Beber un buen vino, disfrutar una cerveza, degustar un whisky suele ser un momento placentero y distendido. El consumo moderado y responsable de alcohol es una de las actividades favoritas de millones de personas, sin embargo a veces los límites se desdibujan y beber deja de ser un placer para convertirse en una compleja adicción. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la ingesta nociva de bebidas alcohólicas causa 2,5 millones de muertes cada año en el mundo. Si bien la mayoría de la gente logra consumir de manera controlada, algunas personas desarrollan una gran dependencia que afecta su salud y sus vínculos sociales. Esta adicción no es exclusiva de determinados sectores sociales sino que es un problema que atraviesa a pobres y ricos, jóvenes y ancianos, desconocidos y... estrellas de Hollywood.
Los actores Anthony Hopkins, Brad Pitt y Ben Affleck en diferentes ocasiones narraron su larga batalla contra el abuso de alcohol.
A los 81 años, sir Anthony Hopkins es un mito vivo del cine. Talentoso y multifacético no solo es un actor admirado y multipremiado, también es un excelente pintor y un exquisito pianista. El hombre que en el atardecer de la vida reconoce que sus grandes placeres no son los millones en el banco ni la fama sino “un gato, un piano, un libro y una taza de té” vivió una relación compleja con el alcohol.
Hopkins nació en Gales y creció en una pequeña ciudad llamada Port Talbot. En la escuela se destacaba pero no por sus logros. Era un pésimo alumno, no le gustaban los deportes y se negaba sistemáticamente a participar en los actos escolares. Tanto era su desgano que un día su abuelo le lanzó un “Tenés una cabezota tan grande como la de Dumbo, el elefante. Es una pena que la tengas vacía”. Parecía destinado al fracaso o a la mediocridad hasta que decidió anotarse en un curso de teatro. Le gustó actuar y decidió marcharse a Londres donde entró a la Real Academia de Arte Dramático.
Parecía que su vida encontraba un rumbo sin embargo no era así. El joven actor se sentía descontento, resentido, todo el tiempo estaba enojado y cualquier cosa lo irritaba. Muchos años después reconoció que fue una época oscura: “Me dieron un montón de oportunidades, pero mordía la mano que me daba de comer”. Fue en esa época que empezó a beber. Un poco porque en ese momento todos sus compañeros y las personas que trabajaban con él lo hacían pero también porque necesitaba canalizar su ira y aburrimiento. Es que aunque directores y críticos veían en él al sucesor de Laurence Oliver, el actor sentía un tedio mortal en el teatro. “Odiaba repetir las mimas líneas una y otra vez, noche tras noche”.
Cada vez que bebía Hopkins se transformaba, como reconoció décadas después, en un ser “disgustado, atrapado y en quien no se podía confiar”. Para sus compañeros resultaba difícil y complejo trabajar con él porque llegaba a la obra alcoholizado, con resaca o sin dormir. Cuando recuerda esa época dice que tendría que haber muerto. Es que mientras sus compañeros de elenco se iban a descansar él empezaba a girar por los pubs bebiendo hasta nueve pintas por noche. En ese tiempo actuó en algunas películas, como El León de invierno con Peter O’Toole, sin embargo hoy 40 años después dice no poder recordar nada porque pasaba la mayor parte de las grabaciones alcoholizado.
Pero en 1975 decidió participar de una reunión en Alcohólicos Anónimos. Una mujer le preguntó: ¿Por qué no confías en Dios?”. Y él, que no creía, decidió confiar en Dios, en él o en la combinación de ambos y dejó de beber. Desde entonces Hopkins mantuvo su adicción al alcohol controlada. Hoy lleva 45 años rehabilitado.
"No sé por qué bebí. Ahora miro hacia atrás y pienso: 'Hice cosas malas, pero todo fue, en cierto modo por una razón. Es extraño mirar hacia atrás y pensar: ‘Dios, hice todas esas cosas’. Pero es como si hubiera una voz interior que dice: ‘Se acabó. Hecho. Siga adelante’”, reflexionó el actor en la revista Interview. "No estuvo mal, pero no quiero volver a hacerlo. Entonces causé daño y pido disculpas a las personas por hacer lo que hice. Forma parte de estar vivo. Hay que olvidar y simplemente seguir hacia adelante”, concluyó Hopkins.
Aunque no existe una encuesta “seria” seguramente si se le pregunta a la mayoría de los varones heterosexuales si les gustaría ser Brad Pitt por un día, responderán que sí sin dudar. Es que el actor estadounidense no solo posee una pinta que limita con lo sobrenatural, también es carismático, millonario y fue pareja de tres mujeres soñadas por muchos como Gwyneth Paltrow, Jennifer Aniston y Angelina Jolie.
Podría tal vez encabezar el ranking de “los hombres más envidiados del mundo”, sin embargo ser Brad Pitt no es tan fácil y su relación con el alcohol lo demuestra. En 2017 en una sincera entrevista para la revista GQ style reconoció: "No recuerdo ni un día desde que salí de la universidad en el que no hubiera estado bebiendo o me hubiera tomado algo” y admitió que “Cuando formé mi familia (con Angelina Jolie) detuve todo excepto el alcohol. Incluso este último año estaba bebiendo demasiado. Se había convertido en un problema”.
