lunes, 25 de enero de 2010

Miseria arropa a un general de la música




Vuelta Larga, Imbert.- Exhibiendo su figura quijotesca en versión desmejorada y arrastrando su miseria con orgullo vive olvidado en el municipio de Imbert, Puerto Plata, Tomás Santana de la Cruz, quien hizo fama en el ámbito artístico con el nombre del General Larguito.
Este hombre es autor de más de 80 merengues, algunos de los cuales se han convertido en verdaderos clásicos de la música típica dominicana, como “La mala maña” y “Navidad sin mi madre”.
Aunque tiene solo 62 años, ya que nació en Gaspar Hernández, Espaillat, el 7 de marzo de 1947 y se crió en la sección Ranchadero, municipio de Guayubín, provincia de Monte Cristi, parece de 80, porque no hay nada que ataque de la manera más inmisericorde la anatomía de un ser humano que las vicisitudes extremas, como le ha sucedido al General Larguito, en los años de reflujo de su carrera musical.
Músico completo A pesar de que se considera, junto con Rafaelito Román, como los dos músicos típicos más completos de República Dominicana, ya que toca acordeón, guitarra, piano, tambora, guira, conga y timbal, nada de eso es suficiente para espantar de su entorno la estrechez económica que amenaza su existencia, obligándolo a depender de la solidaridad de músicos que le pagan 2 y 3 mil pesos para que les toque un set y pueda llevar comida a su mujer y a sus dos hijos menores de los 18 vástagos que ha procreado.
A pesar de que el General Larguito dispara por todas partes diciendo su famosa frase: “!No hay problema!”, su delgada figura y el infortunado calvario de carencias por el que atraviesa le dan un mentis rotundo a ese mantra que enarbola con tozudo orgullo, ya que vive en medio de una extrema precariedad, a la que no le cabe más carencia.
Con solo mirarlo, desde cualquier ángulo, el autor de éxitos como “La Chiflera”, “El cuento comparón”, “El cangrejo diabólico”, “Ay chichí, ay mamá”, “Antonio Sosa” y “Zunilda”, que en su voz chillona y aflautada cobran un matiz singular, que etiqueta la fisonomía de este infortunado artista.
La proliferación de músicos que cultivan la música autóctona, impregnándole nuevos matices, adueñándose de la preferencia de los dueños de negocios que realizan fiestas y del gusto de los bailadores jóvenes, lo venían arrinconando, escaseando los contratos que le caían, pero como si esa desgracia fuera poco, la vida le tenía reservada una nueva jugada sucia, cuando hace dos años, perdió su casa y sus instrumentos consumidos por un voraz incendio.
Ese siniestro no solo lo dejó sin techo propio, sino que también consumió con sus glotonas llamas sus tres acordeones, dos pianolas y su equipo de sonido y eso lo ha empujado al borde del precipicio, obligándolo a no poder amenizar bailes como lo hacía hace algunos años, época en que los contratos le llovían para tocar fiestas en distintas partes del país, especialmente en los pueblos del Cibao, en New York, adonde fue dos veces, y Aruba.
Promesas El merenguero recordó que a raíz de quemársele su vivienda le solicitó a Sergio Vargas que le ayudara a conseguir una pensión del Estado dominicano que le permita vivir los años que le quedan de vida, como la reciben otros artistas semiretirados o retirados por completo, que pueden vivir de manera decente junto con sus familias sin tener que ir por las calles de Dios implorando la caridad divina o de gentes caritativas.
Sin embargo, lamenta que el merenguero nativo de Villa Altagracia se le haya olvidado la promesa que le hizo hace un buen tiempo y por ese motivo no ha recibido el apoyo del Estado ni del Gobierno, que han pasado por alto sus grandes aportes al enriquecimiento de nuestra música autóctona, entre cuyos cultores principales destaca a Tatico Henriquez, Toño Abréu, Chichito Villa, Miguel Santana, Dionisio Mejía, Rafaelito Román y Bartolo Alvarado.
Espera que diputado Sergio Vargas y cualquier otro congresista pongan en marcha una iniciativa dirigida a conseguirle la pensión que necesita para poner fin a los tumbos y malabares que tiene que dar y que hacer para poder vivir, para entonces poder decir a todo pulmón a los cuatro vientos: “!No hay problemas!”.
Los mejores El General Larguito afirmó que el mejor merenguero típico de todos los tiempos es Tatico Henriquez, “por su forma de tocar, su voz inigualable y su calidad como compositor”, renglones en los que se destacó como nadie. También resaltó a Fefita La Grande, “la más completa de las mujeres” que incursionan en el negocio de la música vernácula.
En este apartado dijo que la me jor acordeonista es la India Canela, la que “hala el acordeón como un hombre”.
LE GUSTARÍA DEDICARSE A LAS COMEDIASDebido al exceso de agrupaciones típicas, las que afirma tocan por cheles, está pensando retirarse del negocio y dedicarse a comediante, ya que su figura extremadamente flaca, su capacidad para libretos de humor y la facilidad con que puede hacer trabalenguas, área en la que puede competir hasta con Raymond Pozo, pudieran ayudarle mucho a proyectarse en esa área.
En ese sentido, dice que está dispuesto a batirse en un duelo de trabalenguas con Pozo, al que dice que puede derrotar de manera fácil, ya que en este ámbito no le teme a nadie en el mundo, puesto que tiene las herramientas necesarias, tanto para crear este tipo de composiciones como para aprendérselas y decirlas de manera simpática en cualquier escenario y ante cualquier público, sea en televisión o en un espectáculo.
A pesar de este proyecto, sabe que la televisión es imagen y ya a sus casi 63 años, sabe que por lo maltratada que está su figura por efecto del vendaval que ha representado la “pranganitis aguda” que ha sufrido y la competencia que hay en la música típica, lo aconsejable es luchar por obtener una pensión y una vivienda dignas del Estado o del Gobierno para pasar los últimos años de su vida.


fuente listin diario

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