Fuente Infobae
Picoteando el Espectáculo
La estudiante de psicología, Emelle Lewis, de Huddersfield, comenzó a sufrir problemas alimenticios por primera vez a los 15 años, después de sentirse "gorda y fea" entre su grupo de compañeras y luchar por conseguir su primer novio.
Su manía por estar siempre un poco más flaca se inició con ejercitarse con regularidad en el gimnasio, pero rápidamente a este hábito compulsivo se le sumó la obsesión por la comida que la hacía sólo alimentarse de bocados de cereal, pasteles de arroz y ensaladas.
"Comenzó en la escuela secundaria cuando yo quería perder peso porque siempre me sentí gorda. Siempre me pareció difícil encajar, y cuando todos mis amigos estaban teniendo novios en ese momento, y yo comencé a pensar que era porque era gorda y fea", relató la joven al tabloide Daily Mail.
Emelle se negó a comenzar un tratamiento contra la anorexia y , en un ataque de paranoia, se convenció a sí misma de que los extraños estaban tratando de arruinar su vida.
"Me negué a cumplir con el tratamiento y estaba convencido de que todos estaban en mi contra, mintiéndome e intentando arruinar mi vida. Realmente no me sentía tan débil porque mi cuerpo se había adaptado a mi bajo peso, sin embargo, tenía tanto frío que era doloroso ", relató. "No quería deshacerme de mi trastorno alimentario", añadió.
En su peor momento de la enfermedad fue hospitalizada siete veces.
El punto de inflexión de Emelle – según ella misma contó al citado medio-se produjo después de que comenzó a seguir cuentas de otras chicas que habían superado la enfermedad.
"Me sentiría avergonzada si les decía a todos que me iba a recuperar, pero luego me rendía a mitad de camino. Sabía que tenía que empezar a luchar y mostrarle al mundo quién debía ser", se sinceró.
A pesar de estar aterrorizada por el arduo trabajo que tenía por delante, pronto se dio cuenta de que no quería morir. Hoy, Emelle come seis comidas balanceadas al día, que ascienden a 2.800 calorías y se ejercita. Goza de una vida saludable.
"Recuerdo haberme acostado un día en la cama sintiéndome como si realmente me estuviera muriendo y dándome cuenta de que no había logrado nada en mi vida, y esta no es la manera en que mi historia debe terminar", rememoró.
El aspecto más difícil, aseguró, sobre su recuperación fue tener que vivir su vida de la manera opuesta al camino que había llevado durante los últimos seis años, pero insiste en que superar la anorexia la ha fortalecido mentalmente.
La estudiante de psicología, Emelle Lewis, de Huddersfield, comenzó a sufrir problemas alimenticios por primera vez a los 15 años, después de sentirse "gorda y fea" entre su grupo de compañeras y luchar por conseguir su primer novio.
Su manía por estar siempre un poco más flaca se inició con ejercitarse con regularidad en el gimnasio, pero rápidamente a este hábito compulsivo se le sumó la obsesión por la comida que la hacía sólo alimentarse de bocados de cereal, pasteles de arroz y ensaladas.
"Comenzó en la escuela secundaria cuando yo quería perder peso porque siempre me sentí gorda. Siempre me pareció difícil encajar, y cuando todos mis amigos estaban teniendo novios en ese momento, y yo comencé a pensar que era porque era gorda y fea", relató la joven al tabloide Daily Mail.
Emelle se negó a comenzar un tratamiento contra la anorexia y , en un ataque de paranoia, se convenció a sí misma de que los extraños estaban tratando de arruinar su vida.
"Me negué a cumplir con el tratamiento y estaba convencido de que todos estaban en mi contra, mintiéndome e intentando arruinar mi vida. Realmente no me sentía tan débil porque mi cuerpo se había adaptado a mi bajo peso, sin embargo, tenía tanto frío que era doloroso ", relató. "No quería deshacerme de mi trastorno alimentario", añadió.
En su peor momento de la enfermedad fue hospitalizada siete veces.
El punto de inflexión de Emelle – según ella misma contó al citado medio-se produjo después de que comenzó a seguir cuentas de otras chicas que habían superado la enfermedad.
"Me sentiría avergonzada si les decía a todos que me iba a recuperar, pero luego me rendía a mitad de camino. Sabía que tenía que empezar a luchar y mostrarle al mundo quién debía ser", se sinceró.
A pesar de estar aterrorizada por el arduo trabajo que tenía por delante, pronto se dio cuenta de que no quería morir. Hoy, Emelle come seis comidas balanceadas al día, que ascienden a 2.800 calorías y se ejercita. Goza de una vida saludable.
"Recuerdo haberme acostado un día en la cama sintiéndome como si realmente me estuviera muriendo y dándome cuenta de que no había logrado nada en mi vida, y esta no es la manera en que mi historia debe terminar", rememoró.
El aspecto más difícil, aseguró, sobre su recuperación fue tener que vivir su vida de la manera opuesta al camino que había llevado durante los últimos seis años, pero insiste en que superar la anorexia la ha fortalecido mentalmente.
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