lunes, 16 de enero de 2012
Pensábamos superada la etapa en que los relacionadores públicos de artistas incidían y operaban abiertamente en el seno de Acroarte.
Pensábamos superada la etapa en que los relacionadores públicos de artistas incidían y operaban abiertamente en el seno de la asamblea de la Asociación de Cronistas de Arte para elegir a los nominados del premio Casandra.
Son muchos los cronistas que ejercen como publicistas, promotores y relacionadores públicos de artistas y programas, como parte de una actividad muy lícita de trabajo.
No criticamos ese desempeño, pero sí el hecho de que algunos no se manejen con la prudencia y la honestidad debida, contaminando de manera grosera el proceso de escogencia de los nominados al premio Casandra.
Los colegas que se respetan, salen de la sala de la asamblea, en el momento en que toca evaluar un renglón en el cual tienen compromiso de trabajo con un artista o programa, por aquello de que no se puede ser juez y parte.
Pero muy pocos cumplen con ese requisito y se quedan en la asamblea, activando en favor de la gente con la cual trabajan, lo cual es sumamente penoso.
Peor aún que relacionadores públicos que comparten trabajo con el presidente de Acroarte sean los que se vean en ese laborantismo, operando como un comando de campaña en medio de la asamblea, y conduciendo debates que al final de cuentas sólo tienen el propósito de favorecer a determinados artistas y productores de programas, para los cuales trabajan en base a igualas.
Así no puede ser...
Son de las situaciones recurrentes en Acroarte que afectan la premiación, restándole credibilidad y limpieza.
Ese parece ser un designio maldito en la premiación Casandra, que por más que se critique y censure, no parece tener arreglo.
Qué pena.
fuente Joseph Caceres
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