Como gigante tecnológico y de la música, ya que su discográfica copa un tercio del mercado mundial, el regreso de Sony al vinilo confirma su buena salud dentro del moribundo panorama actual.
Mientras el pirateo en internet se carga al CD, las ventas de vinilos suben cada temporada. En Japón rozaron las 800.000 unidades el año pasado, ocho veces más que en 2010. Mucho más cuantiosas eran en Estados Unidos, donde llegaban a los 17,2 millones de discos, y en ese paraíso musical que es el Reino Unido, donde superaban al formato digital. Este resurgir del vinilo también se aprecia en España, donde se han doblado las ventas hasta unas 300.000 unidades.
Tras ser enterrados durante los años 90 y 2000 por los discos compactos, que revolucionaron la música por la limpieza de su sonido y su pequeño tamaño, los elepés de toda la vida resucitan gracias a los nostálgicos y a los jóvenes melómanos enamorados de su particular sonido y su encantador formato. Aunque nadie duda de que la reproducción digital es más pura, le falta la calidez del vinilo, con más matices y texturas sonoras precisamente por no ser tan perfecto.
Diluida durante años en la tecnología digital, donde ha perdido su materialidad en los reproductores MP3 o en internet, la música recupera su cuerpo y se redescubre el placer adolescente de escuchar un disco. Frente a la fría invisibilidad del digital, se imponen el tacto y el diseño: sacar el vinilo del álbum, colocarlo en el tocadiscos mientras empieza a girar hipnótico y posarle la aguja sobre los surcos. Con el siseo único del LP, desde «Carmina Burana» hasta Pink Floyd suenan más épicos y envolventes mientras uno navega hechizado por las letras y diseños de algunos discos, a veces obras de arte comparables a la música que contienen.
Teniendo en cuenta el gusto japonés por la excelencia, lo raro no es que Sony se haya decidido ahora a fabricar otra vez vinilos, sino que no lo hiciera antes. Entre los callejones de Shibuya, bajo los neones que alumbran el hormiguero humano de su famoso paso de peatones, las tiendas de vinilos ofrecen no solo discos de segunda mano o reediciones de clásicos del rock y el pop, sino también novedades del «techno» y la electrónica. Ahora, todas las estrellas sacan sus discos en cuidadas y carísimas ediciones en vinilo. Por eso, hasta Sony, el padre «pródigo» del CD, vuelve a los discos de toda la vida.
En 2016 se vendieron 800.000 vinilos en Japón; 17,2 millones en EE.UU. y 300.000 en España.
Tras ser enterrados durante los años 90 y 2000 por los discos compactos, que revolucionaron la música por la limpieza de su sonido y su pequeño tamaño, los elepés de toda la vida resucitan gracias a los nostálgicos y a los jóvenes melómanos enamorados de su particular sonido y su encantador formato. Aunque nadie duda de que la reproducción digital es más pura, le falta la calidez del vinilo, con más matices y texturas sonoras precisamente por no ser tan perfecto.
Diluida durante años en la tecnología digital, donde ha perdido su materialidad en los reproductores MP3 o en internet, la música recupera su cuerpo y se redescubre el placer adolescente de escuchar un disco. Frente a la fría invisibilidad del digital, se imponen el tacto y el diseño: sacar el vinilo del álbum, colocarlo en el tocadiscos mientras empieza a girar hipnótico y posarle la aguja sobre los surcos. Con el siseo único del LP, desde «Carmina Burana» hasta Pink Floyd suenan más épicos y envolventes mientras uno navega hechizado por las letras y diseños de algunos discos, a veces obras de arte comparables a la música que contienen.
Teniendo en cuenta el gusto japonés por la excelencia, lo raro no es que Sony se haya decidido ahora a fabricar otra vez vinilos, sino que no lo hiciera antes. Entre los callejones de Shibuya, bajo los neones que alumbran el hormiguero humano de su famoso paso de peatones, las tiendas de vinilos ofrecen no solo discos de segunda mano o reediciones de clásicos del rock y el pop, sino también novedades del «techno» y la electrónica. Ahora, todas las estrellas sacan sus discos en cuidadas y carísimas ediciones en vinilo. Por eso, hasta Sony, el padre «pródigo» del CD, vuelve a los discos de toda la vida.
En 2016 se vendieron 800.000 vinilos en Japón; 17,2 millones en EE.UU. y 300.000 en España.
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