Dice un adagio popular que “Los amigos son la familia que se escoge”. Sin embargo, en muchas ocasiones la elección que se hace de estos “compañeros de viaje”, no es certera, debido a múltiples razones, entre ellas la diferencia de personalidad y la falta de intereses comunes. Es importante detectar esa persona dañina.
Pero del otro lado de la moneda están esas relaciones de amistad que suelen ser absorbentes, y hasta con cierto tinte de celos, lo que podría indicar que quienes están inmersos en la relación son buenos amigos. No obstante, más que eso podría tratarse de personas tóxicas.
¿Por qué? Muy sencillo. Según el psicólogo Albert J. Bernstein, autor de Vampiros emocionales (Edaf), hay seres humanos expertos en entablar relaciones hiperabsorbentes.
“Las personalidades tóxicas también son contagiosas y contribuyen a que se generalice una especie de paranoia social”, explica Barbier. Tal como apuntaba, en una entrevista a portal El Confidencial, la psiquiatra y psicoanalista Marie-France Hirigoyen.
Por eso ante tantas razones que evidencian el peligro de ser o relacionarse con personas tóxicas, aquí las 10 claves para evitar a esas personas tóxicas, publicadas por el portal El Confidencial:
1. Los amigos tóxicos o dañinos tienen una gran capacidad psicológica. Adivinan los temores y fantasmas de sus presas para saber cómo seducir a sus víctimas. Primero nos hacen creer que, con ellos, todo es posible, para luego manipularnos a su antojo. Como buenos manipuladores que son, saben adaptar su comportamiento, pero también sus principios y valores, en función de sus víctimas.
2. Saben darle la vuelta a una situación con mucha habilidad. Llegan hasta a presentarse como víctimas cuando en realidad son verdugos. Se trata de una falsa victimización, con el objetivo de seducir y limpiar el terreno para servirse de los demás cuando lo necesiten.
3. Son expertos en deformar la realidad. Esto lo hacen mediante las mentiras parciales y el juego del doble lenguaje, puesto que controlar el discurso es una forma de controlar el pensamiento. Pueden mezclar insultos y halagos amables en la misma frase sin apenas inmutarse.
4. Son como depredadores. Son vampiros que no respetan la autonomía de los demás y les imponen sus propios criterios. Si al estar con ellos, una y otra vez nos sentimos cansados mentalmente, entonces debemos tomar nota porque es una alarma de que estamos siendo intoxicados.
5. No tienen principios. También varían en función de sus objetivos o contexto y tratan de que los demás se alejen de su particular escala de valores. Intoxican a la gente para que incurran en vicios, y los inducen a que rompan con la enseñanza moral hogareña
6. Son impermeables a la culpabilidad. Además logran que seamos nosotros quienes nos sintamos mal. Nunca serán culpables de nada. La culpa es de otro.
7. Son excelentes estrategas. También son pacientes y constantes hasta que consiguen sus objetivos, pero poco creativos.
8. Les gusta sembrar la duda sobre las cualidades y las competencias de los demás. Hacen esto para descalificarlos y eliminar su autoestima. Para ellos los únicos que saben hacer las cosas bien son ellos.
9. Esconden una incoherencia entre su discurso y su comportamiento. Por un lado se llena la boca con propuestas altruistas, mientras que luego actúan sólo en base a su interés personal. Cuidese de esos que se presentan como muy dadivosos, cooperadores y altruistas.
10. Los tabúes morales no existen. Para los “buenos intoxicadores”, lo moral no tiene valor, puesto que conciben a los demás no como una persona digna de respeto o compasión, sino sólo como un objeto más o menos útil.
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