Y hasta lo consideran un evento aparte, que nada tiene que ver con el ceremonial mayor del premio Soberano.
Y no es así. El mal desempeño de una alfombra puede dar al traste con el evento que sigue, provocando un efecto dominó a partir de la caída de la primera ficha.
Si la teleaudiencia pierde interés o se desencanta por los errores que se cometan en la pasarela roja, los efectos pueden sentirse luego en la platea.
Es un asunto de percepción, de acondicionamiento, que debe ser tomado en cuenta por todo el que esté al frente de la producción de un premio como El Soberano.
El mal desempeño de algunos de los conductores fue muy notorio.
Este año se pudo observar como el concepto de la misma ha sido desvirtuado, y en vez de desfile, lo que hubo fue un amontonamiento de gente en ella, estacionados todos, sin moverse, cherchando y buscando cámara.
Entre ellos algunos infiltrados que se hacían selfies con los artistas.
No había flujo.
Aquello parecía un mercado persa...
La falta de agilidad y fluidez obra en el sentido de provocar un efecto dilatador, que con el tiempo que envuelve el evento en general, tiende a ser perjudicial por sus efectos infartantes.
A la alfombra roja hay que prestarle mucha atención, porque se puede convertir a una alfombra mágica voladora, como la de los cuentos de Las Mil y Una Noches.
Fuente Merengala
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