Ha cumplido 75 años pero en lo último en lo que piensa Julio Iglesias es en retirarse. El cantante español, con medio siglo de carrera, ya no realiza tantos conciertos como hace una década, pero tiene claro que, aunque sean pocos, seguirá haciéndolos y lo hará hasta que el cuerpo aguante.
El cantante anuncia ahora que va a estar "un mes tranquilo" pero que después va a recorrer "Europa entera". "La retirada, para mí, está ligada a la muerte psíquica. La física es gravísima, pero la psíquica es morir en vida", ha explicado en una entrevista para Televisa. Iglesias, que a lo largo de su carrera ha dado más de 5.000 conciertos, no está retirado ni pretende estarlo, pero sí ha bajado y mucho el ritmo de sus apariciones.
Las privadas son ya mínimas. El cantante vive entre Bahamas y Miami, donde está su mujer y sus hijos. con esporádicas visitas a su finca malagueña de Ojén. Apenas se deja ver por España, pese a las reclamaciones judiciales por la supuesta paternidad de Javier Sánchez Santos, que afirma ser hijo suyo, aunque él evita someterse a pruebas de ADN que lo confirmen.
Las apariciones públicas también son más bien pocas: en los últimos dos años ha dado una docena de conciertos, entre ellos en Dubái hace seis meses y una pequeña gira por Estados Unidos el pasado febrero que retomará con cuatro citas más en septiembre. Por el momento tiene seis fechas anunciadas en junio: Amberes, Helsinki, Róterdam, Varsovia, Londres y Lisboa.
El pasado 3 de abril Iglesias ofreció un polémico concierto en Ciudad de México, donde hacía seis años que no actuaba. Allí fue criticado por los problemas de iluminación del Auditorio Nacional, que impedían verle con claridad y que provocó que se tropezara y cayera en el escenario. Pero también hubo críticas a las dificultades con el sonido que impedían escucharle. Ante los gritos del público y algo molesto, afirmó desde la silla en la que dio la mayor parte del recital: "Es que cuando alguien está hablando, los demás deben guardar silencio. Yo escucho de maravilla", como recogía Milenio.
El tiempo también pasa para Julio Iglesias, innegablemente, algo que le afecta como a tantos otros. "Es lo que más me falta y lo más bonito que tiene la vida", afirma. "El tiempo no lo podemos parar, pasa inexorablemente y va dejando huellas, y estas huellas, cuando son tan bonitas como las que la vida me está dejando, es de agradecer completamente todas las cosas que han pasado en tu vida. Pero el tiempo es inexorable y se va, y ahora subir las escaleras es más costoso, bajarlas es más difícil. Antes yo bajaba más rápido, subía un poco más lento. Ahora voy al contrario: subo más rápido que bajo, porque tengo miedo de caerme". Pero ya lo dijo en octubre a este diario: "No voy a morirme aún, tengo cuerda para rato".
Iglesias también ha querido hablar ahora del reconocimiento que recibirá las próximas semanas. "Tengo algunos Grammys, pero este que me han dado es muy sorpresivo porque los americanos son muy complicados para dar Grammys a los latinos; de hecho, no se los dan a nadie, y eso me sorprendió muchísimo. Un Grammy a la carrera es muy importante para mí porque me reconcilia con muchas cosas", asegura ahora. El galardón le será entregado en una ceremonia en su honor el sábado 11 de mayo en Los Ángeles, California.
Desde 1991, Iglesias está unido a la modelo holandesa Miranda Rijnsburger, con quien tiene cuatro hijos que tienen entre 21 y 18 años: Miguel Alejandro, Rodrigo y las gemelas Victoria y Cristina. Pero además tiene otros tres mayores, Chabeli, Julio José y Enrique, fruto de su primer matrimonio, con Isabel Preysler. Ellos le han dado cuatro nietos, dos la mayor y dos el pequeño. "La leyenda dice que no los he conocido: conozco de memoria a mis nietos, monísimos", explica ahora, sin dejar del todo claro si les conoce en persona o solamente de imágenes. "Yo me veo reflejado mucho en Enrique y Enrique es el papá de sus hijos, que son mis nietos. En mi nieta veo muchísimo Iglesias, en el chaval veo más la parte rusa", relata en referencia a Anna Kournikova, la tenista pareja de su hijo desde hace casi dos décadas. "Todo se transmite, la genética es mágica".
Fuente El Pais
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