La música urbana es el género más tentador para los aspirantes a ser grandes artistas, no solo por su popularidad, sino por la rápida riqueza que esta brinda una vez se logra la fama.
Son muchos los jóvenes que se ven tentados por este sueño sin imaginar que más que talento, perseverancia y fe, es necesario “dejar caer el brazo”.
Anteriormente este mercado no necesitaba de muchos esfuerzos para lograr una pegada, solo valía tener un feroz talento y arrastre en los distintos barrios de la capital.
Hoy en día, por la creciente economía del género, el mover un tema se ha convertido en un negocio y por ende se hace difícil para los nuevos talentos y en ocasiones para los que ya están establecidos, esto es debido al empoderamiento que han hecho sus protagonistas a las diferentes plataformas que conlleva una pegada.
Las redes sociales se han convertido en un “plus” para la música, también constituyen parte del negocio.
Únicamente agotar los procesos tradicionales de colocación representa un gasto que solo “el que lo tiene lo da”, dígase CD variados, asociaciones de DJ, emisoras, redes sociales, influenciadores y otros canales alternos.
En las casas de CD pirateados sus precios oscilan entre 10,000 y 45,000 pesos dependiendo la posición que le den al tema entre una lista de 22 canciones que mayormente tienen los CD de música pirateada.
Pero “la búsqueda” mayor la tienen los DJ que trabajan en las diferentes discotecas. A las asociaciones de DJ hay que pagarles hasta RD$ 50,000.00 por tocar un tema mientras estos pinchan sus platos.
Muchos no realizan el trabajo completo si el artista no es reconocido en el ambiente, solo reproducen 20 segundo del tema, se hacen un video como prueba del trabajo y se lo mandan a sus clientes haciéndoles creer que suenan entero el sencillo.
Hoy en día, se comenta sobre una supuesta asociación entre emisoras urbanas, que el que no tiene RD$ 500,000.00 no suena de manera regular en la programación de estas. Pero son muchos los artistas que se han visto tentados a ofrecer un pago para lograr un espacio en la radio; a la vez que más de un programador radial encuentra allí una oportunidad para “cobrar” una cuota que puede significar dinero en efectivo, artículos de valor y hasta conciertos: a esto se le conoce como “payola”.
El hecho es que aunque no exista una fórmula que garantice que quien camine por este sendero logrará “pegarse”, sí existe una alta tarifa para intentar saborear la gloria.
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