esta pobre muchacha, el ejemplo viene al canto. Proviniente de una familia de modesta clase media, resulta inconcebible que en vez de gastarse casi un millón de pesos en un par de yardas de tela, no hubiera pensado en invertir tanto dinero en expandir sus conocimientos, realizar una especialidad de la comunicación y, en fin, mejorar sus potencialidades, toda vez que a ella le falta pulirse en distintas áreas de su quehacer, ya que de otro modo estaría presentando programas en la BBC de Londres.
La vanidad, la ligereza de miras, el amor por el lujo pasajero, la inclinación por lo superfluo, el gusto por lo banal elevado a categoría infinitesimal, es lo que anima a esta muchacha a llamar la atención no ya a través del talento sino por medio de fuegos artificiales. Concluida la emisión del premio Casandra, la chica volverá a ser una cenicienta sin príncipe. Hasta el próximo año, si es que tiene cómo resolver la obtención de otros RD$850 mil pesos.
En la reciente gala de los Oscar, personalidades tan glamorosas como Meryl Streep, Penélope Cruz y Kate Winslet lucieron vestidos sobrios y, sobre todo, limitaron las joyas a lo indispensable como respeto a los millones de norteamericanos que de manera nada glamorosa están sufriendo los efectos de una crisis económica sin precedentes. De más está decir que esas mujeres pueden darse el lujo de lucir vestidos caros no solo porque exhiben sobrado talento en la pantalla grande, sino también porque son suficientemente inteligentes como para conseguir que famosos modistos las vistan sin que ellas tengan que gastar una fortuna.
Con mi admiración de siempre,
Edgar Soroya Martínez
FOTO: Sheila Acevedo (Masvip)
Publicado por Joseph Caceres en 23:45 3 comentarios
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