El divorcio de Angelina y sobre todo, la pérdida de la cotidianeidad familiar lograron que Pitt decidiera comenzar una terapia psicológica y recurrir a la ayuda de Alcohólicos Anónimos. Durante un año y medio participó de todas las reuniones. “Tenía sentados alrededor a un montón de hombres abriéndose y siendo honestos de un modo que nunca había escuchado”, contó acerca de su experiencia y agregó “Creo que se convirtió en un lugar seguro donde no se juzgaba a nadie. Resultaba bastante liberador exponer sin más tu lado más desagradable”.
Pitt reconoció que su adicción al alcohol comenzó porque lo percibió como “una manera de escapar”. Quizá porque la mayoría de los hombres del mundo sueñan ser por un rato Brad Pitt mientras que Pitt sueña exactamente lo contrario.
Otra megaestrella que se animó a contar su adicción al alcohol es Ben Affleck. Talentoso director, popular actor, con varios romances mediáticos y una hermosa familia consolidada con Jennifer Garner, Affleck parecía uno de esos raros privilegiados por la vida. Pero esa imagen idílica no era tan perfecta. Desde hace tiempo el actor combate y no siempre gana su adicción al alcohol.
En 2018 comunicó en su Instagram que había completado una estancia de 40 días en un centro de tratamiento a la adicción al alcohol con permanencia en atención ambulatoria. En una entrevista televisiva y ante miles de televidentes reconoció: “No me molesta hablar sobre el alcoholismo y ser un alcohólico. Es parte de mi vida” y agregó: “Tengo un problema y realmente quiero abordarlo, me enorgullezco por ello. Todos tenemos problemas y lo que hay que hacer es lidiar con ellos. Tendré que estar alerta toda mi vida”.
¿Qué llevó al actor a sus problemas con el alcohol? Su papá Timothy ensayó una respuesta: “Hollywood es un sitio desagradable. Creo que ha tenido un gran impacto en el alcoholismo de Ben. De alguna manera te ves forzado a desarrollar una personalidad que es difícil de abandonar y luego volver a casa con tu familia. Afecta toda tu vida”.
Hoy Affleck sigue luchando contra su adicción sabe que no es fácil. “Combatir cualquier adicción es una lucha difícil y de por vida", dijo hace poco. Y sobre todo se vuelve más complicada cuando cualquier mínima recaída se convierte en una noticia que da la vuelta al mundo, como le sucedió a principios de noviembre cuando fue grabado caminando alcoholizado por las calles de Los Ángeles.
Hopkins, Pitt y Affleck comparten un mismo problema: su adicción al alcohol. Es que fama y talento son maravillosas pero no te hacen inmunes a ser humano y sobre todo, falible. Fuente Infobae
A los 81 años, sir Anthony Hopkins es un mito vivo del cine. Talentoso y multifacético no solo es un actor admirado y multipremiado, también es un excelente pintor y un exquisito pianista. El hombre que en el atardecer de la vida reconoce que sus grandes placeres no son los millones en el banco ni la fama sino “un gato, un piano, un libro y una taza de té” vivió una relación compleja con el alcohol.
Hopkins nació en Gales y creció en una pequeña ciudad llamada Port Talbot. En la escuela se destacaba pero no por sus logros. Era un pésimo alumno, no le gustaban los deportes y se negaba sistemáticamente a participar en los actos escolares. Tanto era su desgano que un día su abuelo le lanzó un “Tenés una cabezota tan grande como la de Dumbo, el elefante. Es una pena que la tengas vacía”. Parecía destinado al fracaso o a la mediocridad hasta que decidió anotarse en un curso de teatro. Le gustó actuar y decidió marcharse a Londres donde entró a la Real Academia de Arte Dramático.
Parecía que su vida encontraba un rumbo sin embargo no era así. El joven actor se sentía descontento, resentido, todo el tiempo estaba enojado y cualquier cosa lo irritaba. Muchos años después reconoció que fue una época oscura: “Me dieron un montón de oportunidades, pero mordía la mano que me daba de comer”. Fue en esa época que empezó a beber. Un poco porque en ese momento todos sus compañeros y las personas que trabajaban con él lo hacían pero también porque necesitaba canalizar su ira y aburrimiento. Es que aunque directores y críticos veían en él al sucesor de Laurence Oliver, el actor sentía un tedio mortal en el teatro. “Odiaba repetir las mimas líneas una y otra vez, noche tras noche”.
Cada vez que bebía Hopkins se transformaba, como reconoció décadas después, en un ser “disgustado, atrapado y en quien no se podía confiar”. Para sus compañeros resultaba difícil y complejo trabajar con él porque llegaba a la obra alcoholizado, con resaca o sin dormir. Cuando recuerda esa época dice que tendría que haber muerto. Es que mientras sus compañeros de elenco se iban a descansar él empezaba a girar por los pubs bebiendo hasta nueve pintas por noche. En ese tiempo actuó en algunas películas, como El León de invierno con Peter O’Toole, sin embargo hoy 40 años después dice no poder recordar nada porque pasaba la mayor parte de las grabaciones alcoholizado.
