Por Arnaldo Bazan
De todas maneras todo padre responsable tiene que dar a sus hijos la oportunidad de conocer un camino diferente, por medio del ejemplo y de un clima de diálogo y amor, de modo que dispongan de otros modelos antes de tomar una decisión.
Siempre veremos que hay hijos que toman el camino equivocado, sin hacer ningún caso de sus padres. En el fondo, con todo, éstos tendrán mejores probabilidades de rectificar, en la medida en que los padres hayan sembrado en ellos las semillas de las virtudes cristianas.
LAS TENTACIONES DE HOY
Es una realidad que los jóvenes están rodeados de tentaciones como nunca antes. Porque si las tentaciones han existido desde Adán, las de hoy se presentan, posiblemente, con un ropaje totalmente diferente.
¿Quién habría imaginado, hace sólo unos años, todas las cosas de que hoy disponemos?
Nunca un joven tuvo tantas atracciones como hoy existen. Pensemos, por ejemplo, en los DVD, que permiten ver cualquier clase de películas en la intimidad de la habitación. Lo mismo la televisión por cable y el Internet con toda clase de redes sociales.
La mayoría de los jóvenes, al menos en los países más desarrollados, tienen hoy computadora, teléfono, carro propio, televisión y, además la posibilidad de trabajar, aunque sea a tiempo parcial, y así producir dinero desde temprano.
Muchas de estas cosas han venido con el desarrollo de las modernas tecnologías, de modo que ni siquiera existían cuando yo era un joven.
Recuerdo muy bien el día en que mi padre llevó a nuestra casa el primer radio. Eso fue para nosotros una fiesta. Yo tendría unos ocho años. Todavía la televisión no había nacido, como tampoco tantas otras cosas que aburren a los niños de hoy.
Ni que decir tiene que nadie nunca me ofreció un cigarrillo de marihuana o una dosis de cocaína siquiera para probarlos. Aunque se sabía de personas que usaban la primera, era mucho más raro oír hablar de la segunda. Quizás del opio, como algo lejano. Pero esos eran vicios para unos pocos degenerados. Hoy los jóvenes tienen a su alcance toda clase de drogas, y son empujados a usarlos por sus propios coetáneos, creándose una presión muy dificil de superar. Esto, sobre todo, entre los muchachos de clases mas pudientes.
Algo por el estilo sucede con las relaciones sexuales, pues muchas de ellas no responden al deseo desenfrenado del placer, sino al sentimiento de no quedar fuera del grupo, como si uno fuese un ser extra-terrestre. No es fácil a un joven, muchacho o muchacha, luchar contra lo que la mayoría acepta sin pensarlo mucho.
Es una realidad que los jóvenes están rodeados de tentaciones como nunca antes. Porque si las tentaciones han existido desde Adán, las de hoy se presentan, posiblemente, con un ropaje totalmente diferente.
¿Quién habría imaginado, hace sólo unos años, todas las cosas de que hoy disponemos?
Nunca un joven tuvo tantas atracciones como hoy existen. Pensemos, por ejemplo, en los DVD, que permiten ver cualquier clase de películas en la intimidad de la habitación. Lo mismo la televisión por cable y el Internet con toda clase de redes sociales.
La mayoría de los jóvenes, al menos en los países más desarrollados, tienen hoy computadora, teléfono, carro propio, televisión y, además la posibilidad de trabajar, aunque sea a tiempo parcial, y así producir dinero desde temprano.
Muchas de estas cosas han venido con el desarrollo de las modernas tecnologías, de modo que ni siquiera existían cuando yo era un joven.
Recuerdo muy bien el día en que mi padre llevó a nuestra casa el primer radio. Eso fue para nosotros una fiesta. Yo tendría unos ocho años. Todavía la televisión no había nacido, como tampoco tantas otras cosas que aburren a los niños de hoy.
Ni que decir tiene que nadie nunca me ofreció un cigarrillo de marihuana o una dosis de cocaína siquiera para probarlos. Aunque se sabía de personas que usaban la primera, era mucho más raro oír hablar de la segunda. Quizás del opio, como algo lejano. Pero esos eran vicios para unos pocos degenerados. Hoy los jóvenes tienen a su alcance toda clase de drogas, y son empujados a usarlos por sus propios coetáneos, creándose una presión muy dificil de superar. Esto, sobre todo, entre los muchachos de clases mas pudientes.
Algo por el estilo sucede con las relaciones sexuales, pues muchas de ellas no responden al deseo desenfrenado del placer, sino al sentimiento de no quedar fuera del grupo, como si uno fuese un ser extra-terrestre. No es fácil a un joven, muchacho o muchacha, luchar contra lo que la mayoría acepta sin pensarlo mucho.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario