Paulina Rubio está concediendo entrevistas en el salón de un hotelazo de Madrid, con una pantalla con su videoclip en bucle de fondo. Beatriz Matallana, peluquera de divas como Rubio, Shakira o Marta Sánchez, le atusa la melena con la onda perfecta, el volumen perfecto y el flequillo perfecto, y otra integrante de su equipo vigila al cámara para que la enfoque con el encuadre perfecto.
Perfecto según el criterio de la jefa, claro. La jefa propiamente dicha viste botas de estampado de leopardo hasta las rodillas y una minifalda roja y, aunque parece cansada, me alaba el aspecto, me ofrece un refresco, se fija en mi bolsa de una tienda de moda y me pregunta qué he comprado con ese genuino interés de compradora omnívora que solo otra reconoce. La cosa promete. Veremos.
Es famosa desde adolescente. Preséntese a quien no la conozca.
Soy Paulina, una mujer que está viviendo su sueño, que es la música, muy afortunada, muy viva y con muchas ganas de más.
¿No se cansa nunca?
Los domingos por la noche, sobre todo si vengo de gira o de concierto y estoy cuidando a mis dos hombrecitos preciosos.
Ya. Esa sensación de depresión del domingo por la tarde.
No, eso es una decisión. Estar deprimido, tener tiempo para preocuparte en vez de ocuparte, se me hace un poco absurdo, Has usado las palabras depresión y cansancio en la entrevista, y yo tengo muchísima luz en la vida.
Igual pensaba en alguien que tiene que madrugar los lunes.
Para mí los domingos tienen muy buen rollito: un asado, la familia, la siesta o el concierto por la tarde. Ambas cosas me gustan.
¿No hay rutina en su vida?
A veces. Si no estoy trabajando, la rutina es parte de la educación de mis niños.
¿Siguen llamándola “la chica dorada”?
Llámame como quieras. Si lo haces con cariño, no me importa.
Lo digo porque al ser padres, sueles pasar a ser “la mamá de” o “el papá de” en el cole de tus hijos.
Sí, y me encanta. Es mi mejor sobrenombre, definitivamente: soy la mamá de mis niños.
¿Se lleva bien con el espejo?
Me llevo muy bien con el espejo. Y con los lagos, como Narcisa.
¿Y consigo misma?
Soy mi mejor amiga. Me quiero más que a nada. Me gusta mucho estar conmigo. Estoy en paz.
¿Antes no lo estaba?
No. Es algo que se aprende con el tiempo. El tiempo te enseña muchísimas cosas. Soy muy leal a mí misma. Cuando termino un concierto, o de hacer deporte, estoy en casa y es increíble estar conmigo misma. Mi cama es mi refugio en cualquier parte del mundo. Porque estoy en paz conmigo misma.
Cuando está sola, ¿tira mucho de móvil?
Me imagino que como todo el mundo, pero también me gusta desconectar. A veces, como jefa de la tribu, tienes que pedir que todos bajen sus teléfonos y lo guarden un par de horas. Forma parte del código de una sobremesa, de un código de etiqueta que se está perdiendo.
¿También es la jefa de la tribu en su casa?
Claro, es algo que tienes que hacer, y tus hijos tienen que aprender un poquito de eso. En la escuela cada vez les están educando para entender que la tecnología es buena hasta cierto grado, como todo. Cualquier cosa usada compulsivamente es mala. Sobre todo si no te gusta ser del corral, del redil, de todo lo mismo.
¿Nunca le gustó el redil?
Jamás. ¿A quién le va a gustar eso?
Bueno, hay gente a quien le gusta pertenecer a un grupo. Por el sentido de pertenencia.
Soy muy respetuosa. Tengo amigas a las que les gusta hacer lo que hace todo el mundo. No sé si es una falta de identidad. No me gusta que manejen mi vida. Soy muy independiente. Tienes que tener tu propia filosofía para que no te mueva el piso ningún partido político ni nadie que quiera tener control sobre ti. Y eso es importante en un momento como el que vivimos.
¿Cómo ve a las nuevas artistas latinas que vienen pisando fuerte?
Me inspiran mucho. Cada generación se reivindica. Lo hizo mi madre, mi abuela, mi bisabuela. Que se apoyen a sí mismas, que se liberen y nos liberen. La sangre nueva tiene mucha garra. Son valientes, atrevidas, talentosas. Todas las mujeres somos hermosas.
¿Le parece que las redes sociales, con su falta perfección, fomentan la frustración y la envidia?
La envidia no tiene que ver con tener 20 o 40 años. Yo envidio a la gente que sonríe mucho. Cuando tienes un legado detrás, el complejo del tiempo es una estupidez. Lo que más vale es tu sonrisa.
¿Lleva siempre un ventilador en el bolso?
[No le gusta la pregunta] No, bueno, quizá abstracto, seguramente lo llevo en mi cabeza. Si quieres te regalo uno.
Lo decía como un halago. Forma parte de su iconografía.
Mira, no creo que un elemento como un ventilador te de la imagen. También lo usa Beyoncé y no me creo con derecho a criticarla.
Pero usted lo hizo antes.
Ya, no sé, seguro que David Bowie lo hizo antes, y fue el icono del pop mucho antes.
Tiene fama de tener mucho carácter.
