Picoteando el Espectáculo
Una de las actitudes que roban la energía es la de compararse con otras personas.
Efectuar comparaciones puede ser útil a la hora de comprar un producto, contratar un servicio o valorar los efectos o resultados de un trabajo. Incluso es uno de los recursos literarios más utilizados, pero no es una buena idea hacerlas cuando cotejamos nuestra persona y nuestra vida con las de los demás.
Entonces se convierten en ‘ladronas’ de nuestra energía personal.
Una mirada rápida a nuestro alrededor puede ser suficiente para ver que la mayoría de la gente vive agotada, de acuerdo a Verónica de Andrés y Florencia Andrés, madre e hija, dos de las orientadoras en autoestima y motivación más reconocidas en habla-hispana, responsables del proyecto ‘Confianza total’.
Los índices de ansiedad y depresión se multiplican en el mundo y cada vez hay más gente sufriendo las consecuencias del estrés.
También se sabe que con poca energía disponible, todo se hace más difícil, ya que cuesta mucho ser productivo, creativo e, incluso, disfrutar de las cosas agradables de la vida, porque simplemente estamos agotados.
Pero lo que no resulta tan conocido es que una de las actitudes que nos roban la energía es la de compararnos con otros, según explican estas expertas argentinas en renovación vital.
Verónica es máster en Educación con distinción de la Universidad Oxford Brookes (Inglaterra) y su hija Florencia es licenciada en Ciencia Política y máster en Coaching de la Universidad del Salvador (Argentina). Ambas son asesoras especialistas en autoestima, motivación e inteligencia emocional. Señalan que compararnos con los demás “nos produce un bajón energético al igual que sucede con la negatividad. Una visión pesimista de la existencia nos predispone a que nos ocurra ‘lo malo’, y la queja es un hábito que nos alivia por unos instantes para luego darnos cuenta de todo sigue igual tras el lamento”.
Compararnos puede ser un hábito tóxico
“Y en tiempos de las redes sociales , ¡qué difícil resulta no compararse con los demás!”, reflexionan.
Según Verónica y Florencia “nos pasamos el tiempo mirando la vida de otros en las redes sociales y pensando: “¿Por qué yo no podré tener una casa tan bonita, un trabajo tan genial, una familia tan perfecta…?”
“Nos olvidamos de que, detrás de lo que alguien muestra en Internet, no suele haber una vida perfecta”, apuntan.
Pero esa imagen virtual “se nos va impregnando y vamos acostumbrándonos a compararnos con los demás, sin darnos cuenta de lo tóxico que resulta este hábito porque, en general, terminamos sintiéndonos ‘menos’ que los otros”.
“De esa manera nos sentimos menos felices, menos exitosos, menos atractivos, menos afortunados… y esa es una de las formas más rápidas de perder la confianza en nosotros mismos”, explican.
“La solución consiste en dejar de compararte con otros, y si te gusta compararte, que sea contigo mismo”, recomiendan.
“La confianza en uno mismo es la llave para lograr cualquier cosa que nos propongamos en la vida”, enfatizan.
Para conseguirlo, aconsejan empezar a proponernos metas y objetivos conscientes, y luego comparar como estábamos hace un tiempo, y cómo estamos ahora.
“Al efectuar esta comparación procura ser consciente de tus progresos, darte cuenta de cuánto vas creciendo, de cuántos obstáculos superaste, de cuántas crisis remontaste. Mira hacia atrás y fíjate en todo el camino que tuviste que recorrer para llegar hasta donde estás hoy”, agregan.
Hablando de nuestros talentos y logros
Verónica y Florencia señalan en su último libro, ‘Renuévate’, que la mayoría de las personas no se sienten cómodas hablando de sus talentos, sus áreas fuertes y sus logros, porque “en la sociedad en la que vivimos sucede algo muy extraño: nos educan para creer que valorarse a uno mismo está mal, que hablar de lo que hacemos bien es un signo de arrogancia”.
“Fuimos dotados de talentos para ser usados, de virtudes para ser compartidas. ¿Pero cómo vamos a usarlos, ofrecerlos y celebrarlos si creemos que tenemos que esconderlos?”, cuestionan.
“Muchísima gente, frente a la pregunta de ¿cuáles son tus talentos?, se queda muda. No sabe cuáles son”, añaden.
“Esto, en gran medida, se debe a que desde chicos nos enseñaron a mirar más lo que hacemos mal que lo que hacemos naturalmente bien, y a no hablar de nuestros talentos y logros, a ver si todavía quedamos como arrogantes frente a los demás”, explican.
“Puede haber gente a la que le moleste que brilles con luz propia. No pierdas energía enojándote con ellos, pero tampoco bajes la intensidad de tu luz”, proponen.
