Picoteando el Espectáculo
A las decenas de mujeres, muchas de ellas famosas, que han denunciado el acoso y los hostigamientos sexuales que recibieron de parte del productor Harvey Weinstein, se ha sumado el testimonio de la mexicana Salma Hayek, una de las latinas con mayor presencia en la industria cinematográfica.
Han pasado ya varias semanas desde el destape de las primeras víctimas, ¿por qué hasta ahora Salma se ha decidido a hablar? Ha sido ella misma quien de viva voz narra en el artículo "Harvey Wainstein es mi monstruo también", publicado por de The New York Times, la pesadilla que vivió en manos del productor.
En el inicio de la columna, Salma asegura que en un principio se negó a hablar del tema porque ella creía que era un asunto superado y que su voz no haría la diferencia en medio de las decenas de acusaciones que surgieron al momento: "Me lavé el cerebro y pensé que todo había terminado y que había sobrevivido. Me oculté de la responsabilidad de hablar con la excusa de que había suficientes personas involucradas para arrojar luz sobre mi monstruo. No consideré que mi voz fuera importante, ni tampoco pensé que marcaría la diferencia. En realidad, estaba tratando de evitar el desafío de explicarles varias cosas a mis seres queridos porque cuando había mencionado casualmente que Harvey me había intimidado como muchos otros, había excluido un par de detalles. Me había sentido orgullosa de mi capacidad de perdón, pero el mero hecho de que me avergonzara describir los detalles de lo que había perdonado me hizo preguntarme si ese capítulo de mi vida realmente se había resuelto".
Dejando atrás sus temores, en le texto Salma narra sus inicios en Hollywood y brinda descripciones detalladas del acoso que recibió del parte del reconocido productor cuando aspiraba a llevar al cine la historia de Frida Kahlo.
Salma explica que el acuerdo al que llegó con Harvey y su casa productora Miramax fue que ellos pagarían por los derechos del trabajo que ella ya había desarrollado y que, como actriz, recibiría el mínimo de la escala del Screen Actors Guild más un 10 por ciento. Pese a lo bajo de su pago, fue la oportunidad de trabajar con la reconocida productora la que la llevó sentirse satisfecha con el acuerdo: "No me importaba el dinero; estaba tan emocionada de trabajar con él y esa compañía. En mi ingenuidad, pensé que mi sueño se había hecho realidad. Él había validado los últimos 14 años de mi vida. Me había dado una oportunidad. Él había dicho que sí".
Más adelante Salma revela los abusos que sufrió de parte del productor tras haber cerrado el negocio: "Era mi turno de decir que no. No a abrirle la puerta a todas horas de la noche, hotel tras hotel, donde aparecería inesperadamente (...) no a tomar una ducha con él, no a dejar que me viera bañándome, no a dejar que me diera un masaje (...) No a dejar que me dé sexo oral y con cada negativa vino la ira maquiavélica de Harvey".
La veracruzana asegura que ante tales negativas, recibió amenazas de muerte del parte del productor: "De sus tácticas de persuasión pasó de hablarme con dulzura a ataques de furia, y dijo estas aterradoras palabras: 'Te mataré, no pienses que no puedo'".
Ante la negativa de la actriz, Weinstein buscó desvincularse del proyecto, pero la mexicana logró seguir adelante con la ayuda de abogados. Ante dicha situación, el productor buscó sexualizar la película: "Me dijo que lo único que tenía a mi favor era mi atractivo sexual y que no había nada de eso en esta película. Esperaba que él me reconociera como productora, pues además de cumplir su lista de demandas, obtuve los permisos para usar las pinturas. Había negociado con el gobierno mexicano y con quien tenía que hacerlo para obtener locaciones que nunca se le habían dado a nadie en el pasado, incluidas las casas de Frida Kahlo y los murales del esposo de Kahlo, Diego Rivera, entre otros".
"Pero todo esto parecía no tener ningún valor. Lo único que notó fue que no era sexy en la película. Me hizo dudar si era bueno como actriz, pero nunca logró hacerme creer que la película no valía la pena. Él me ofreció una opción para continuar. Me dejaría terminar la película si aceptaba hacer una escena de sexo con otra mujer. Y exigió desnudez frontal completa.
Él había estado pidiendo constantemente más piel, más sexo", añade la actriz.
Finalmente, Salma enuncia el éxito de la cinta, misma que ganó dos Oscar, pese a la negativa del productor de exhibirla.
“¿Por qué tantas de nosotras, artistas mujeres, tenemos que ir a la guerra para poder contar nuestras historias cuando tenemos tanto que ofrecer? ¿Por qué tenemos que pelear con uñas y dientes para mantener la dignidad? Creo que es porque, como mujeres, hemos sido devaluadas artísticamente hasta un nivel de indecencia, hasta el punto de que la industria del cine ha dejado de esforzarse por averiguar qué quiere ver el público femenino y qué historias queremos contar”, finaliza Salma su confesión.
