Sorprende la cantidad de casos en que se ven envueltas figuras de la farándula, contra las cuáles se han dictado órdenes de apresamiento, de conducencia y se han tomado medidas coercitivas.
De repente las leyes de derecho de autor se han convertido en una herramienta que no se detiene frente a fama o fortuna, a juzgar por el mal rato que le han hecho pasar a Anthony Santos, como también a otros exponentes de la música urbana, como los llamados Teke Teke, que igualmente han sido demandados por violación a la Ley del derecho de autor.
El otro tema es el de la violencia de género, que también ha puesto en prisión y en una posición difícil a más de un intérprete.
Se está mandando una clara señal, de que ante las alarmantes estadísticas de maltratos a mujeres y la cantidad de feminicidios, se quiere dar un ejemplo con la gente famosa de la farándula, y también de la política, porque ya vieron el caso de Tunti Rutinel.
La gente con popularidad, fama y fortuna, que no ha asimilado bien el proceso, debería mirarse en el espejo de Don Miguelo, Omega, El Sujeto y todos los demás que se han visto envueltos en escándalos y han ido a prisión por querellas interpuestas por mujeres.
Deberían entender que el ser famoso, en esos casos, resulta una desventaja.
Que la popularidad no detiene la acción pública. Que por el contrario incrementa los deseos de la sociedad de que se haga justicia y que la misma no se detenga, como antes sucedía, ante las llamadas "vacas sagradas".
Definitivamente, deberían entender que ya la "pava no pone donde ponía", y que deberían asumir con otro nivel su rol social de figuras públicas en el arte.
escrito por Joseph Caceres
el nacional
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