miércoles, 2 de enero de 2013

Fernando Villalona (El Mayimbe) se confiesa y dice que lamenta mucho que antes cuando vivía desordenado fue tan estúpido en caer.

Si su historia en el arte popular es irrepetible, así también lo es su historia de vida. Su carisma y la devoción de todo un pueblo han sido sus señas particulares; pero mientras en el escenario su estrella brillaba con un destello impresionante, en sus adentros el ser humano se hundía en la ansiedad, la desesperación y la más profunda tristeza. Más de una vez tocó fondo y más de uno quiso ayudarlo a liberarse de sus adicciones, pero no fue hasta que él mismo tomó conciencia del daño que se estaba haciendo y que, a su vez, les causaba a sus seres queridos, cuando dijo: “ya no más”. Se armó de coraje y tomó la decisión de rescatar su vida y volver como un hombre nuevo. En estas páginas, El Mayimbre, como se le conoce en el mundo del espectáculo, hace un mea culpa y reconoce que con su actitud, no sólo se dañó a sí mismo, sino que también le falló a quienes más lo amaban: su familia y su pueblo. Así como nunca es tarde para volver a empezar, tampoco lo es para pedir perdón y agradecer, como lo hace en este diálogo, más que el cantante, el ser humano.


1. Los primeros años
Yo recuerdo toda mi niñez. Tengo recuerdos desde antes de cumplir un año de vida, en especial una vez que me caí encima de un fogón. No se me olvida porque me quemé, aún tengo la cicatriz en mi barriga. Por eso es que lo recuerdo, porque fue candela que cogí. Aún tengo las manchas de esa quemada. Fui un niño, no travieso, pero sí inquieto. Me gustaba hacer mucho deporte. Jugaba ping pong, basquetbol, béisbol, a las escondidas, al pisa colá. Yo tuve una niñez bien bonita y bien sana.

2. Monaguillo
Entre los ocho y los nueve años, cuando se iba la luz, que se iba todos los días como a las seis de la tarde y se quedaba todo oscuro, porque había una planta para todo el pueblo y la apagaban a las seis de la tarde, hasta que llegó la CDE a Loma de Cabrera. Cuando se apagaba la planta yo me iba para el parque y allí los padres de la iglesia, en ese entonces el padre Olmedo y el padre Seijas, me invitaron a que participara en el coro de la iglesia. Entonces, además de cantar en el coro de la iglesia, los lunes me tocaba ayudar en la misa. También fui Boy Scout. La gente decía que iba a la iglesia para escucharme cantar. En ese momento me sentía feliz cuando me lo decían, pero ahora, si me lo dicen, yo les diría que no, que a mí no me tenían que venir a oír, sino que tenían que venir a escuchar la palabra de Dios.
3. El hijo de todas las madres
Yo he tenido la bendición de que cada madre me dice: “mi hijo, yo te quiero como a un hijo” o me dicen: “tú eres igualito a uno de los hijos míos”. He recibido mucho cariño de cada madre, inclusive, hay muchos muchachos, obviamente de menor edad que yo, que sus madres le han puesto Fernando por mí, y también le han puesto a sus hijas Paloma, por mi hija. Yo me siento muy honrado, muy feliz y bendecido por el amor de mi pueblo.

4. En falta
Antes, no me daba cuenta, pero ahora que he tomado conciencia, reconozco que le fallé, no sólo a las personas que estaban más cerca de mí, sino que le fallé al país, porque aunque eso no causó ninguna reacción en mi contra, porque la gente siempre me siguió queriendo y admirando como artista, yo sé que como persona sí causó reacciones de personas que no querían saber de mí porque yo estaba en malos caminos. Quizás me admiraban como artista, pero como persona no me lo perdonaban. A esos yo no los escuchaba, he venido a escucharlos ahora que me han conocido después de yo haber dejado esa vida, y me han dicho: “tú para mí eras un delincuente, una persona que no valía nada”. Eso me da duro. Pero ahora lo entiendo bien. Viví una vida muy desorientada, pero hoy me siento muy feliz, porque ya estoy limpio de todos los vicios.

5. Un hombre nuevo
Tengo más de tres meses que no fumo y eso era una de las cosas que más me tenía preocupado. La gente ha visto que yo he dejado esa vida. Hoy soy el primero que llego a las fiestas y antes siempre llegaba tarde. Ahora lamento haber sido tan estúpido y tan comparón, hoy me comporto de una forma totalmente diferente de como me comporté ayer. Es muy probable que en algún momento yo haya herido los sentimientos de alguien por mi prepotencia, porque no supe diferenciar el personaje del ser humano. Ahora lo sé y lo hago.

