La cerdita es de una raza que alcanza poco tamaño, se llama Princess Pigelette y se da la gran vida viviendo con la rica heredera.
Paris asegura que la cerda es "increíblemente inteligente, cariñosa, muy limpia y educada", tanto que incluso le permite meterse en su cama. "Doug y yo solemos tumbarnos en la cama a ver películas, y ella se tumba entre nosotros", ha declarado a la edición inglesa de la revista Hola.
A esta extravagante mujer se le antojó tener un cerdo, porque le tenía envidia a su hermano, que también tiene un cerdo como compañía.
"Estaba tan celosa... siempre he querido tener uno, así que en Internet encontré estos cerditos que de adultos pesan menos de seis kilos".
Y se la compró.
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