No siempre te dicen la verdad. No crean todo lo que se dice.
¿Le importa? Lo que se diga de usted, digo.
Me tiene muy al margen. No me importa si no me conoces. Lo que piense la gente de mí no me quita el sueño ni me importa mucho.
¿Qué es el lujo para una diva?
Mi máximo lujo es estar desnuda en una playa. De incógnito total. Definitivamente, eso es el lujo.
Es famosa desde adolescente. Preséntese a quien no la conozca.
Soy Paulina, una mujer que está viviendo su sueño, que es la música, muy afortunada, muy viva y con muchas ganas de más.
¿No se cansa nunca?
Los domingos por la noche, sobre todo si vengo de gira o de concierto y estoy cuidando a mis dos hombrecitos preciosos.
Ya. Esa sensación de depresión del domingo por la tarde.
No, eso es una decisión. Estar deprimido, tener tiempo para preocuparte en vez de ocuparte, se me hace un poco absurdo, Has usado las palabras depresión y cansancio en la entrevista, y yo tengo muchísima luz en la vida.
Igual pensaba en alguien que tiene que madrugar los lunes.
Para mí los domingos tienen muy buen rollito: un asado, la familia, la siesta o el concierto por la tarde. Ambas cosas me gustan.
¿No hay rutina en su vida?
A veces. Si no estoy trabajando, la rutina es parte de la educación de mis niños.
¿Siguen llamándola “la chica dorada”?
Llámame como quieras. Si lo haces con cariño, no me importa.
Lo digo porque al ser padres, sueles pasar a ser “la mamá de” o “el papá de” en el cole de tus hijos.
Sí, y me encanta. Es mi mejor sobrenombre, definitivamente: soy la mamá de mis niños.
¿Se lleva bien con el espejo?
Me llevo muy bien con el espejo. Y con los lagos, como Narcisa.
¿Y consigo misma?
Soy mi mejor amiga. Me quiero más que a nada. Me gusta mucho estar conmigo. Estoy en paz.
¿Antes no lo estaba?
No. Es algo que se aprende con el tiempo. El tiempo te enseña muchísimas cosas. Soy muy leal a mí misma. Cuando termino un concierto, o de hacer deporte, estoy en casa y es increíble estar conmigo misma. Mi cama es mi refugio en cualquier parte del mundo. Porque estoy en paz conmigo misma.
Cuando está sola, ¿tira mucho de móvil?
Me imagino que como todo el mundo, pero también me gusta desconectar. A veces, como jefa de la tribu, tienes que pedir que todos bajen sus teléfonos y lo guarden un par de horas. Forma parte del código de una sobremesa, de un código de etiqueta que se está perdiendo.
¿También es la jefa de la tribu en su casa?
Claro, es algo que tienes que hacer, y tus hijos tienen que aprender un poquito de eso. En la escuela cada vez les están educando para entender que la tecnología es buena hasta cierto grado, como todo. Cualquier cosa usada compulsivamente es mala. Sobre todo si no te gusta ser del corral, del redil, de todo lo mismo.
¿Nunca le gustó el redil?
Jamás. ¿A quién le va a gustar eso?
Bueno, hay gente a quien le gusta pertenecer a un grupo. Por el sentido de pertenencia.
Soy muy respetuosa. Tengo amigas a las que les gusta hacer lo que hace todo el mundo. No sé si es una falta de identidad. No me gusta que manejen mi vida. Soy muy independiente. Tienes que tener tu propia filosofía para que no te mueva el piso ningún partido político ni nadie que quiera tener control sobre ti. Y eso es importante en un momento como el que vivimos.
¿Cómo ve a las nuevas artistas latinas que vienen pisando fuerte?
Me inspiran mucho. Cada generación se reivindica. Lo hizo mi madre, mi abuela, mi bisabuela. Que se apoyen a sí mismas, que se liberen y nos liberen. La sangre nueva tiene mucha garra. Son valientes, atrevidas, talentosas. Todas las mujeres somos hermosas.
¿Le parece que las redes sociales, con su falta perfección, fomentan la frustración y la envidia?
La envidia no tiene que ver con tener 20 o 40 años. Yo envidio a la gente que sonríe mucho. Cuando tienes un legado detrás, el complejo del tiempo es una estupidez. Lo que más vale es tu sonrisa.
¿Lleva siempre un ventilador en el bolso?
[No le gusta la pregunta] No, bueno, quizá abstracto, seguramente lo llevo en mi cabeza. Si quieres te regalo uno.
Lo decía como un halago. Forma parte de su iconografía.
Mira, no creo que un elemento como un ventilador te de la imagen. También lo usa Beyoncé y no me creo con derecho a criticarla.
Pero usted lo hizo antes.
Ya, no sé, seguro que David Bowie lo hizo antes, y fue el icono del pop mucho antes.
Tiene fama de tener mucho carácter.
No siempre te dicen la verdad. No crean todo lo que se dice.
¿Le importa? Lo que se diga de usted, digo.
Me tiene muy al margen. No me importa si no me conoces. Lo que piense la gente de mí no me quita el sueño ni me importa mucho.
¿Qué es el lujo para una diva?
Mi máximo lujo es estar desnuda en una playa. De incógnito total. Definitivamente, eso es el lujo.
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