Hoy solo me pregunto, porque no lo aprendí antes para haberme protegido como lo hago ahora en día de esos seres despreciables que contaminan los potables sentimientos del alma.
Pero nunca es tarde para aprender la lección de que, no todo el que esta cerca de ti, tiene buenos sentimientos hacia tu persona.
Con sólo sentir sus radiaciones, hoy tengo la capacidad de detectar a tantas personas dañinas, tóxicas que constituye una bendición de Dios mantenerlos a mucha distancia.
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