viernes, 4 de agosto de 2023

Pico analizan.........Los acordeonistas más notables que ha tenido la música típica en República Dominicana.


Por Fior D’ Aliza Taveras-el día
Picoteando el Espectáculo
 
El merengue típico desde que incluyó el acordeón como instrumento protagónico junto a la tambora y la güira, ha logrado que muchos ejecutantes hayan descollado en todos los tiempos, además de aportarle identidad musical al género.

Y es que el instrumento de origen alemán logró ‘aplatanarse’ cuando llegó a fines del siglo XIX por los campos de la región del Cibao de la República Dominicana, con las adaptaciones técnicas y sonoras que le impregnaron los merengueros típicos, como Ñico Lora y otros más.

Para ser considerado un buen acordeonista de merengue típico, según el investigador musical y coleccionista de la música típica, Américo Mejía Lama, se debe tener las siguientes condiciones: “Digitar con su mano derecha las notas correctas correspondientes a la melodía que interprete, teniendo en cuenta a su vez que en el acordeón diatónico usado en nuestro merengue típico las 21 teclas dan 42 notas”.

Agrega que en cada botón se interpreta dos notas diferentes: una al halar el fuelle del acordeón y otra diferente al empujarlo.

Genio
Además, debe digitar con su mano izquierda una de las ocho notas de los bajos para acompañarse a sí mismo, asumiendo estas a su vez dieciséis notas diferentes; así como llevar el ritmo de la tambora, al ejecutar su instrumento .
Otras características es ser creativo para idear ‘solos’ que no hayan sido utilizados antes por otro acordeonista; “debe crear pasadas originales y debe caer siempre e en ritmo con la melodía original, sin falla alguna”.

Lo que se necesita
El acordeonista de la música típica debe tener esa ‘cosita’ que no puede describirse, pero que le da un sello especial; “un sabor verdaderamente típico y un estilo inconfundible hasta convertirlo en un gran maestro del acordeón”, afirma el también director de Los Archivos de Américo Mejía.

Otros consultados por EL DÍA, como el maestro Orlando el Potro y director de la Escuela Mariano Hernández; José el Calvo (José Cabrera), destacado músico y merenguero típico; también Juan Robles (el Viejo Puro) investigador, músico y exponente del merengue típico, consideran que los acordeonistas más destacados de la música típica (merengue y el pambiche) han sido Ñico Lora, Ramón Mezquita (Matoncito), Arsenio de la Rosa, Rafelito Román, Bartolo Alvarado (el Ciego de Nagua), Tatico Henríquez, King de la Rosa, Nicolás Gutiérrez (Manos Brujas), Pedro Reinoso, Miguel Santana, el Negrito Figueroa, Siano Arias, Pedrito Reinoso, Francisco Ulloa Lupe Valerio, Agapito Pascual, Krency García (el Prodigio), Jovanny Polanco, Raúl Román y Nikol Peña, entre otros.

“Para mi don Ñico Lora fue el más influyente, por ser el primero con el acordeón. Bartolo Alvarado rompió esquemas en el país y en la ciudad de Nueva York, y para mí, es el mejor ejecutante”, resalta el Viejo Puro.

A juicios de los consultados todos son excelentes y han logrado aportar al merengue y se han ganado el respeto del público por su profesionalidad y virtuosidad en el uso del acordeón dominicano.

Origen en merengue
Según los investigadores, la llegada del instrumento obedece a un activo intercambio comercial que tenía la región del Cibao con Europa, de manera especial con Alemania.

Nueva Generación:
Para Juan Robles, el Prodigio (Krency García) es considerado “el genio de la música típica” y Yovanny Polanco ‘el Mambólogo’, son los más destacados de la nueva y presente generación. Ambos han hecho grandes aportes al merengue típico.

Típico

— Instrumento
El acordeón dominicano, el TR-2, es considerado el primer acordeón registrado por la Casa del Típico Rodríguez. Según los investigadores la llegada del instrumento obedece a un intercambio comercial.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No SE porqué nunca mencionan entre Los mejores accordionists domincanos a Uno De Los mejores k es Ricardo gutierrez.no SE porke?es mi pregunta.

Anónimo dijo...

Todos son grandes, pero me quedo con dos. El ciego y el prodigio.

Un abrazo