Picoteando el Espectáculo
Para los narcisistas, esos que cultivan el egocentrismo con devoción religiosa y exponen sus pobrezas mentales las 24 horas del día en las redes sociales, la felicidad es un capítulo que se escribe en las fotos que vanaglorian sus vanidades y cuyo interés supremo consiste en proyectar simbologías que delaten su “bienestar” social, su “felicidad”, su “éxito”.
Este siglo está formando a estos esqueletos del pensamiento que se nutren de las apariencias. Gente que anula sentimientos, conocimientos, superación personal e intelectual, etc., a cambio del qué dirán.
Como una epidemia del delirio, los medios electrónicos están repletos de gente que diariamente hace gala de su pobreza humana y de sus turbios ideales.
Apoyados solo en simulaciones, ineptitud, vaguedades, oropel e insensibilidad, logran convertirse en celebridades de la mediocridad y el impudor.
Un ejemplo más de la incuria social en que vivimos y de las flaquezas educativas que padecemos.
La gente de este tiempo toma más en cuenta el aparentar que el ser. Los códigos del donazgo han cambiado. La imagen de la gente se construye hoy a partir de las exposiciones que tenga en las redes y no en función de los méritos reales que se posea. El Kardashianismo es como una epidemia de la sociología moderna que arrasa con la superación verdadera de la gente y lo envuelve en pasiones intrascendentes.
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