Aquí se han festinado tanto las cosas, que “el enganche” y la cualquierización abarca todos los planos.
Gente que asumen el rol de productores de espectáculos artísticos o de programas de televisión, sin nociones primarias y elementales sobre iluminación, calibración de sonido, montaje, escenografía, coreografía, y diseño escénico, por solo citar algunos de los aspectos técnicos más relevantes e importantes del negocio
No saben llevar el “timing”, como tampoco el ritmo de la producción, la velocidad, el manejo de las pausas, ni saben cuando el artista debe hablar o callar, salir y entrar a escena, ni articular elementos esenciales que impidan que se caiga el espectáculo.
Carenciados de conocimientos creen que con solo contratar a quien haga el trabajo resuelven la propuesta que tienen en sus manos, o por lo general recurren al personal de piso o de planta de la televisora, descargando sobre ellos la responsabilidad de trabajos que deberían ser más cuidados.
Un verdadero productor en una reunión de producción debe llegar con el esquema de lo que quiere ya diseñado, no dejar que el luminotécnico sea el que se encargue del montaje de luces accionando “a discreción”, pues por lo general se limitan a hacer lo rutinario, lo que están acostumbrado a hacer en el día a día, en el plano de la cotidianidad de su trabajo.
Es recurrente el caso de espectáculos y conciertos que se presentan en el teatro La Fiesta del Hotel Jaragua, que no pasan de ser un baile con luces.
Creen que por el hecho de adicionar luces robóticas, spotlights, un perseguidor y algunas pantallas y luces Led, están haciendo una producción especial a orquestas y figuras, que se limitan a su vez a la rutina habitual de un set de baile, sin ningún aditamento ni nada que la gente no haya visto ya.
No le vemos nada de extraordinario ni de especial, a la actuación de una banda que convoca a un espectáculo, para ofrecer lo mismo que la gente ya está cansada de ver en las presentaciones
de los mediatours en la televisión.
En el campo de la producción hay muchas deficiencias, salvada a veces por las honrosas excepciones de figuras que se pueden contar con una mano y sobran dedos.
En el caso de la producción de televisión hay gente que se hace llamar productores, cuando en verdad son coordinadores, que se limitan a llamar artistas o invitados para llenar espacio, pero que carecen de capacidad, conocimiento y creatividad para articular a plenitud el lenguaje de la televisión de este tiempo, tan tendenciada y fragmentada por las exigencias de la época.
En los denominados “talk show” se evidencia que la carencia de criterio y de aptitud no les permite establecer los momentos altos y bajos de una entrevista, ni saben como hacer fluir de manera armónica los elementos que le confieren singularidad a ese tipo de programa.
Se quieren clocar producciones foráneas sin estar preparados para ello y los dislates están a la orden del día.
Creen que con poner al entrevistado en una especie de paredón, atacando al entrevistado con preguntas irrespetuosas, juegan el rol que se han asignado.
Siempre se justifican hablando de la carencia de recursos cuando un simple ejercicio de ingenio y creatividad puede suplir las deficiencias cuando se trabaja, como se dice popularmente, “a mano pelá”.
Por ello la mayoría de espectáculos, conciertos y programas de televisión no pasan de ser siempre “más de lo mismo”.
Lo peor de todo que frente a los mismos no hay una actitud crítica de la crónica de arte, a veces por indulgencia, pero en la mayoría de los casos por falta de criterio y desconocimiento.
Es lo que explica que de tantas producciones cuestionables en extremo, se diga que son “un espectáculo para la historia” y otras expresiones cliché lisonjeras propias de gente confabulada o de ignorantes.
¡Puro fetiche!
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