Para mí, es acoso. La cantante, muy campante, presumió que el fallecido artista, sobre quien pesan acusaciones de trata de personas, le insistía en que anduviera con él, y por lo que se entendió, él estaba casado porque una vez divorciado, según ella, le llamó y le dijo, “¿A ver, Graciela, ahora qué pretexto me pones [para no andar conmigo?]”.
Todo esto lo contó la intérprete hace unos días durante una entrevista en un programa de radio de Los Ángeles. Pero no solo eso. Reconoció que a ella le gustaba Joan, y que disfrutaba la coquetearía del hombre, y que si no accedió a sus propuestas fue porque su madre –la de Graciela– nunca la dejaba sola con él (claro, porque seguramente la señora sí veía tamaño buitre tras su hija). Joan se refería a esta doña como “la piedrita en el zapato”.
Pero ahí no para la cosa. Graciela presume que recibió regalos de Joan nada baratitos, como caballos y joyas. Y que el acoso… ¡perdón!, el cortejo duró casi 10 años, hasta que la artista tenía 23. ¿Por qué paró? Eso no lo explicó ella. Pero lo que sí les puedo decir es que todo esto lo narró como si fuera una tenista que presume su trofeo.
Olvídense de haber mencionado los señalamientos que se han hecho recientemente hacia el cantante guerrerense, de que metía niñas muy pequeñas a su rancho y que ahí hacía sabe Dios cuántas cosas con ellas, o de que era cómplice de una banda de tratantes de personas. Nada de eso, ella como Maribel Guardia, en negación total, como si hubiera sido un santo.
Pero bueno, si a mí me hubiera dejado un rancho y regalado caballos, a lo mejor hablaría de él como ellas.
Fuente La Opinion/La Vivora
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