Una mañana, en la oficina de Claro-Codetel, una alta gerente recuerda un viejo chiste sobre los teléfonos públicos y las relaciones con el sexo opuesto. “Los teléfonos públicos son como los hombres: los buenos, están ocupados. Y los que están libres es porque no sirven”. El chiste, obviamente, surgió en un momento en que para usar estos aparatos había que agotar turnos. Curiosamente, se trata de un pasado no muy lejano
A estas alturas, cuando las estadísticas hablan de que en el país existen casi nueve millones de teléfonos móviles y poco más de un millón de líneas fijas (según cifras del INDOTEL hasta noviembre de 2012) hay quienes recuerdan con nostalgia chistes como esos; también quienes se remiten a sus orígenes en aquellas comunidades donde un único teléfono rural no sólo era capaz de realizar llamadas, sino también de recibirlas, poniéndolos en contacto con el resto del mundo.
Para aquellos que se preguntan si han desaparecido, la respuesta es no. Claro-Codetel es la compañía que más número de cabinas mantiene en funcionamiento. Según Lorenzo García, director de Soluciones Fijas y Datos, son alrededor de 5,000 aparatos, aunque los reportes oficiales del INDOTEL, donde la citada compañía aparece como la única que ofrece el servicio, dicen que son 7,185 a septiembre de 2012.
Justo al término de ese año, los minutos por llamada realizada a través de teléfonos públicos de la empresa ascendieron a 6 millones, según sus reportes de la misma empresa. Los teléfonos inteligentes no son infalibles y a menudo se descargan. También en un país donde la mayoría de los teléfonos celulares funciona con el método prepago (7.3 millones), a más de uno “se le acaban los minutos”.
Ahí, de pronto, se hacen visibles estos viejos dinosaurios, estas reliquias dignas de antología que a muchos traen recuerdos, promedian al mes alrededor de 600 mil minutos, con una tarifa de cinco pesos estable desde hace años.
Esplendor y declive Hacia 1987, las cabinas de teléfonos públicos estaban dotadas con mapas de información turística e iluminación nocturna en calles como El Conde y avenidas como la George Washington y la 27 de Febrero, según el libro La telefonía. Presencia y desarrollo en la República Dominicana, editado por Codetel.
Un año antes, como parte de sus planes de expansión, la compañía anunciaba un programa acelerado de instalación de teléfonos públicos en aquellas ciudades donde el plan de poner líneas fijas iba a tardarse en llegar. Muy distinto a lo que se ofrece hoy a las zonas rurales.
El año pasado, sin ir más lejos, la presencia de cabinas se redujo cuando se implementó el proyecto BAR (Banda Ancha Rural) que desplazó las viejas cabinas para llevar un tipo de acceso más moderno a todos aquellos municipios con más de 500 personas. Los aparatos fueron reubicados. Hoy las cabinas son eminentemente urbanas.
Santo Domingo y Santiago, las dos grandes ciudades del país, concentran el 80% de las cabinas telefónicas, ubicadas, sobre todo, en áreas donde hay gran flujo de personas: vías de gran tránsito, paradas de autobuses, plazas comerciales, cines, supermercados, hospitales, universidades, hoteles y aeropuertos.
El año en que más teléfonos públicos se registran es 2007, según recoge el INDOTEL en reportes que cubren desde 1996 hasta 2012. Pero dentro de esta modalidad podrían estar incluidos los teléfonos cochinitos, aquellos aparatos de moneda que se colocan en los colmados.
En todo caso, para Lorenzo García, el declive comenzó hace diez años, con la entrada de la tecnología GMS que posibilitó que muchos accedieran a un teléfono celular. Pero es en 2010 cuando la caída fue estrepitosa: pasaron de ser 12,997 a sólo 7,548, con un descrecimiento de -41,9%.
fuente: Por Gabriela Read
Año Número
1996 6,523
1997 8,500
1998 10,682
1999 11,877
2000 12,161
2001 11,324
2002 11,781
2003 12,148
2004 11,385
2005 13,074
2006 13,897
2007 15,703
2008 13,713
2009 12,997
2010 7,548
2011 7,150
2012 a sept. 7,185
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