Pero en 1975 decidió participar de una reunión en Alcohólicos Anónimos. Una mujer le preguntó: ¿Por qué no confías en Dios?”. Y él, que no creía, decidió confiar en Dios, en él o en la combinación de ambos y dejó de beber. Desde entonces Hopkins mantuvo su adicción al alcohol controlada. Hoy lleva 45 años rehabilitado.
"No sé por qué bebí. Ahora miro hacia atrás y pienso: 'Hice cosas malas, pero todo fue, en cierto modo por una razón. Es extraño mirar hacia atrás y pensar: ‘Dios, hice todas esas cosas’. Pero es como si hubiera una voz interior que dice: ‘Se acabó. Hecho. Siga adelante’”, reflexionó el actor en la revista Interview. "No estuvo mal, pero no quiero volver a hacerlo. Entonces causé daño y pido disculpas a las personas por hacer lo que hice. Forma parte de estar vivo. Hay que olvidar y simplemente seguir hacia adelante”, concluyó Hopkins.
Aunque no existe una encuesta “seria” seguramente si se le pregunta a la mayoría de los varones heterosexuales si les gustaría ser Brad Pitt por un día, responderán que sí sin dudar. Es que el actor estadounidense no solo posee una pinta que limita con lo sobrenatural, también es carismático, millonario y fue pareja de tres mujeres soñadas por muchos como Gwyneth Paltrow, Jennifer Aniston y Angelina Jolie.
Podría tal vez encabezar el ranking de “los hombres más envidiados del mundo”, sin embargo ser Brad Pitt no es tan fácil y su relación con el alcohol lo demuestra. En 2017 en una sincera entrevista para la revista GQ style reconoció: "No recuerdo ni un día desde que salí de la universidad en el que no hubiera estado bebiendo o me hubiera tomado algo” y admitió que “Cuando formé mi familia (con Angelina Jolie) detuve todo excepto el alcohol. Incluso este último año estaba bebiendo demasiado. Se había convertido en un problema”.
El divorcio de Angelina y sobre todo, la pérdida de la cotidianeidad familiar lograron que Pitt decidiera comenzar una terapia psicológica y recurrir a la ayuda de Alcohólicos Anónimos. Durante un año y medio participó de todas las reuniones. “Tenía sentados alrededor a un montón de hombres abriéndose y siendo honestos de un modo que nunca había escuchado”, contó acerca de su experiencia y agregó “Creo que se convirtió en un lugar seguro donde no se juzgaba a nadie. Resultaba bastante liberador exponer sin más tu lado más desagradable”.
Pitt reconoció que su adicción al alcohol comenzó porque lo percibió como “una manera de escapar”. Quizá porque la mayoría de los hombres del mundo sueñan ser por un rato Brad Pitt mientras que Pitt sueña exactamente lo contrario.
Otra megaestrella que se animó a contar su adicción al alcohol es Ben Affleck. Talentoso director, popular actor, con varios romances mediáticos y una hermosa familia consolidada con Jennifer Garner, Affleck parecía uno de esos raros privilegiados por la vida. Pero esa imagen idílica no era tan perfecta. Desde hace tiempo el actor combate y no siempre gana su adicción al alcohol.
En 2018 comunicó en su Instagram que había completado una estancia de 40 días en un centro de tratamiento a la adicción al alcohol con permanencia en atención ambulatoria. En una entrevista televisiva y ante miles de televidentes reconoció: “No me molesta hablar sobre el alcoholismo y ser un alcohólico. Es parte de mi vida” y agregó: “Tengo un problema y realmente quiero abordarlo, me enorgullezco por ello. Todos tenemos problemas y lo que hay que hacer es lidiar con ellos. Tendré que estar alerta toda mi vida”.
¿Qué llevó al actor a sus problemas con el alcohol? Su papá Timothy ensayó una respuesta: “Hollywood es un sitio desagradable. Creo que ha tenido un gran impacto en el alcoholismo de Ben. De alguna manera te ves forzado a desarrollar una personalidad que es difícil de abandonar y luego volver a casa con tu familia. Afecta toda tu vida”.
Hoy Affleck sigue luchando contra su adicción sabe que no es fácil. “Combatir cualquier adicción es una lucha difícil y de por vida", dijo hace poco. Y sobre todo se vuelve más complicada cuando cualquier mínima recaída se convierte en una noticia que da la vuelta al mundo, como le sucedió a principios de noviembre cuando fue grabado caminando alcoholizado por las calles de Los Ángeles.
Hopkins, Pitt y Affleck comparten un mismo problema: su adicción al alcohol. Es que fama y talento son maravillosas pero no te hacen inmunes a ser humano y sobre todo, falible. Fuente Infobae
1 comentario:
Pobre alcohol a quien todos culpan. Que digan la verdad sobre el viaje de perico que se meten
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