6. Perder el rumbo
Recuerdo que comencé a recorrer el mal camino desde que llegué a la capital, detrás de convertirme en artista, porque yo oía siempre que los artistas siempre estaban drogados y que bebían mucho, que andaban con muchas mujeres, y por eso era que papá no quería que yo fuera cantante. Mi papá era cantante y conoció cómo vivían los artistas, aunque él no era un artista profesional, sino que se limitó a su región. Su papá, mi abuelo, era músico, tocaba acordeón y tanto mi papá como mi mamá cantan lindísimo. Él conoció cómo era esta vida y no quería que yo viniera a cantar, no sabía cómo la gente me iba a recibir. Mi papá pensaba que si me convertía en artista, me iba a pasar lo que él pronosticó y así fue, yo comencé a beber con mis amigos, a olvidarme de los contratos. Me venían a contratar y yo decía que no, que ya yo tenía un contrato, para quedarme con mis amigos. Hablaba mentiras solo para evadir el compromiso y quedarme a vagabundear.
7. La oveja negra
En ese tiempo mis padres se cansaron de mí y aprovecharon un día que yo viajé de la capital para Loma de Cabrera. Llegué en un Wolswagen, en ese carrito llegamos ocho personas, ya tú sabes. Desde que llegamos allá y papá vio el talaje y el estilo de las personas con las que yo andaba me dijo: “Don, usted se queda aquí”. Eso para mí fue algo muy grande. Hoy entendí que si él no hubiera hecho eso, quizás me hubiera ido peor en la vida. En ese momento él me salvó de la vida desordenada que yo llevaba. Él me dijo: “Usted se queda aquí conmigo, cantándoles a las vacas y a los becerros y arreglando las mallas de voleibol, como él le decía a las cercas, para que los becerros no se crucen de un lado a otro de la finca”. Pasaban días y cuando yo le pedía a mi papá que me diera dinero para ir al cine, él me decía que no tenía, pero se hacía sonar el dinero en los bolsillos para que yo supiera que me lo estaba negando a propósito. En ese entonces, yo decía, !wao, pero qué malo es mi papá! Pero con el tiempo me di cuenta que eso fue lo que me hizo recapacitar y ahora entiendo que eso fue parte de lo que me encaminó en la vida.

8. Una gran prueba
Ahora mismo estoy pasándola bien fuerte porque a mi hermano Martín le cayó cloro en un ojo y se le quemó la córnea y cuando recibí la noticia, yo le dije al Señor que iba a hacer un pacto con él, que si él me sanaba a Martín yo iba a buscar más sanación para el cuerpo que él me dio, y una forma era dejar de fumar. De eso hace más de tres meses. Dejé de fumar y eso es lo que más duro se me está haciendo. Pero lo puedo vencer y sé que podré superar esa ansiedad y ese deseo de fumar. Todos mis pasos son guiados por el Señor.

9. Hora de pedir perdón
Quiero decirles a mi mamá y a mi papá que siento mucho haberlos hecho sufrir ta
nto, pero me siento muy contento porque he cambiado mucho, por mi bien y por no verlos sufrir a ellos. Hoy les puedo decir que no repetiría muchas cosas que hice en mi vida. Yo no repetiría fumarme un cigarrillo jamás. Le pido a Dios que me dé toda la fuerza para no volver a tomarme un trago jamás en mi vida. Le pido a Dios que ni me deje pensar en drogas. Eso yo no lo haría de nuevo.
10. La familia
Para uno recuperar su vida, el apoyo de la familia es vital, pero hay muchos apoyos que no son adecuados. Yo no tuve un apoyo adecuado para hacer el cambio, yo tuve que darme cuenta yo mismo del daño que me estaba haciendo.

Por ejemplo, un hermano mío me criticaba porque yo, teniendo talento, no dejaba eso. Creo que quizás no se atrevían a decirme nada. Mi papá me trataba como él siempre ha sido, una persona muy fuerte, que no tuvo la enseñanza para tratar de una manera adecuada a una persona con esa enfermedad, con ese problema. Él era una persona de campo. A mis hijos no los trato como me trataron a mí, porque me parece que fue muy fuerte. A mí me daban una pela cuando hacía algo que estaba mal, como por ejemplo irme al río sin permiso, me daban y nunca me dijeron: “Mira mi hijo no vayas al río, porque te puedes caer en el agua y te puedes morir y nosotros vamos a sufrir mucho si te pasa algo malo. Pero sé que todo era por mi bien. Amo a mis padres y a mis hermanos.

La gente protestó y lo quería matar
Un día llegué tarde a una fiesta que tenía en Hato Mayor, lo hacía porque como yo tenía en la orquesta a Aramis y a Angelito, que tenían temas pegados en la radio, yo abusaba de eso y dejaba que ellos arrancaran solos en las fiestas. Ya se había vuelto una costumbre y en todos los lugares lo hacía, pero la gente estaba pendiente de que yo llegara, porque no se tragaba ese cable. Ellos podían cantar, pero, estando yo ahí, el público no me perdonaba que los dejara a ellos solos cantando. Ese día pasó que llegué tarde y no pudimos tocar esa noche y hasta nos querían dar golpes. Yo duré muchísimo tiempo buscando la forma de cómo resolver eso con la gente de Hato Mayor y gracias a Dios eso se olvidó, allá tengo grandes amigos y he vivido momentos que no se pueden olvidar nunca.

fuente (Evelyn Irizary/El Caribe)

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