Cuando la bellísima Liz Kerslake pasea su atlético cuerpo por la calle, recibe las miradas de admiración de hombres y mujer.
Pero los transeúntes que la contemplan jamás se imaginarían que alguna vez Liz sobrepasó los 80 kilos y tuvo un esposo que la trataba de “fea” y “gorda”.
El problema: durante su primer matrimonio, esta vendedora se puso demasiado cómoda y comenzó a subir abruptamente de peso, hasta llegar a los 86 kilos.
Tras las constantes críticas del que había prometido ser el hombre de su vida, la mujer inglesa de 39 años comenzó a contar calorías y a darle duro al gimnasio.
No fue el único cambio en su vida: se divorció del hombre que no la supo apreciar y en medio de los trámites judiciales, conoció a su segundo esposo, Nick.
Ahí nuevamente dejó de lado el gimnasio, por lo que a medida que se acercaba su boda se puso una nueva meta: entrar en un ceñido vestido blanco.
Hoy, Liz lo logró y pesa 53 kilos
“Estaba determinada a lucir lo mejor posible en el gran día mío y de Nick”, detalló al medio británico Mirror.
Un plan completo de pérdida de peso en una clínica cosmética la ayudó en su objetivo.
Una dieta baja en carbohidratos, sacar a pasear a su chihuahua Roxy y visitar el gimnasio lo máximo posible son parte de su rutina.
“Ahora puedo caminar a una tienda y coger un vestido talla 8 (36 o S en Chile) y saber que me quedará. Lo mismo ocurre si compro en Internet. Me ha dado mucha más confianza”, afirmó.
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