viernes, 27 de marzo de 2015

Charles Aznavour es una referencia para varias generaciones, pero a él le interesa más el hoy y el mañana que el ayer.

Su extraordinaria voz y su talento como compositor y arreglista le han proporcionado un destacadísimo lugar en la historia de la música popular europea. Embajador en el mundo de la canción francesa, Charles Aznavour es una referencia para varias generaciones, pero a él le interesa más el hoy y el mañana que el ayer: «Lo que tuve que aprender del pasado, ya lo hice en su momento -señala-; el presente sí me enseña. Siento que cada día es una oportunidad para seguir creciendo».   

Son las palabras de un hombre de 90 años, que se encuentra en Madrid en una maratoniana sesión de promoción de su nuevo álbum, «Encores», escrito, arreglado y, naturalmente, interpretado por él mismo, que se editará el próximo 5 de mayo y que será presentado en directo en una gira que pasará porMadrid y San Sebastián los días 7 y 9 del mismo mes.

-¿Qué supone para usted estar de nuevo haciendo entrevistas para promocionar su nuevo disco?

-Bueno, de hecho ya estoy trabajando en el siguiente, que espero que se publique el año que viene. Aún no está acabado, pero ya tengo todo listo, todas las piezas en su sitio… y todas las canciones escritas. No tengo ningún problema con el trabajo. Y la promoción, por supuesto, es parte de ese trabajo. A veces es un poco cansado para mi garganta, claro, pero no hay problema.

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Adicto al trabajo
-¿Hasta qué punto le satisface el hecho de sacar cada nuevo disco?
-Para un escritor, el día que sale su nuevo libro es como para un niño el día de Navidad. Le encanta enseñar los juguetes que le han regalado… Así es como me siento yo.
-¿De dónde saca la energía para mantener tanta actividad?
-No hay ningún secreto, simplemente me encanta trabajar. Me encanta componer ¿Sabe qué es lo bueno de esto? Que lo haces en casa, en tu despacho, sin jefes ni horarios determinados, aunque soy muy disciplinado…

-Pero de la tranquilidad de su despacho tiene que pasar luego a los viajes promocionales, como este…

-También me encanta viajar, y hay un montón de sitios que no conozco. El año pasado tuve la oportunidad de viajar dos veces a China y fue estupendo. Conocí a mucha gente interesante. Es otra gran oportunidad de mi profesión.
-Después de una carrera tan larga, de tantos discos grabados, quizá parezca sencillo hacer uno más. ¿Cuándo sabe que tiene un material suficientemente bueno como para grabar un nuevo trabajo?

-No es sencillo en absoluto, y no lo es porque soy muy exigente conmigo mismo. Soy muy difícil de contentar. Siempre necesito que cada cosa esté exactamente en su sitio, cada nota, cada palabra… es como un crucigrama; solamente está terminado cuando cada letra está es su cuadrito correspondiente. Sería fácil hacer discos mediocres. Ya sabe: «Bueno, no está mal, suena agradable». Para mí nada es fácil, porque siempre me reto a dar de mí lo máximo posible. Eso es duro, pero es mucho más satisfactorio. En cualquier caso, es mi forma de ser. No podría actuar de otra manera.

-¿Cómo ha cambiado eso desde sus comienzos?
-Bueno, ha cambiado totalmente, porque cuando empecé no sabía absolutamente nada, claro. No sabía qué era eso de escribir canciones, y no tenía opción de aprenderlo en ningún sitio; no había escuelas para eso. Tuve que inventarme la forma de hacerlo, y recuerdo que lo hice usando el diccionario, un viejo «Larousse» que tenía, y otro muy importante, un diccionario de sinónimos. ¡Eso fue todo un hallazgo! Pero, claro, las ideas, las historias, no vienen en el diccionario.

-¿De dónde venían, entonces, esas historias?

-No de mi propia vida, desde luego. Nunca tuve interés en hablar de mí y de mi mujer. Lo que me ha inspirado siempre ha sido la prensa, la televisión, las cosas que le suceden a la gente

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