jueves, 27 de enero de 2011

Recordando lo que le paso Feliz Vinicio Lora dice dentro de él solo pensaba: “yo no quiero morir, sálvame Dios” y como si su ruego fuera escuchado


Recuperado casi por completo del accidente cerebrovascular que sufriera el año pasado, Feliz Vinicio Lora se integra poco a poco a las actividades relacionadas con Acroarte y los premios Casandra.

Contento, tranquilo, en paz y consciente de que estas condiciones son las que le han ayudado a recuperarse de manera asombrosa, el presidente del gremio de la crónica de espectáculos, está bien claro en lo que hace y debe hacer en lo adelante.

Va a las reuniones, opina, recibe y responde correspondencias, valora el proceso que vive el gremio en estos momentos, pero apegado a la ética y la moral, dice que no votará, porque está consciente de que no ha estado presente en muchas cosas para poder seleccionar.

Del alma le sale una petición que eriza la piel al escucharla, sobre todo porque parece que al decirla, habla más que su boca el corazón: “he dado todo a Acroarte, incluyendo la vida y pido a los cronistas que este fin de semana las nominaciones estén apegadas a un sentido de justicia, equidad y objetividad. Sería mi mayor satisfacción en esta nueva vida que me ha tocado”.

Un hombre muy especial

Feliz Vinicio Lora es un ser humano bendito y privilegiado. Luego del accidente cerebrovascular que sufrió el año pasado verlo ahora caminar sin bastón y hablar, coordinando sus pensamientos a la perfección, despierta una gran admiración.

Además, como si fuera poco, tiene ahora dos fechas de cumpleaños porque afirma que el 24 de marzo pasado volvió a nacer y ahora es otro ser humano, más sentimental y más humano.

“Fue una experiencia vivificante porque Dios no me quiso llevar” dice, y las oraciones de sus amigos, compañeros de Acroarte y hasta de mucha gente que ni lo conocía, además de los excelentes médicos que lo atendieron, es lo que ha logrado que esté en pie y con una asombrosa recuperación.

Lleno de risas, dice, que este tiempo fuera de todo, fue para él como un “año sabático” que le ha permitido valorar muchas cosas de su vida.

El día en que nació

Recontando los hechos del 24 de marzo del año pasado, Feliz Vinicio recuerda cómo caminando con dificultad, cayó de bruces y no podía hablar. Arrastrándose llegó hasta la puerta de salida de su casa e intentó agarrar el manubrio, pero no lo alcanzaba. Comenzó entonces a llorar de impotencia, pero su cuerpo al hacer nuevos intentos, solo empujaba la puerta.

Dentro de él solo pensaba: “yo no quiero morir, sálvame Dios” y como si su ruego fuera escuchado, la puerta de madera cedió, aunque le quedaba aún por vencer el candado que tenía la puerta de hierro. El edificio en que vive estaba vacío, pero como un milagro, sucedió que su vecina de la tercera planta, que es vendedora, iba a visitar un cliente que de repente le llamó y le dijo que no fuera, porque no estaría. Fue así como esta señora regresó a la casa, pasó por el pasillo, le dio los buenos días y al verlo en el suelo pensó que estaba reparando algo en la puerta. Había subido tres peldaños de las escaleras cuando se devolvió y reconoció su estado. Buscó ayuda de un mecánico para romper el candado y poder abrir la puerta y lo llevaron al médico. “Estoy vivo gracias a Dios y a esa señora”.

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