Luego de haber tocado fondo, se ha erigido en una figura valorada en el juego que genera muchos millones de dólares
Hace cinco años, Álex Rodríguez pensó que estaba acabado, algo que también mucha gente lo pensaba. Fue ese momento en que salió de las oficinas de la MLB en Nueva York vociferando improperios porque había sido suspendido por toda la campaña de 2014.
Nunca antes se había suspendido a alguien con tanta magnitud por el uso de sustancias prohibidas, la cual no solamente se basó en suficiente evidencia contra Rodríguez, sino también por sus esfuerzos por impedir la investigación de la liga.
Todo aparentaba que era el final de la buena reputación de Álex y cuidado si de su vida pública.
A pesar de todo, en esta primavera, Álex estuvo de visita en otro ambiente más feliz: la MLB le invitó para consultarlo sobre cómo conectar con seguidores más jóvenes y para discutir su rol de primera en promover la serie entre Yanquis y Boston en Londres.
“Era irreal”, dice Rodríguez en su entrevista con la revista Sports Illustrated, que hizo el reportaje “¿Qué es la Letra Escarlata? La improbable reinvención de Álex Rodríguez (What´s a Scarlet Letter? The Improbable Reinvention of A-ROD en inglés). “El mismo edificio, las mismas puertas, la misma seguridad, pero una situación completamente diferente”, agregó el otrora estelar jugador.
La pregunta de siempre pasó por su mente.
La respuesta comienza cerca del primer día de la campaña de 2014, cuando se vio obligado a encender la televisión y observar el partido inaugural de los Yanquis sin él. “Estaba llorando”, señaló. “Era una tortura. Estaba siendo masoquista. Estaba hecho pedazos, muerto, pensando cosas locas”.
Ya había decidido retirar sus demandas contra la MLB, para aceptar su pena, pero no tenía ni idea de cuál sería el resultado de esa acción.
Poco después de eso, se reunió con el hoy comisionado Rob Manfred, en ese entonces uno de los principales ejecutivos de la MLB bajo la tutela del comisionado Bud Selig, y el hombre que había castigado a una de las principales estrellas del negocio. Esta vez entró por una puerta trasera.
“Desde que cumplas con la suspensión, serás otro jugador”, dijo Álex que Manfred le comentó. “No cargarás con una letra escarlata”. Añadió.
“Perfecto”, dijo Rodríguez, quien luego preguntó, “¿qué es una letra escarlata?” La explicación, dice Álex, “me dio la confianza de que una vez cumpliera con mi sanción, sería libre. Encontré ese detalle bastante liberador”.
Desde entonces, en el entendido de Manfred, “él ha logrado más de lo que cualquiera hubiese pensado”.
Y así fue. En 2015, tras disculparse por sus acciones, pegó 33 cuadrangulares y remolcó 86 carreras. Se retiró en 2016, quedándose a cuatro jonrones de los 700.
Tres años después de eso, Rodríguez está por todos lados. Además del respeto que se ha ganado con la cadena Fox como analista en la postemporada, está todos los domingos en la noche en la transmisión de Espn. En cada camerino que visita, incluido el de Boston, es recibido con abrazos. “Él es la voz que define el béisbol”, dijo Bardia Shah-Rais, el coordinador de producción de Fox Sports.
El éxito le sonríe
Hoy día es el dueño de A-Rod Corp, una compañía con millones de dólares en activos y docenas de empleados. Es el prometido de Jennifer López. Tiene otras fuentes de ingresos y es seguido en redes sociales por más de cuatro millones de personas.
Es toda una celebridad, más que cualquier jugador en décadas y ni hablar de que estuvo en desgracia. “Es la real historia de las historias de regresos”, dice Hank Steinbrenner, el principal ejecutivo de los Yanquis, quien contrató a Rodríguez como consejero especial. Para Billy Corben, quien dirigirá un documental sobre el escándalo de Biogenesis, “no hemos visto una resurrección de este tipo desde Jesucristo”.
¿Cómo Álex llegó hasta ahí? “La culpa es mía. Me lancé de un edificio alto (el Empire State) sin paracaídas. Nadie me empujó.
Pero lo que ha cambiado es que fui humillado, pagué una penalidad muy dura, he aprendido lecciones y soy diferente”.
