Ya antes tuvieron un abordaje inadecuado de sus relaciones con los primeros cantantes que integraron el grupo: Pedro Lama, Alberto María, Kelvin Saviñón y Lugo Santana, lo que derivó en que los tres últimos formaran tienda aparte, la también impactante Revolución Salsera.
Hasta en las fotos de promoción y en la utilización de los vestuarios más llamativos, los dueños de la banda querían estar por encima de sus cantantes, lo que lucía un despropósito.
Tal actitud de bloquear talentos fue lo que llevó a la caída estrepitosa del proyecto del percusionista Chichi Peralta, quien insistía en que los perseguidores y las luminarias le hicieran foco a él solo cuando tocaba y dirigía desde el escenario.
Chichí Peralta, quien como conguero brillaba lo suficiente, se improvisó como cantante y eso le llevó a la debacle.
Ahora, aconteció algo con el vocalista Luismi, quien después de grabar y pegar temas con una agrupación de la proyección nacional e internacional, del peso específico de la Chiquito Team Band decide regresar al conjunto típico donde antes militó, Geovanny Polanco.
Con ese paso queda en el aire una posición de cierta debilidad de la banda salsera dominicana que más ha trascendido después de La Tribu de Cuco Valoy, en tanto plataforma para catapultar el desarrollo de exponentes con potencial, tanto desde el punto de vista económico como meramente artístico, que al final confluyen.
Y es que los conceptos de Geovanny Polanco y la Chiquito se diferencian diametralmente, no solo en los géneros musicales que explotan, sino porque el típico es un grupo centrado en su líder, quien además de cantar sobresale como uno de los mejores acordeonistas.
Aunque los muchachos del frente del conjunto de Polanco juegan un rol de primer orden en su performance, la salida o entrada de uno u otro no es tan determinante, como acontece con la orquesta.
Chiquito y Manuel Piano, como cabezas de la orquesta, han logrado posicionarse. Cada uno hizo su nombre, pero no pueden sostener y cargar con la proyección del colectivo.
Por tanto, una vez superado de manera positiva el impasse de la salida de los cantantes originales, ellos tienen que aceptar que requieren proyectar a uno de sus cantantes como voz líder, sin temor a ser opacados.
Esa es la fórmula mágica y probada por las orquestas salseras de mayor impacto, tanto de antaño como relativamente recientes: Ray Barreto, Willy Colón, Grupo Niche, El Gran Combo, Tommy Olivencia, Bobby Valentín, por citar solo una parte de una lista enorme.
También en el merengue, El Equipo de Dionis Fernández, Ramón Orlando, Anibal Bravo, Bonny Cepeda, Luis Ovalles, Wilfrido Vargas, Gerry Vargas y Johnny Ventura, dieron paso a decenas de nuevas figuras del canto, a pesar de que algunos de estos líderes son también vocalistas.
A fin de cuentas, los grandes éxitos que acuñaron cantantes de tanto impacto como Tito Gómez, Tito Nieves, Sergio Vargas, Andy Montañez, en sus inicios o en incursiones en orquestas, antes de independizarse, quedan en el repertorio de esas agrupaciones y son siempre bien recibidos por el público, aún en otras voces.
Resulta que desde el punto de vista económico, a Luismi se le hace más rentable trabajar con Geovanny Polanco, ya que los grupos de ese nivel tocan prácticamente a diario en toda la región del Cibao.
Sin embargo, si un excelente y carismático cantante es proyectado como cantante líder de un grupo, y en efecto, consigue pegar varios temas y su figura es bien mercadeada, para sus planes a mediano y largo plazo sería más conveniente trabajar en la banda que en un grupo típico.
Chiquito y Manuel deben buscar otras vías de proyección para sus propias figuras, sea mediante la creación de arreglos novedosos, menciones y descargas de piano y timbal en las grabaciones y espectáculos.
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