viernes, 2 de febrero de 2018

Sonriete!. “Laságuilas” y los Tigres de Licey reanudaron el éxtasis que ambos provocan cuando miden sus bates en el terreno de juego.

Por Grisbel Medina R.
Picoteando el Espectáculo

El finalizado torneo del béisbol invernal de la República Dominicana dejó muchos aprendizajes y delató más de una situación. Por ejemplo, regresó a la final a dos equipos que concentran altísimos grados de entusiasmo entre sus seguidores repartidos en todo el territorio nacional. Y más allá.

“Laságuilas” y los Tigres de Licey reanudaron el éxtasis que ambos provocan cuando miden sus bates en el terreno de juego. Y las cuyayas, tan inspiradas después de muchos años sin ver a linda, demostraron que cuando se quiere, accionando en conjunto, se puede. Los Tigres de Licey dejaron muy claro que sus garras merecen respeto y que es sano jamás descuidarse de la destreza felina.

Además, el torneo más seguido de la pelota dominicana evidenció hoy más que nunca el negocio que significa para quienes dirigen los equipos y administran parques construidos por el Estado. Este año se desenmascaró el ‘‘mercado blanco’’ que opera desde dentro y encarece las entradas de los fanáticos. Entre otras cosas.

De igual manera delató a un personaje capaz de cualquier cosa con tal de elevar palitos de popularidad. Y, adicionalmente desenmascaró el fanatismo detrás del lente en la transmisión del partido final del campeonato, ganado por Las Águilas pero proyectado sin brillo, sin creatividad, sin datos en resumen de un comentarista digno y, para rematar sin sonido en la entrega del trofeo. Señoooreeeeees, de ñapa el narrador del seseo, cuando tiró la toalla se dedicó a felicitar a la gerencia del equipo azul y a los jugadores del glorioso Licey. Olvidó que lo cortés no quita lo valiente y se hubiese hermanado a la caballerosidad al felicitar a Las Águilas, victoriosas de ese último partido de la serie final. Le faltó el garbo, la decencia y el ejemplo de Santana Martínez.

De tarea nos queda comprender que “la pelota” no es nada sin el público. Y la audiencia debe ser valorada, no abusada económica y moralmente como ocurre y ocurrió. Recuerden que sin público no hay espectáculo. Y usted, ¿Qué cosa vio?

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