miércoles, 11 de septiembre de 2019

Piconfesiones!.La vez cuando Camilo Sesto vino de gira a Colombia y no le pagaron, hizo 13 presentaciones y no vio un centavo.. Sucedió en 1973. Leer.

 Picoteando el Espectáculo
La historia del debut del fallecido c
antante y compositor Camilo Sesto en Colombia es tan intensa y ampulosa como sus baladas, aunque definitivamente menos idílica.

El 30 de abril de 1973 en la tarde llegó, en el vuelo 80 de Avianca, el cantante y compositor alicantino. En el aeropuerto El Dorado lo esperaba un nutrido grupo de jovencitas que ya deliraban por él sin haberlo visto en persona, gracias a temas como Algo de mí, Fresa salvaje y Solo un hombre. Miguel Ayuso, cronista de espectáculos de EL TIEMPO, recuerda haber oído a una fanática decir: “Si es tan chévere como canta, entonces lo sigo hasta el hotel”. En rueda de prensa improvisada en el aeropuerto, fue interrogado sobre el porqué de su seudónimo, sus inicios en la música y la competencia entre artistas.

Esto no es una carrera de caballos con números a la espalda para saber quién va de primero”, dijo ante esa pregunta. “Lo importante es que cada uno se preocupe por una causa y exponga de forma que llegue al público”.

El artista llegaba al país para presentarse, según gacetilla de prensa, “en el Teatro Municipal, en Medellín, posiblemente en Cali y terminará su gira en un programa de TV”. Pero la escala más importante de la visita era la de ser el acto central en la inauguración del esperado coliseo El Campín, el día siguiente a su llegada, martes festivo, Día del Trabajo. La obra venía gestándose desde 1968 a un costo de 55 millones de pesos de la época, y por fin estaba lista para el disfrute de los bogotanos.

Los actos protocolarios empezaron a las 10 de la mañana e incluyeron, entre otros, las presentaciones de la orquesta Los Univox, Billy Pontoni con Lucho Bermúdez, la Onda Tres de Jimmy Salcedo y Leonor González Mina, la Negra Grande de Colombia, acompañada de una banda emergente y fugaz que hoy es leyenda del rock en el país: La Columna de Fuego.

Sesto salió dos veces a escena, a la 1 y a la 1:45 p. m.; entre una salida y otra hubo una demostración de motociclismo. La crónica de Kilian Guarín para EL TIEMPO contó cómo “Camilo Sesto enloqueció a centenares de quinceañeras que lo recibieron con chillidos histéricos. Una lloró de la emoción. Y a otras tuvieron que sacarlas en camilla”. Mientras que sus colegas de El Espectador aseguraron que la presentación “defraudó un poco, tal vez por la deformación del sonido que ocasiona un recinto tan gigantesco”.

Sesto fue hospedado en el antiguo Hilton y antes de viajar a Cali a continuar con su gira realizó dos presentaciones más en Bogotá, el 2 de mayo en el teatro Jorge Eliécer Gaitán y el 3, en el Club Internacional Unicorn, de la calle 94 con carrera 7.ª. Además, hizo recorrido promocional por emisoras (sus discos de ese momento eran distribuidos en Colombia por Codiscos), participó en el programa Campeones de la risa (antecesor de Sábados felices) y el domingo, como era costumbre y norma entre los artistas internacionales, realizó una presentación gratuita al mediodía en la Media Torta, alternando con artistas como El Súper Combo 70, Los Feos de Colombia, Adriana Cuesta y Los Trovadores del Sur.

Durante esa visita nunca dejó de ser objeto de atención. En Medellín, a donde llegó el 7 de mayo, día de su concierto en el teatro Junín del Centro Coltejer, se fraguó un verdadero plan para recibir al ídolo, con buses esperando a las fanáticas en el cruce de las calles Maracaibo y La Unión para conducirlas al aeropuerto Olaya Herrera. Una vez afuera, Sesto hizo parte de un desfile en su honor, saludando desde un carro descapotable.

arlos Serna, crítico de espectáculos del periódico El Colombiano, fue uno de los más entusiastas ante la visita del español. “La sala teatral será insuficiente para albergar a quienes desean admirarlo, aplaudirlo y escucharlo de cerca con sincera emoción”. Sin embargo, tal como lo anotó en su columna ‘Farándula’ unos días después, “nos dicen que en Bogotá y en Cali la acogida fue mayor”. Efectivamente, y contra todo pronóstico, al Junín, según reporte del propio cronista, no asistieron más de 250 personas, acaso por la hora a la que fue citado el concierto: 9:30 p. m.