“Si sientes que tu luz molesta, puedes elegir dos caminos: el de la compasión, recordando que a esas personas que les molesta que brilles solo pueden quererte y admirarte hasta donde se quieren y admiran a sí mismos, o el de la depuración, eligiendo con quién pasar más tiempo y con quién menos”, concluyen.
Entonces se convierten en ‘ladronas’ de nuestra energía personal.
Una mirada rápida a nuestro alrededor puede ser suficiente para ver que la mayoría de la gente vive agotada, de acuerdo a Verónica de Andrés y Florencia Andrés, madre e hija, dos de las orientadoras en autoestima y motivación más reconocidas en habla-hispana, responsables del proyecto ‘Confianza total’.
Los índices de ansiedad y depresión se multiplican en el mundo y cada vez hay más gente sufriendo las consecuencias del estrés.
También se sabe que con poca energía disponible, todo se hace más difícil, ya que cuesta mucho ser productivo, creativo e, incluso, disfrutar de las cosas agradables de la vida, porque simplemente estamos agotados.
Pero lo que no resulta tan conocido es que una de las actitudes que nos roban la energía es la de compararnos con otros, según explican estas expertas argentinas en renovación vital.
Verónica es máster en Educación con distinción de la Universidad Oxford Brookes (Inglaterra) y su hija Florencia es licenciada en Ciencia Política y máster en Coaching de la Universidad del Salvador (Argentina). Ambas son asesoras especialistas en autoestima, motivación e inteligencia emocional. Señalan que compararnos con los demás “nos produce un bajón energético al igual que sucede con la negatividad. Una visión pesimista de la existencia nos predispone a que nos ocurra ‘lo malo’, y la queja es un hábito que nos alivia por unos instantes para luego darnos cuenta de todo sigue igual tras el lamento”.
Compararnos puede ser un hábito tóxico
“Y en tiempos de las redes sociales , ¡qué difícil resulta no compararse con los demás!”, reflexionan.
Según Verónica y Florencia “nos pasamos el tiempo mirando la vida de otros en las redes sociales y pensando: “¿Por qué yo no podré tener una casa tan bonita, un trabajo tan genial, una familia tan perfecta…?”
“Nos olvidamos de que, detrás de lo que alguien muestra en Internet, no suele haber una vida perfecta”, apuntan.
Pero esa imagen virtual “se nos va impregnando y vamos acostumbrándonos a compararnos con los demás, sin darnos cuenta de lo tóxico que resulta este hábito porque, en general, terminamos sintiéndonos ‘menos’ que los otros”.
“De esa manera nos sentimos menos felices, menos exitosos, menos atractivos, menos afortunados… y esa es una de las formas más rápidas de perder la confianza en nosotros mismos”, explican.
“La solución consiste en dejar de compararte con otros, y si te gusta compararte, que sea contigo mismo”, recomiendan.
“La confianza en uno mismo es la llave para lograr cualquier cosa que nos propongamos en la vida”, enfatizan.
Para conseguirlo, aconsejan empezar a proponernos metas y objetivos conscientes, y luego comparar como estábamos hace un tiempo, y cómo estamos ahora.
“Al efectuar esta comparación procura ser consciente de tus progresos, darte cuenta de cuánto vas creciendo, de cuántos obstáculos superaste, de cuántas crisis remontaste. Mira hacia atrás y fíjate en todo el camino que tuviste que recorrer para llegar hasta donde estás hoy”, agregan.
Hablando de nuestros talentos y logros
Verónica y Florencia señalan en su último libro, ‘Renuévate’, que la mayoría de las personas no se sienten cómodas hablando de sus talentos, sus áreas fuertes y sus logros, porque “en la sociedad en la que vivimos sucede algo muy extraño: nos educan para creer que valorarse a uno mismo está mal, que hablar de lo que hacemos bien es un signo de arrogancia”.
“Fuimos dotados de talentos para ser usados, de virtudes para ser compartidas. ¿Pero cómo vamos a usarlos, ofrecerlos y celebrarlos si creemos que tenemos que esconderlos?”, cuestionan.
“Muchísima gente, frente a la pregunta de ¿cuáles son tus talentos?, se queda muda. No sabe cuáles son”, añaden.
“Esto, en gran medida, se debe a que desde chicos nos enseñaron a mirar más lo que hacemos mal que lo que hacemos naturalmente bien, y a no hablar de nuestros talentos y logros, a ver si todavía quedamos como arrogantes frente a los demás”, explican.
“Puede haber gente a la que le moleste que brilles con luz propia. No pierdas energía enojándote con ellos, pero tampoco bajes la intensidad de tu luz”, proponen.
“Si sientes que tu luz molesta, puedes elegir dos caminos: el de la compasión, recordando que a esas personas que les molesta que brilles solo pueden quererte y admirarte hasta donde se quieren y admiran a sí mismos, o el de la depuración, eligiendo con quién pasar más tiempo y con quién menos”, concluyen.
Fuente EFE-el caribe
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