No hay lugar a dudas de lo difícil que es ser una figura pública tan reconocible. Ser famoso te aleja de todo lo que otras personas hacen con normalidad.
Marilyn Monroe fue y es uno de los iconos del cine. Una de las mujeres con más talento y sensuales, capaces de hacer voltear a cualquiera a su paso.
Pero la fama la superaba en ocasiones y por eso le gustaba perderse en las calles de Nueva York, donde nadie parecía reconocerla ni molestarla. No tanto como en Hollywood al menos.
Una de las historias que ahora se sabe sobre ella es que era capaz de pasar desapercibida en la ciudad de los rascacielos, pero si quería cambiar eso y revolucionar a todo el mundo, no tenía nada más que hacer algo que sorprendió a alguien muy cercano a ella, Amy Greene, la esposa de su fotógrafo personal.
Ella contó que era un cambio muy sutil, nada especial, pero que era suficiente para que todo el mundo se percatara de que Marilyn era Marilyn, aun cuando antes la habían ignorado.
Así lo relató en unas declaraciones:
“Nunca olvidaré el día que Marilyn y yo estábamos caminando por la ciudad de Nueva York, sólo era un paseo tranquilo en un día agradable. Amaba Nueva York porque nadie le molestaba no como lo hicieron en Hollywood, ella podía ser una más y nadie la notaba. A ella le encantaba eso.
Entonces, mientras caminamos por Broadway, se vuelve hacia mí y me dice: ¿Quieres ver cómo me convierto en “ella”?” No sabía a qué se refería, pero le dije que sí y entonces lo entendí.
No sé cómo explicar lo que hizo porque era muy sutil, pero encendió algo dentro de ella que era casi como magia. De repente los autos se ralentizaban y la gente volvía la cabeza y se detenía a mirarla. Reconocieron que se trataba de Marilyn Monroe, como si se hubiera quitado una máscara o algo, aunque momentos nadie se dio cuenta. Nunca había visto nada similar.”
Fuente el diario ny
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