Hace cinco años, Álex Rodríguez pensó que estaba acabado, algo que también mucha gente lo pensaba. Fue ese momento en que salió de las oficinas de la MLB en Nueva York vociferando improperios porque había sido suspendido por toda la campaña de 2014.
Nunca antes se había suspendido a alguien con tanta magnitud por el uso de sustancias prohibidas, la cual no solamente se basó en suficiente evidencia contra Rodríguez, sino también por sus esfuerzos por impedir la investigación de la liga.
Todo aparentaba que era el final de la buena reputación de Álex y cuidado si de su vida pública.
A pesar de todo, en esta primavera, Álex estuvo de visita en otro ambiente más feliz: la MLB le invitó para consultarlo sobre cómo conectar con seguidores más jóvenes y para discutir su rol de primera en promover la serie entre Yanquis y Boston en Londres.
“Era irreal”, dice Rodríguez en su entrevista con la revista Sports Illustrated, que hizo el reportaje “¿Qué es la Letra Escarlata? La improbable reinvención de Álex Rodríguez (What´s a Scarlet Letter? The Improbable Reinvention of A-ROD en inglés). “El mismo edificio, las mismas puertas, la misma seguridad, pero una situación completamente diferente”, agregó el otrora estelar jugador.
La pregunta de siempre pasó por su mente.
La respuesta comienza cerca del primer día de la campaña de 2014, cuando se vio obligado a encender la televisión y observar el partido inaugural de los Yanquis sin él. “Estaba llorando”, señaló. “Era una tortura. Estaba siendo masoquista. Estaba hecho pedazos, muerto, pensando cosas locas”.
Ya había decidido retirar sus demandas contra la MLB, para aceptar su pena, pero no tenía ni idea de cuál sería el resultado de esa acción.
Poco después de eso, se reunió con el hoy comisionado Rob Manfred, en ese entonces uno de los principales ejecutivos de la MLB bajo la tutela del comisionado Bud Selig, y el hombre que había castigado a una de las principales estrellas del negocio. Esta vez entró por una puerta trasera.
“Desde que cumplas con la suspensión, serás otro jugador”, dijo Álex que Manfred le comentó. “No cargarás con una letra escarlata”. Añadió.
“Perfecto”, dijo Rodríguez, quien luego preguntó, “¿qué es una letra escarlata?” La explicación, dice Álex, “me dio la confianza de que una vez cumpliera con mi sanción, sería libre. Encontré ese detalle bastante liberador”.
Desde entonces, en el entendido de Manfred, “él ha logrado más de lo que cualquiera hubiese pensado”.
Y así fue. En 2015, tras disculparse por sus acciones, pegó 33 cuadrangulares y remolcó 86 carreras. Se retiró en 2016, quedándose a cuatro jonrones de los 700.
Tres años después de eso, Rodríguez está por todos lados. Además del respeto que se ha ganado con la cadena Fox como analista en la postemporada, está todos los domingos en la noche en la transmisión de Espn. En cada camerino que visita, incluido el de Boston, es recibido con abrazos. “Él es la voz que define el béisbol”, dijo Bardia Shah-Rais, el coordinador de producción de Fox Sports.
El éxito le sonríe
Hoy día es el dueño de A-Rod Corp, una compañía con millones de dólares en activos y docenas de empleados. Es el prometido de Jennifer López. Tiene otras fuentes de ingresos y es seguido en redes sociales por más de cuatro millones de personas.
Es toda una celebridad, más que cualquier jugador en décadas y ni hablar de que estuvo en desgracia. “Es la real historia de las historias de regresos”, dice Hank Steinbrenner, el principal ejecutivo de los Yanquis, quien contrató a Rodríguez como consejero especial. Para Billy Corben, quien dirigirá un documental sobre el escándalo de Biogenesis, “no hemos visto una resurrección de este tipo desde Jesucristo”.
¿Cómo Álex llegó hasta ahí? “La culpa es mía. Me lancé de un edificio alto (el Empire State) sin paracaídas. Nadie me empujó.
Pero lo que ha cambiado es que fui humillado, pagué una penalidad muy dura, he aprendido lecciones y soy diferente”.
Fuente el caribe
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