NUEVA YORK.-En los últimos tiempos, la salsa en República Dominicana ha experimentado un boom importante.
Su incidencia en la radio local y en el gusto del público es innegable.
Nuevos exponentes del género como David Kada, Alex Matos, Yiyo Sarante, Michel y el Clásicón, entre otros, se encuentran ocupando lugares de preferencia no solo a nivel nacional sino, internacional.
Sin embargo, pienso que todo esto no es más que una fiebre del momento, y que tal y como ha sucedido con otros ritmos su popularidad es efímera.
Muy poco de ellos poseen las reales condiciones para mantenerse a través del tiempo.
Si se fijan, el 99% de los temas que están sonando en la radio a ritmo de salsa son adaptaciones de canciones ya conocidas. Es literalmente imposible que un artista que por demás no es salsero real sino, un cantante interpretando salsa, se pueda mantener de pie.
La situación es tan obvia que solo basta en analizar el hecho de que casi todos hacen presentaciones utilizando los mismos músicos.
Es decir, que tal y como es sabido, muchos de ellos se ponen de acuerdo para no chocar con las actividades porque una sola orquesta le tiene montado los temas a casi a todos.
Si a eso se añade el hecho de que casi ninguno es capaz de presentarse solo, ni siquiera en discotecas, a no ser de manera gratuita, la cosa es todavía peor.
Si un salsero como Alex Matos, por solo mencionar uno, se mantiene en los primeros lugares de popularidad y no es capaz de tener un grupo propio para sus presentaciones, no hay que ser mago para pronosticarle un futuro efímero.
Pero bien, el tema no es personal, simplemente una alerta para muchos de ellos, que entiendo tienen las condiciones para llegar lejos, obtén por tratar de hacer temas inéditos y hacer los posible por conformar una orquesta para sus presentaciones.
Si hoy salseros de sobrada trayectoria, con repertorios conocidos y orquestas conformada de experimentados músicos pasan las de Caín para mantenerse activos, imagínense lo que puede pasar con nuestros salseros o interpretes de salsa dominicanos.
Por Félix Montilla
VIA Joseph Caceres
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