A las decenas de mujeres, muchas de ellas famosas, que han denunciado el acoso y los hostigamientos sexuales que recibieron de parte del productor Harvey Weinstein, se ha sumado el testimonio de la mexicana Salma Hayek, una de las latinas con mayor presencia en la industria cinematográfica.
Han pasado ya varias semanas desde el destape de las primeras víctimas, ¿por qué hasta ahora Salma se ha decidido a hablar? Ha sido ella misma quien de viva voz narra en el artículo "Harvey Wainstein es mi monstruo también", publicado por de The New York Times, la pesadilla que vivió en manos del productor.
En el inicio de la columna, Salma asegura que en un principio se negó a hablar del tema porque ella creía que era un asunto superado y que su voz no haría la diferencia en medio de las decenas de acusaciones que surgieron al momento: "Me lavé el cerebro y pensé que todo había terminado y que había sobrevivido. Me oculté de la responsabilidad de hablar con la excusa de que había suficientes personas involucradas para arrojar luz sobre mi monstruo. No consideré que mi voz fuera importante, ni tampoco pensé que marcaría la diferencia. En realidad, estaba tratando de evitar el desafío de explicarles varias cosas a mis seres queridos porque cuando había mencionado casualmente que Harvey me había intimidado como muchos otros, había excluido un par de detalles. Me había sentido orgullosa de mi capacidad de perdón, pero el mero hecho de que me avergonzara describir los detalles de lo que había perdonado me hizo preguntarme si ese capítulo de mi vida realmente se había resuelto".
Dejando atrás sus temores, en le texto Salma narra sus inicios en Hollywood y brinda descripciones detalladas del acoso que recibió del parte del reconocido productor cuando aspiraba a llevar al cine la historia de Frida Kahlo.
Salma explica que el acuerdo al que llegó con Harvey y su casa productora Miramax fue que ellos pagarían por los derechos del trabajo que ella ya había desarrollado y que, como actriz, recibiría el mínimo de la escala del Screen Actors Guild más un 10 por ciento. Pese a lo bajo de su pago, fue la oportunidad de trabajar con la reconocida productora la que la llevó sentirse satisfecha con el acuerdo: "No me importaba el dinero; estaba tan emocionada de trabajar con él y esa compañía. En mi ingenuidad, pensé que mi sueño se había hecho realidad. Él había validado los últimos 14 años de mi vida. Me había dado una oportunidad. Él había dicho que sí".
Más adelante Salma revela los abusos que sufrió de parte del productor tras haber cerrado el negocio: "Era mi turno de decir que no. No a abrirle la puerta a todas horas de la noche, hotel tras hotel, donde aparecería inesperadamente (...) no a tomar una ducha con él, no a dejar que me viera bañándome, no a dejar que me diera un masaje (...) No a dejar que me dé sexo oral y con cada negativa vino la ira maquiavélica de Harvey".
La veracruzana asegura que ante tales negativas, recibió amenazas de muerte del parte del productor: "De sus tácticas de persuasión pasó de hablarme con dulzura a ataques de furia, y dijo estas aterradoras palabras: 'Te mataré, no pienses que no puedo'".
Ante la negativa de la actriz, Weinstein buscó desvincularse del proyecto, pero la mexicana logró seguir adelante con la ayuda de abogados. Ante dicha situación, el productor buscó sexualizar la película: "Me dijo que lo único que tenía a mi favor era mi atractivo sexual y que no había nada de eso en esta película. Esperaba que él me reconociera como productora, pues además de cumplir su lista de demandas, obtuve los permisos para usar las pinturas. Había negociado con el gobierno mexicano y con quien tenía que hacerlo para obtener locaciones que nunca se le habían dado a nadie en el pasado, incluidas las casas de Frida Kahlo y los murales del esposo de Kahlo, Diego Rivera, entre otros".
"Pero todo esto parecía no tener ningún valor. Lo único que notó fue que no era sexy en la película. Me hizo dudar si era bueno como actriz, pero nunca logró hacerme creer que la película no valía la pena. Él me ofreció una opción para continuar. Me dejaría terminar la película si aceptaba hacer una escena de sexo con otra mujer. Y exigió desnudez frontal completa.
Él había estado pidiendo constantemente más piel, más sexo", añade la actriz.
Finalmente, Salma enuncia el éxito de la cinta, misma que ganó dos Oscar, pese a la negativa del productor de exhibirla.
“¿Por qué tantas de nosotras, artistas mujeres, tenemos que ir a la guerra para poder contar nuestras historias cuando tenemos tanto que ofrecer? ¿Por qué tenemos que pelear con uñas y dientes para mantener la dignidad? Creo que es porque, como mujeres, hemos sido devaluadas artísticamente hasta un nivel de indecencia, hasta el punto de que la industria del cine ha dejado de esforzarse por averiguar qué quiere ver el público femenino y qué historias queremos contar”, finaliza Salma su confesión.
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