“Si sus actuaciones se realizan tarde en la noche, la concurrencia rebaja ostensiblemente por mil circunstancias. Comenzando por el estudio de jóvenes que, no obstante sentir admiración por determinado cantante, dan prioridad a los libros”, puntualizó Serna.

Casi en paralelo con la visita del alicantino llegaba al país el también baladista Julio Iglesias. Al preguntársele acerca de su colega y coterráneo por Félix Marín, de EL TIEMPO, en un almuerzo informal, dijo: “Están matando a Camilo Sesto obligándolo a hacer recitales con un solo éxito: Algo de mí. Para realizar recitales de dos horas se requiere tener un repertorio con veinte éxitos. Si no es así, todo fracasará”.


En 1973 recorrí el país de punta a punta. Pasé por Cali, Pereira, Medellín, Barranquilla y otras ciudades, y no me pagaron ni un solo centavo

No es lo registrado, sin embargo, por quienes lo vieron. Serna recordaba que en el concierto en el Junín empezó interpretando Con razón y sin razón, para proseguir con Cada noche, Amor... amar, Ay, ay, Rosetta, Si se calla el cantor y al menos ocho canciones más, aparte de las siempre esperadas Fresa salvaje y Algo de mí.

“Su voz dejó un grato recuerdo entre los medellinenses y cuando cantó To Be a Man, en inglés y español, fue más grande la ovación”, comentó. Y al cierre, Todos los tiempos. Luego de 13 presentaciones, Camilo Sesto salió rumbo a Puerto Rico.

La estafa

A Colombia regresó años después, en la madrugada del 26 de febrero de 1985, con una comitiva de 35 personas y bajo un estricto esquema de seguridad que no permitió a sus fanáticas, ya creciditas, verlo ni mucho menos acercársele. La revista Semana afirmó que las dos o tres que lograron traspasar esa barrera “se llevaron la desilusión de su vida: se encontraron con un hombre pasado de kilos, pálido, con enormes gafas oscuras y muy cansado”. La nota que daba cuenta de esa transformación lo referenciaba como “ídolo en América Latina, (pero) en España un cantante más”. El título de la nota: ‘Almíbar en sí bemol’.

Muchos se preguntaban por qué había pasado tanto tiempo entre una visita y otra, ahora con 18 trabajos discográficos a su haber y un prestigio ya consolidado. Fue cuando trascendió lo que en su momento había pasado medianamente desapercibido en medios nacionales: en su primera gira, Sesto resultó estafado.

Pero creo que una persona no es un país, y lo único que quiero es tener el mayor contacto con la gente, porque el corazón de todos vale más que ese impase

Semana dijo sin mayores detalles: “Aunque sus primeras declaraciones fueron de amor por esta tierra, no ha podido olvidar su experiencia amarga de hace 13 años, cuando visitaba por primera vez el país, y no le pagaron”.

“¿Qué fue lo que le hicieron?”, preguntó Patricia Cerro, de la revista Elenco. “En 1973 recorrí el país de punta a punta”, respondió. “Pasé por Cali, Pereira, Medellín, Barranquilla y otras ciudades, y no me pagaron ni un solo centavo”, después de haber firmado un contrato con un empresario que Sesto identificaba como Julio Avellaneda. Pero, pese a la gravedad del hecho, el cantante siempre prefirió pasar la página. “No se cumplieron las condiciones acordadas previamente –decía–. Pero creo que una persona no es un país, y lo único que quiero es tener el mayor contacto con la gente, porque el corazón de todos vale más que ese impase”.

Pero en esta ocasión, quien cometió un pecado venial fue el propio Sesto. En el que sería su primer concierto tras el regreso, el 28 de febrero, en el salón Rojo del Hotel Tequendama, aparentemente pasado de tragos no pudo salir a escena, lo que obligó al empresario Armín Torres a devolver el dinero de las entradas advirtiendo que el cantante se encontraba un poco afónico.

“Se rumora que la cuentica alcanzó a tener siete cifras”, según la sección ‘Confidenciales’ de Semana. El resto de su agenda incluyó otros dos recitales en el Salón Rojo, el regreso al coliseo El Campín, que había inaugurado años atrás, y más presentaciones en Cali, Medellín y Barranquilla en las que, aparentemente, no hubo mayores contratiempos.

Sesto volvió en 1996, 2003, 2015 y seguramente en varias ocasiones más sin que lo supiéramos, en escalas obligadas hacia otros países, en las que no se resignaba a quedarse en el avión sin dejar de tomarse un café colombiano. 

Fuente Jaime Andrés Monsalve -El Tiempo

1 comentario:

Jose Trinidad dijo...

Los colombianos son mala paga y marulleros. Hay que cobrarles alante.